Soplan vientos de cambio en el ámbito de los concursos de acreedores. España registró un nuevo récord de quiebras y cierres empresariales en 2013 debido a la recesión, pero en el último trimestre se produjo una reducción significativa que, en caso de confirmarse en los próximos meses, marcaría un cambio de tendencia.
Pablo Albert, director de la unidad concursal de la firma BDO, confirma en una entrevista con Libre Mercado este nuevo rumbo y, sobre todo, la aparición de un nuevo fenómeno, hasta hace poco inexistente, relativo a la creciente llegada de inversores extranjeros para comprar y reflotar empresas industriales en problemas, manteniendo tanto su actividad como sus puestos de trabajo, lo cual constituye una señal positiva en esta materia.
Así, si bien 2013 fue peor que 2012 en cuanto a número de quiebras empresariales, "los últimos datos invitan al optimismo, ya que el último trimestre fue el mejor en cuanto a número de concursos". Si a ello se suma el mayor interés de los inversores por reflotar empresas, "hace pensar que 2014 va a ser mejor que 2013 en cuanto a concursos y cierre de empresas", aclara.
Por un lado, Albert destaca que las inmobiliarias que han sobrevivido a la histórica debacle del ladrillo en los últimos años empiezan a tener visos de continuar. Muchas han salido fuera y otras han ajustado de forma drástica sus costes para ser competitivas, al tiempo que se desprenden de sus abultados stocks de vivienda a precios chollo para amortizar deuda, cosa que hace un año no sucedía. Por ello, muchas inmobiliarias "ya tienen, al menos, una perspectiva de superviviencia".
Sin embargo, el auténtico "brote verde" en los concursos es la llegada de capital foráneo. Es decir, el interés, cada vez mayor, que muestran los inversores extranjeros por hacerse con compañías españolas en graves dificultades financieras, salvándolas así de la quiebra absoluta y la posterior desaparición. Se trata de un cambio muy relevante, ya que la inmensa mayoría de empresas que entra en concurso (90%) acaba desapareciendo.
Mantienen empleo y gestores
Y es que, tal y como explica este experto, una vez se inicia el proceso sólo hay dos posibles soluciones para sobrevivir: "Llegar a un convenio de acreedores (quita y/o espera), lo cual es muy difícil porque el empresario que entra en concurso llega, por lo general, muy ahogado; y vender la compañía como unidad de negocio, lo cual empieza a ser más habitual", garantizando así su supervivencia.
"La figura que más se ve ahora es la venta de la unidad de negocio", destaca Albert, con el consiguiente mantenimiento de la actividad y los puestos de trabajo, tras reestructurar su deuda. En este sentido, la Ley Concursal establece una serie de mecanismos para recortar ostensiblemente los costes financieros mediante la cancelación y refinanciación de deudas previas, facilitando con ello su posterior venta a otros empresarios o inversores. "Aquí es donde está entrando el capital extranjero", añade.
Lo primero que observaron los expertos fue la venta de stock inmobiliario por parte de las empresas del sector para pagar parte de sus deudas, aunque este tipo de procesos no suelen conllevar el mantenimiento de la actividad. Pero, en los últimos meses, el interés del capital foráneo está llegando a las empresas industriales inmersas en concursos como, por ejemplo, las dedicadas a la fabricación de componentes eléctricos, transformadores de aluminio o piezas de automóviles.
La mayoría están orientadas al sector exterior. Además, el traspaso de la propiedad no suele conllevar cambios en la gestión, de modo que el empresario español sigue al frente del negocio. Los inversores entienden que la delicada situación que atraviesa la empresa no deriva de una gestión irresponsable sino que es consecuencia de los errores generalizados cometidos durante la época de la burbuja crediticia. Asimismo, consideran que el actual equipo es el que mejor puede acometer dicha gestión, de modo que la venta suele conllevar el mantenimiento de gestores y empleados.
Por último, Albert aclara que la entrada de dinero procede, en su mayoría, de países emergentes, tanto latinoamericanos como asiáticos, y el perfil inversor es el de compañías extranjeras que deciden instalarse en España mediante la compra de fábricas y otras empresas orientadas al sector exterior.