La grave escasez de alimentos y productos básicos que sufre Venezuela ha provocado el surgimiento de interminables colas en algunos supermercados para poder comprar comida. La situación ha llegado a tal extremo que los venezolanos son marcados con números para ordenar la entrada a estos establecimientos y evitar así que la gente se cuele.
Es el caso, por ejemplo, de San Cristóbal, donde los venezolanos llavan varios días sufriendo largas esperas para acceder a los establecimientos. Muchos llegan al supermercado gubernamental de San Cristóbal a las dos de la mañana, seis horas antes de que abra sus puertas, para coger un buen sitio en la fila y comprar los productos que necesiten antes de que se agoten.
Al amanecer, ya se concentran cientos de personas a las puertas del supermercado Bicentenario, todas con un número en tinta verde en la muñeca para evitar discusiones de quién llegó primero.
Este tipo de prácticas se ha extendido por la red gubernamental de supermercados de ciertas ciudades. Mientras, muchos centros privados han optado por establecer límites a la compra de determinados productos básicos debido a los problemas de desabastecimiento que sufre el país desde hace meses.
Así, por ejemplo, algunos establecimientos establecen un máximo de cuatro litros de leche por persona y día, dos botellas de aceite, dos kilos de azúcar, etc. Y ello, siempre y cuando haya tales productos, ya que en muchos supermercados están agotados.
También se emplean tarjetas de identificación para fijar los días en los que los venezolanos pueden comprar en los supermercados, un sistema similar al que se aplica en algunas ciudades para acceder al centro urbano en función del número de matrícula -con número impar circulan lunes, miércoles y viernes, y con número par los martes, jueves y sábados-. Y todo esto sucede en Venezuela, uno de los países con las mayores reservas de petróleo del mundo.
