A lo largo del año 2013, la evolución del déficit público generó un intenso debate intelectual entre los economistas españoles. Ninguno abordó esta espinosa cuestión con tanta claridad como David Taguas. Lejos de arrugarse, el que fuera subdirector del Servicio de Estudios de BBVA alzó su (ronca) voz contra todos los que defendían que España sí estaba sacando adelante con éxito su difícil proceso de consolidación fiscal. El paso del tiempo le dio la razón.
Cuando hablamos por primera vez, lo hicimos para tratar aquellos temas. Me llamó la atención su capacidad para recitar con exactitud cualquier dato o cifra de relevancia para el debate macroeconómico. Retenía todas y cada una de esas grandes magnitudes para sus argumentos con rigurosidad, pero sabía aportar un tono divulgativo a su trabajo.
Durante su paso por la Oficina Económica de la Presidencia del Gobierno, Taguas fue una voz esencial para el diseño de las políticas fiscales. Entre 2006 y 2008 defendió lo que siempre ha defendido: presionó para que se aprobasen rebajas de impuestos, abanderó la causa de la estabilidad presupuestaria y apostó por la reducción de la deuda pública. Salió victorioso en muchas de estas batallas, pues capeó con éxito las embestidas del ala más intervencionista del Gobierno de Rodríguez Zapatero.
En cuanto Taguas regresó a la actividad privada, aquellas recetas económicas cayeron en el olvido. El rigor fiscal se esfumó rápidamente de la agenda política, dando origen a una nueva agenda basada en aumentar el gasto, la deuda y los impuestos. Semejante deriva le inquietaba sobremanera, como podemos comprobar en sus trabajos de investigación para el Instituto de Macroeconomía y Finanzas y en el excelente libro que acababa de publicar, Cuatro bodas y un funeral.
Los lectores de Libre Mercado quizá recuerden la entrevista que mantuvimos en noviembre del año pasado. Desde hace meses, rara era la semana en la que no hablaba con David. El lunes pasado, sin ir más lejos, formé parte de la organización de un interesante debate digital entre él y Daniel Lacalle, otro peso pesado de la economía. El experimento resultó tan satisfactorio que Taguas estaba deseando repetir, esta vez a través de un ciclo de conferencias online dedicado a la cuestión de los impuestos.
Su repentino fallecimiento trunca ése y muchos otros planes. A la irreparable pérdida familiar se une la despedida de una voz influyente. Descanse en paz, David Taguas. Que estas líneas sirvan como reconocimiento a un gran economista y una buena persona.