La venta de la inmobiliaria perteneciente a Catalunya Banc atraviesa serias dificultades. A pesar de que los fondos de inversión estadounidenses Kennedy Wilson y Värde Partners alcanzaron un preacuerdo con el Fondo de rescate bancario (Frob) a mediados del pasado año para hacerse con esta filial, el proceso se mantiene, por el momento, estancado. El principal escollo para cerrar la operación es el rechazo del Gobierno al ajuste de plantilla que pretenden aplicar los hedge funds a esta división, una vez en su poder.
El Gobierno lleva meses estudiando la posibilidad de vender Catalunya Banc, sobre todo tras lograr colocar Novagalicia a la entidad venezolana Banesco. En el caso de la caja catalana, que ha recibido una inyección de más de 12.000 millones de euros para evitar su quiebra, el Frob ha barajado dos posibles alternativas: vender toda la entidad mediante subasta; o bien trocearla para colocar sus activos no estratégicos entre distintos inversores.
Esta última opción era la que, hasta el momento, gozaba de mayores probabilidades de éxito, ya que los bancos nacionales exigían ciertas garantías extra (esquemas de protección de activos) para hacerse con toda la entidad. De ahí, precisamente, la intención de desprenderse de la cartera inmobiliaria de Catalunya Banc, tal y como han hecho otras entidades financieras.
Wilson y Partners estarían dispuestos a pagar entre 30 y 40 millones por la filial, si bien, posteriormente, realizarían una ampliación de capital por otros 60 millones extra para completar su saneamiento. Pero también plantean un intenso ajuste de personal para reducir costes, que, sin embargo, no cuenta con el visto bueno del Frob. Actualmente, en esta división trabajan cerca de 180 personas. El ajuste de plantilla es, hoy por hoy, el principal escollo para cerrar la venta, ya que los fondos ofrecen menos dinero si no pueden reorganizar la plantilla a su gusto -descuentan el coste de un futuro ERE-, según las fuentes consultadas próximas a la operación.
El factor laboral ha sido uno de los grandes problemas para culminar este tipo de operaciones. Los fondos extranjeros muestran un creciente interés por las inmobiliarias de los bancos españoles, pero se muestran muy reticentes a mantener unas plantillas que, en la mayoría de casos, consideran sobredimensionadas, ya que este mayor coste se traduce en una menor rentabilidad para sus inversiones. Por el contrario, las entidades privadas y el propio Frob intentan traspasar dichas plataformas con sus actuales plantillas.
Mientras, Economía presiona a los inversores con un posible cambio de estrategia respecto a Catalunya Banc. Así, aunque el Frob estaba por la labor de vender la inmobiliaria y el banco por separado, ahora también baraja la posibilidad de colocar toda la entidad mediante subasta, sin trocearla previamente.
En los últimos meses, diversas entidades nacionales han vendido sus plataformas inmobiliarias a fondos extranjeros: los propios Kennedy Wilson y Värde Partners adquirieron recientemente Aliseda, la inmobiliaria de Banco Popular, por algo más de 800 millones; Apollo compró Altamira (Banco Santander); TPG se hizo con Servihabitat (CaixaBank); Bankia cedió a Cerberus la gestión de Bankia Habitat...