"Lo peor ya ha pasado. Los españoles han hecho grandes sacrificios y, a cambio, han dejado atrás la crisis. Ahora, aunque quedan tiempos duros, ya no hará falta tomar medidas como las de los últimos 3-4 años". Éste podría ser un resumen del mensaje que el Gobierno quiere transmitir en las últimas semanas. Y sí, es cierto que las cifras macro son mucho mejores que hace un año o año y medio. Pero ni mucho menos eso quiere decir que se hayan terminado las dificultades.
En lo referente a las cuentas públicas, por ejemplo, España tiene por delante una pendiente muy empinada. Es más, según datos del FMI, necesita un ajuste fiscal extra hasta 2020 equivalente a 5,7 puntos del PIB si quiere mantener controlada su deuda. Ningún otro país avanzado está en una situación peor, excepto Japón.
Este miércoles, el Fondo Monetario Internacional publicaba su informe trimestral Fiscal Monitor, en el que analiza el Estado de las cuentas públicas de las grandes economías. Su diagnóstico general es preocupante. Los autores creen que los altos niveles de deuda siembran dudas sobre la sostenibilidad de la deuda pública "a medio plazo" y alerta de los riesgos derivados del incremento del gasto por la expansión del Estado del Bienestar y el envejecimiento de la población.
Dentro de este panorama, no especialmente optimista, la posición de España es aún más complicada. El déficit público se ha disparado desde 2007 en una proporción desconocida en casi ningún otro país rico; la deuda ya no está controlada, como en su momento aparentó; y el balance primario (sin intereses) tampoco arroja buenas cifras. Es posible que, como dice Mariano Rajoy, "las buenas noticias sean cada vez más comunes", pero el reto que permanece por delante, especialmente para nuestros políticos, que son los que tendrían que apretarse el cinturón, sigue siendo formidable.
Las cifras de España
Como apuntamos, el Fiscal Monitor va desgranando tabla a tabla las cifras de los países más ricos del mundo (aunque también hace análisis separados para los emergentes y el tercer mundo) en la última década. En todas ellas, España presenta la misma situación: una situación de partida, en 2004-05 aparentemente buena; un empeoramiento drástico desde que se desató la crisis en 2007-08; y un estancamiento en esos malos datos a partir de 2010 con una ligerísima recuperación en los dos últimos ejercicios.
En lo que hace referencia a las previsiones para los próximos años, sí se ve una pequeña mejoría, pero a un ritmo menor del necesario para nuestra economía y, desde luego, mucho menor a la que experimentan otros países de nuestro entorno.
- Déficit público: desde 2009, España presenta las cifras de déficit acumulado más altas de la UE, con la excepción de Irlanda y Grecia (dos países rescatados). El año pasado se cerró en el 7,2% (6,6% sin contar las ayudas a la banca, pero esas décimas también habrá que pagarlas). Según el FMI, los datos para los próximos años serán 5,9% en 2014, 4,9% en 2015 y 3,9% en 2016. Sólo bajaremos del 3% que marca el Pacto de Estabilidad de la UE en 2017 (con un 2,9%). Y seguiremos con un 1% del PIB en números rojos en una fecha que ahora parece tan lejana como 2019.
- Deuda pública: evidentemente, si todos los años gastas más de lo que ingresas, el montante de lo que debes sólo puede ir subiendo. Y eso es lo que le ocurrirá a España en los próximos años. En términos de deuda, nuestro país iniciaba la crisis con mucha ventaja. En 2007, el Estado debía una cantidad menor al 40% del PIB. Este año, seguramente superaremos el 100%. Ningún otro país, excepto Irlanda (por el rescate a sus bancos) lo ha hecho peor en este indicador. También aquí, el problema son las perspectivas a medio plazo. El FMI prevé que lleguemos a 2019 con una deuda en el 102% del PIB. Se estabiliza, pero no cae. Y lo que era una posición de privilegio, ya no lo es: le media de la Eurozona en ese año se espera que esté en el 85% del PIB.
- Balance primario y ajustado al ciclo: habrá quien piense que estas cosas hay que verlas con perspectiva. Que es lógico que en unos ejercicios tan excepcionales como los que estamos viviendo, se deterioren las finanzas públicas. Pero que el subyacente es bueno. Pues tampoco. El FMI ofrece las cifras de déficit primario (sin contar el pago de intereses) y del déficit ajustado al ciclo. En ambos casos, España sale muy mal en la foto.
En lo que hace referencia al déficit primario. Es cierto que quitando el pago de intereses el déficit cae (esto pasa en todos los países del mundo). En nuestro caso, pasa del 7,2% al 4,2% en 2013. Pero es que esta última cifra sigue siendo de las más elevadas de los países ricos. Además, hay un apunte que hacer, obvio, pero importante: los intereses hay que pagarlos. En 2019, España tendrá un superávit primario del 2,9% del PIB. Como ya hemos visto, tras el servicio de la deuda, nos quedaremos en un -1% Esto quiere decir que cuatro puntos del PIB (alrededor de 40.000 millones si el PIB fuera el actual) se irán sólo a pagar esta factura. Cuando los políticos piden más margen a Bruselas con el déficit o hablan como si endeudarse no fuera un problema, habría que recordar estas cifras. Los números rojos de hoy suponen más impuestos o menos gasto en servicios para mañana.
Para completar el panorama, tenemos la tabla del déficit ajustado al ciclo económico (por lo que se descuentan, en teoría, las perturbaciones de una caída puntual de la actividad). Ni siquiera este truco contable nos vale. Incluso con este ajuste, España llegará a 2019 con un déficit cercano al 1%. De hecho, no conseguimos superávit en esta tabla en lo que queda de década. También aquí somos una excepción (hay otros países con déficit real que, en esta tabla tienen superávit, lo que habla de una situación subyacente mucho más equilibrada).
- Necesidades financieras: hay que tener en cuenta que los grandes problemas no llegarán en el medio plazo. Ya están aquí. El FMI también mide las necesidades financieras netas entre 2014 y 2016. Hablamos del dinero que cada Estado tendrá que buscar en los mercados y que se compone de la deuda que vence y hay que refinanciar y los nuevos déficit. Pues bien, en esta clasificación España está en el cuarto puesto del mundo (y no es precisamente un ránking en el que presumir), por detrás de Japón, Italia y EEUU. En los próximos tres años, el Estado tendrá que pedir alrededor del 20% del PIB en cada ejercicio, unos 200.000 millones de euros. Es cierto que ya no vivimos en una situación de extrema tensión como en 2010 o 2012, con la prima de riesgo disparada. Pero si volvieran a reproducirse las circunstancias de aquellos meses, se hace difícil pensar en cómo el Tesoro podría manejar la situación. Todos pensamos que aquello no ocurrirá de nuevo, pero...
- Gastos e ingresos: al final, el problema está en que ni en los gastos ni en los ingresos España ha vuelto a la situación de 2004-2007, cuando disfrutó de un (precario, por lo que parece) equilibrio.
En aquel lejano 2007, por ejemplo, justo antes del comienzo de la crisis, los ingresos públicos alcanzaron el 41,1% del PIB, un máximo histórico. Por contra, los gastos se quedaban en el 39,2% del PIB. Había casi dos puntos de superávit. Desde entonces, la situación ha cambiado, y mucho. Así, en 2012 el gasto alcanzó el 47,8% del PIB (6,6 puntos más que cinco años antes) y los ingresos se quedaron en el 37,1% (cuatro puntos menos).
El ajuste
Con este panorama, es lógico que el FMI alerte de que no sólo a España, sino a la mayoría de los países más avanzados, les queda mucho por delante. Pero a nuestros políticos, un poco más.
El informe no sólo recoge las frías cifras de déficit y deuda, sino que las une a la tendencia a medio plazo de las cuentas públicas de cada Estado y a las obligaciones que ha adquirido con sus ciudadanos: pensiones, sistema de salud,... En el primer mundo existe un problema generalizado de envejecimiento poblacional, lo que implica menos trabajadores y más beneficiarios. Si a esto se le suma una deuda pública disparada, el resultado es más que preocupante.
El organismo mide las necesidades en el balance de los diferentes estados. O dicho de otro modo, cuánto tendrán que ajustar sus cuentas para mantener su nivel de deuda. El límite del FMI es llegar al 60% del PIB en 2030.
El Fondo lo divide en dos partes: por un lado, el incremento relacionado con el envejecimiento de la población en los próximos 16 años; por el otro, la contención de la deuda hasta 2020.
Y en este último apartado, el que hace referencia al ajuste necesario a corto plazo, es quizás en el que España sale peor parada de todo el informe. Nuestro país tendrá que reducir su desequilibrio en las cuentas públicas en 5,7 puntos del PIB antes de seis años. Son 60.000 millones de euros que tendrán que salir de subidas de la recaudación o recortes del gasto. No hay más, a no ser que queramos que la deuda pública se dispare. De todos los países analizados, sólo Japón está peor, necesitará un ajuste de 11,9 puntos para el año 2020.
La única alegría es que nuestro país está entre los que menos sufrirán el incremento del gasto poblacional de aquí a 2030. Apenas supondrá un punto del PIB. El baby-boom llegó a España algo más tarde que al resto de Europa, por lo que sus peores efectos sobre las cuentas públicas también se retrasarán.