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Los cuatro factores que determinarán el éxito de la 'reforma Lagares'

Las próximas elecciones y la evolución de las cifras del déficit serán clave en la reforma fiscal que prepara el Gobierno.

Las próximas elecciones y la evolución de las cifras del déficit serán clave en la reforma fiscal que prepara el Gobierno.

Cristóbal Montoro ya tiene en su despacho el Informe; así, con mayúsculas. Pocos de los estudios, proyectos, propuestas y memorándum que hayan pasado por la mesa del ministro de Hacienda en estos dos años y medio de legislatura se habrán hecho esperar tanto. En concreto, desde el 10 de julio, más de ocho meses. Y ninguno ha generado tanto ruido como éste.

La Comisión de Expertos liderada por Manuel Lagares ha entregado este jueves el fruto de su trabajo a Montoro en la sede del Ministerio. Todavía no se conoce el contenido, aunque las líneas maestras se han ido filtrando a la prensa a lo largo de los últimos meses: rebaja de tipos en IRPF y Sociedades, eliminación de deducciones y posible subida del IVA a cambio de reducción en las cotizaciones sociales. Pero habrá que esperar a ver los innumerables detalles de un texto mucho más extenso de lo que se preveía: son 444 páginas, con 125 medidas que incluyen hasta 270 cambios en los tributos.

De hecho, lo primero que llama la atención es lo extenso de la propuesta. No es que sea culpa de sus autores, a ellos se les ha pedido que valoren el sistema fiscal en su conjunto y analicen cualesquiera modificaciones que mejoren el mismo. En cualquier caso, que se puedan realizar 270 cambios en los tributos españoles debería llevar a reflexión. Los expertos coinciden en que un sistema fiscal moderno debería ser sencillo y claro, entre otras cosas para evitar ventajas o castigos injustos y hacer más complicado el fraude. Pero, sobre todo, la legislación tributaria debería permitir al contribuyente anticipar las consecuencias de sus acciones y calcular cuánto paga, por qué conceptos y formarse una idea de si lo que da y lo que recibe guarda alguna relación. El actual modelo español difícilmente puede decirse que cumpla estas condiciones.

Los próximos días serán duros para los expertos fiscales, los periodistas económicos y los funcionarios del Ministerio de Hacienda. Tendrán que bucear en las 444 páginas del informe para ver por dónde pueden ir los tiros de esa reforma fiscal "integral y completa" que el Gobierno anunció el pasado verano. Sin embargo, sea cuál sea su contenido, hay que tener en cuenta que hay una serie de factores que determinarán cuánto caso le hará Montoro a la Comisión.

No hay que olvidar que el texto no es vinculante en ningún punto. Vamos, que el ministro podría tirarlo mañana a la papelera y no pasaría nada. No lo hará, entre otras cosas porque políticamente sería muy difícil de vender que pasan de los expertos. Pero lo relevante es cuántas de esas 125 propuestas se llevarán a la práctica. Para saberlo, hay al menos cuatro cuestiones a considerar:

- Tiempo: las próximas elecciones ya no quedan tan lejos. En poco más de año y medio estaremos metidos de lleno en una campaña electoral. Y eso por no hablar de las autonómicas y municipales, que llegarán en la primavera de 2015. No parece ése el mejor momento para anunciar cambios impopulares en el sistema tributario. Aunque, en sentido contrario, a cualquier candidato le gustaría presentar una rebaja de impuestos poco antes de la cita con las urnas.

En resumen, las Elecciones determinarán el calendario de aplicación de la reforma, pero también las medidas que se irán presentando. Para el PP, pocos temas han sido más dañinos ante su electorado que las sucesivas subidas de impuestos que ha realizado en los dos últimos años. Por eso, es seguro que habrá anuncias de rebajas de aquí a noviembre de 2015. Eso sí, también se puede dar por descontado que éstas no compensarán aquellas.

- Promesas: este tema está muy relacionado con el punto anterior. Mariano Rajoy se ha dejado muchas plumas por el incumplimiento de sus promesas fiscales y no se puede permitir más titulares en este sentido. El problema es que algunas de las principales propuestas que se han filtrado van exactamente en la dirección contraria.

Por ejemplo, la Comisión Lagares pedirá bajar los tipos y eliminar deducciones, pero la más importante en el IRPF, la de vivienda, es una línea roja para el Gobierno. Y en lo que tiene que ver con el IVA (la recomendación es subir algo los tipos y cambiar productos del reducido al normal), hay que recordar que el PP llegó a realizar una campaña contra el PSOE por la subida y prometió no hacer ninguna más cuando se vio obligado a tocarlo por las presiones de Bruselas en septiembre de 2012.

- El factor Merkel: gran parte de la política tributaria del PP ha estado muy condicionada por las exigencias de Bruselas, Berlín y Francfort. El rescate (directo e indirecto) ha hecho que Mario Draghi o Angela Merkel hayan tenido peso en las decisiones de política española. Este factor cada día pesa menos. España ya no es un peligro para la estabilidad de la Eurozona.

Pero cuidado, esta misma semana se conocía que España no cumplirá el objetivo de déficit fijado para 2013. Y el mensaje desde Bruselas no ha sido tranquilizador. Tenemos más margen que hace dos años, pero no hay vía libre. Si se comenzasen a anunciar muchas rebajas de impuestos y la recaudación no se recuperase, podría haber problemas con la UE.

- ¿125?: la mera dimensión de la propuesta de la Comisión Lagares hace complicado su aplicación. Es difícil pensar en que el Gobierno se vaya a meter en un carrusel infinito de cambios en la legislación tributaria. Habrá grandes anuncios, pero no parece que las 125 propuestas o 270 cambios se puedan llevar adelante.

En este sentido, hay que tener en cuenta que Montoro siempre ha dejado claro que el objetivo de la reforma es recaudar más. Por eso, todos los movimientos estarán determinados por las cifras mensuales de ingresos de las arcas públicas.

Además, hay que tener en cuenta el peso de los barones autonómicos del PP. La propuesta toca todo, tributos nacionales, regionales y municipales. Pero las cuentas de las comunidades autónomas no están para tirar cohetes. Y está encima de la mesa la negociación del nuevo sistema de financiación. Meterse en un lío con los impuestos en mitad de ese proceso sería un enorme dolor de cabeza adicional para Montoro. La clave es saber hasta dónde está dispuesto a involucrarse en la pelea.

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