Los problemas de la empresa española de juego se agudizan. Codere, en preconcurso de acreedores desde principios de enero, ha agotado este jueves el plazo que tenía para la extensión de su crédito senior sin haber podido alcanzar un acuerdo con, al menos, la mitad de sus bonistas, condición necesaria para que la operación siguiera adelante sin poner así en peligro la viabilidad de la compañía.
El pasado 9 de enero, Codere llegó a un acuerdo con las entidades acreedoras para la extensión de un crédito senior firmado el pasado 5 julio, tras no abonar a la fecha de vencimiento los 127,1 millones de euros dispuestos en el contrato. Esta línea de crédito tenía una cláusula de renovación automática si la empresa llegaba a un acuerdo con los bonistas, algo que ha sido imposible. La multinacional española entraría directamente en una situación de default de esta parte de la deuda.
Fuentes conocedors de la situación han asegurado a Libre Mercado que, pese a que las negociaciones van a continuar hasta el próximo dos de mayo -fecha en la que culmina el plazo por el cual, de no llegar a un acuerdo, pasarán directamente a una situación de concurso de acreedores-, la sensación es que la empresa está abocada a entrar en el antiguo proceso de suspensión de pagos antes de lo previsto.
Las peticiones de los bonistas pasan por hacerse con la empresa a través de la "transformación de la deuda que tienen contraída, diluir a los accionistas minoritarios y dar un premio al mayoritario para que permanezca en el accionariado de la compañía", según estas mismas fuentes. Estas peticiones son inaceptables para el consejo de administración de Codere, tanto "desde el punto de vista legal como económico".
Además, el concurso podría producirse antes del dos de mayo, ya que si los bonistas ejecutan sus garantías, el proceso se podría acelerar al estar en una situación de default. La empresa de juego Codere solicitó el preconcurso de acreedores hace un mes, "a la vista del análisis de la situación financiera y la previsión de tesorería a corto plazo y ante las dificultades para afrontar los próximos vencimientos".
Las peticiones de la empresa de juego pasan por una moratoria de, aproximadamente, tres años del pago de los cuantiosos intereses de la deuda a los que tienen que hacer frente. Durante estos tres años, reestructurarían sus activos haciendo a la empresa viable y sostenible financieramente, según alegan. "Con tres años de no pagar intereses y la venta de algún activo, la situación estaría totalmente solucionada", aseguran. Sin embargo, todo apunta a que los acreedores no están dispuestos.