Uno de los múltiples rifirrafes mantenidos entre el predidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y el líder de la oposición, Alfredo Pérez Rubalcaba, durante el Debate sobre el Estado de la Nación versó sobre la tributación empresarial.
En concreto, el jefe del Ejecutivo le echó en cara a Rubalcaba que la recaudación por el Impuesto de Sociedades se desplomó durante la segunda legislatura de José Luis Ridríguez Zapatero, en los primeros años de la crisis, y tan sólo empezó a repuntar en 2012, cuando el PP llegó al poder. Rajoy se jactó de elevar la tributación a las empresas. Pero, ¿cuánto ha subido esta fiscalidad el PP? Un 50% entre 2012 y 2013.
Tras más de un lustro de intensa crisis, España sigue sin hacer los deberes en lo tocante a la mejora del entorno empresarial. Así lo denuncia el último informe de situación del Círculo de Empresarios, un documento periódico con el que dicha organización llama la atención sobre los obstáculos fiscales que enfrentan las empresas de nuestro país.
Apoyándose en los estudios de la consultora PwC y del Banco Mundial, el Círculo denuncia que España ya es el tercer país europeo con mayor presión fiscal empresarial. Esta figura, calculada como una suma de todas las cargas tributarias que soportan las sociedades, alcanza un nivel efectivo medio del 58,6%.
Comparada con 2012, esta figura supone un aumento del 50%, ya que en dicho año se registraba una carga del 38,7%. El aumento se explica por el medio centenar de medidas gubernamentales que han aumentado los costes empresariales y por el impacto de muchas de las 45 subidas de impuestos aprobadas por el Ministerio de Hacienda.
Según el Círculo de Empresarios, la espectacular escalada de la fiscalidad aplicada a las empresas está estrechamente ligada a "la eliminación de las bonificaciones por depreciación del inmovilizado material y a las restricciones introducidas en la compensación de bases imponibles negativas".
Comparándonos con el resto del Viejo Continente, el resultado español es especialmente negativo, ya que el 58,6% registrado es superior en 17,5 puntos porcentuales a la media europea, situada en el 41,1%. Desglosando el impacto por figuras impositivas, el resultado es el siguiente:
- Los impuestos al trabajo suponen el 62,8% del total. Estos gravámenes alcanzan hoy su nivel más alto desde los años 80, como resultado de la mayor subida registrada en la OCDE.
- El Impuesto de Sociedades explica el 36,2% de las cargas totales. El tipo efectivo de este gravamen es superior al 19%, cifra muy superior a otros países europeos, como vemos comparando el dato español frente al 16,4% de Suecia, el 15% de Portugal, el 11,9% de Irlanda, el 8,2% de Francia, el 7,4% de Dinamarca, el 4,8% de Bélgica o el 4,1% de Luxemburgo.
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El 1% restante son otras tasas y tributos soportados por las empresas.
Inestabilidad e incertidumbre regulatoria
Al elevado esfuerzo fiscal que hacen nuestros empresarios se une además el clima de desorden regulatorio en el que se mueven estos gravámenes. Los continuos cambios y modificaciones de la normativa tributaria son un aspecto que influye muy negativamente a la hora de hacer negocios.
Así lo apunta la consultora Deloitte en un documento al que hace referencia el informe del Círculo de Empresarios. Concretamente, se trata de una Encuesta Europea de Fiscalidad que refleja la importancia de la estabilidad a la hora de adoptar un marco impositivo.
Según este estudio, el 87% de las empresas españolas se queja de los cambios constantes en las normativas, cifra superior a la media europea, fijada en niveles del 75%. Por otro lado, el informe apunta que la tardanza en la resolución de conflictos fiscales es otro factor problemático: afecta al 50% de los empresarios españoles frente al 20% registrado en el resto de la Unión Europea.
Las quejas llegan también a la ambigüedad, las lagunas o el cambio de opinión de las autoridades tributarias a la hora de adoptar y ejecutar las normas fiscales. Según el informe de Deloitte que recoge el Círculo de Empresarios, más del 40% de las empresas españolas se muestran preocupadas por este punto. En comparación con el resto de Europa, países como Holanda, Reino Unido o Alemania salen especialmente reforzados, debido al entorno fiscal estable y claro que brindan a las empresas.
El coste de la energía, otro problema añadido
El día a día de la empresa también se enfrenta a otros aspectos complicados como, por ejemplo, el coste de la electricidad. El informe del Círculo de Empresarios cita a la Asociación de Empresas de Gran Consumo de Energía para advertir que los precios eléctricos que enfrenta la industria española son un 25% más altos que la media europea.
Según la AEGE, España está entre los tres países europeos con mayor coste energético. El recibo de la luz de las familias refleja este aumento con una subida del 80% en la última década, pero las empresas también sufren este encarecimiento de forma drástica. De hecho, este coste es un 25% menor en países vecinos como Francia o Portugal.
El diagnóstico de AEGE es rotundo: "La escalada de precios se ha traducido en el cierre de más de veinte plantas de grandes industrias consumidoras de electricidad. Es el caso de Alcoa, Carburo del Cinca, Ferroatlántica, Nervacero, Cementos Portland Valderrivas, Siderúrgica Sevillana o Votorantim Cimentos. En algunos casos, la diferencia de precios con otros países europeos puede llegar a ser del 60%".
El cierre o la deslocalización de plantas puede ir a más si las cosas no cambian. Según el Presidente de Ferroatlántica, "si no se garantiza un suministro eléctrico competitivo para la gran industria, será inviable seguir manteniendo nuestros centros de producción". Esta empresa, que da empleo a casi 1.000 personas, dedica ya el 40% de sus costes de producción a cumplir con la factura de la luz.