El pasado viernes, la Junta General de Accionistas de Repsol votó a favor de un cambio estatutario para evitar cualquier operación de escisión, segregación o enajenación que suponga que la petrolera deje de ser una empresa integrada. Además, este cambio establece que para aprobar una operación de esta naturaleza tendrá que contar con el voto favorable del Consejo de Administración y, posteriormente, del 75% de la Junta.
Bautizado en los medios como el blindaje anti-Pemex, esta medida frenaba la estrategia de Petróleos Mexicanos a quien se le atribuye un fuerte interés por provocar la división de los negocios de la compañía española para hacerse con el negocio de exploración y producción de Repsol, conocido como Upstream.
En la misma Junta resultó llamativa la intervención del portavoz de los accionistas de Pemex, Julio Francisco Poulat, quien aseguró que la propuesta de blindaje no estaba "justificada y resultaba perjudicial para los accionistas". Antes de que Poulat tomara la palabra, varios portavoces de otros grupos de accionistas se habían expresado en términos muy críticos con la petrolera mexicana, a la que llegaron a tachar de "un grano que tienen ustedes" en el Consejo de Administración.
Especialmente duro, dentro de la diplomacia que le caracteriza, pudo verse al presidente Brufau. En respuesta a la intervención del portavoz de Pemex, Brufau señaló que "esto no es un blindaje ni una desventaja competitiva porque nadie en su sano juicio si se presenta una buena operación va a votar que no". Además, justificó su defensa de esta propuesta porque "hace no tanto sufrimos lo que hoy estamos intentando remediar" y añadió que los representantes de Pemex que "en aquel momento estaban agrediendo a Repsol están hoy en cargos directivos".
Sospechas sobre el consejero de Pemex
Precisamente, Pemex ha protagonizado en los últimos años no pocos escándalos. El último de ellos, la compra por parte de la compañía de la empresa Argo Nitrogenados, una compañía que lleva 14 años parada y cuyas instalaciones se encuentran abandonadas y oxidadas. Más llamativo incluso que el interés de Pemex en semejante instalación es el precio que ha pagado por esta "chatarra": 475 millones de dólares (unos 350 millones de euros), el doble de lo destinado a otros complejos como el de Los Pajaritos, tal y como recoge el Economista. Pero hay algo aún más llamativo, el vendedor que ha conseguido semejante precio por un montón de amasijos de hierro oxidados: Xavier Autrey Maza, el tío carnal del consejero de Pemex en Repsol: Arturo Henríquez Autrey (además, director corporativo y de procura y abastecimiento de Pemex).
Esta venta, unida a la ruinosa situación financiera de la paraestatal mexicana hacen de Pemex un difícil compañero de viaje para Repsol, que vuelve a batir récords de producción y tasa de reposición en sus cuentas anuales. Unas cuentas que, pese a los problemas geopolíticos que frenaron su producción y venta en oriente próximo, ha logrado unos beneficios de más de 1.800 millones de euros.
En cambio, Pemex, tal y como avanzó Libre Mercado, arrastra serios problemas. Las constantes caídas de producción y los problemas operativos de refino han hecho a Pemex retroceder al puesto 11º del ranking de compañías petroleras del mundo desde el séptimo puesto que ocupaba en 2001.
Pemex cuenta con un sistema de refino poco desarrollado y poco eficiente. Su índice de conversión de las refinerías en México es bajísimo, del 45% frente al 54% de media en América Latina. Unas cifras que no son compatibles con la calidad del crudo producido en el país. Además, se ve perjudicado por los importantes cuellos de botella de su sistema de transporte y distribución de productos petrolíferos.
Por otro lado, el número de paradas no programadas en los procesos de refino de 2009 a 2012 se incrementaron en un 163%. A todo esto hay que sumar los accidentes de sus instalaciones, con un elevado ratio de muertos y heridos.
Problemas
A estos malos datos se une que en los últimos meses se ha disparado el número de robos de crudo en México a la petrolera Pemex. En concreto, según recogen los medios locales, el número de hurtos se incrementó de 213 casos en 2006 a 2.614 en 2013, y todo a pesar de los importantes esfuerzos financieros destinados a tareas de vigilancia a lo que dedican un gasto de 16,6 millones de euros (299 millones de pesos). Sólo en 2013, Pemex registró una pérdida neta de 12.900 millones de dólares. Las ventas de hidrocarburos de la mexicana cayeron un 2,4%.
Si estos problemas financieros, de producción y de seguridad fueran pocos, la paraestatal mexicana Pemex también atraviesa un procedimiento de inspección por un total de 76 contratos cerrados con la Compañía Oceanografía y que implicaron un total de 1.766 millones de euros (31.750 millones de pesos). Hace unos días el director de Petroleos Mexicanos, Emilio Lozoya, informó de que se ha iniciado una investigación contra el exfuncionario Mario Alberto Lizárraga, uno de los encargados de conceder estos contratos, por estar involucrado en el supuesto fraude. Pudo haber suscrito de manera indebida con la empresa Oceanografía varios contratos.
La última aportación fue la recomendación de Pemex a la Cámara de Diputados mexicana que la información relacionada con los contratos fuera considerada reservada para no entorpecer las investigaciones.