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Juan Velarde

El centenario de un gran cambio

Mil novecientos catorce fue un año decisivo, por diversos motivos.

Entramos en el año del centenario de la I Guerra Mundial, que alteró no sólo la vida política sino la económica del mundo. También en 1914 estallaría la guerra civil en México, que de algún modo introduciría perspectivas nuevas en la economía iberoamericana. Piénsese que el Canal de Panamá se abrió al tráfico igualmente en 1914. Porque, en el fondo, lo que estalló en los últimos días de julio y los primeros de agosto de 1914 fue la consecuencia de un auge extraordinario del nacionalismo, que por supuesto también se proyectaba sobre la economía. Pero es preciso añadir que en Estados Unidos se dio un paso muy importante, con el presidente Wilson, en la lucha contra los monopolios, que entonces se centraban en los denominados trusts. Por eso en 1914 se creó la Federal Trade Comisión, aunque ya en la campaña electoral de 1888, como señala Akerman en Estructuras y ciclos económicos (Aguilar, 1960), "republicanos y demócratas habían denunciado a los trusts como enemigos de la sociedad". Y de ahí procede la bien conocida ley Sherman Anti-Trusts de 1890.

Además, las grandes potencias europeas habían acentuado sus tensiones, derivadas de planteamientos nacionalistas que buscaban una especie de situación autárquica que, por cierto, se enlazaba con posiciones sociales cada vez más avanzadas. El nacimiento de lo que llamamos Estado del Bienestar queda consolidado en torno a esa fecha. Este nacionalismo económico parecía mostrarse victorioso en dos lugares: en los Estados Unidos, donde la producción de acero por obrero era el doble que en el Reino Unido (y el triple en el conjunto de la producción siderúrgica), y En Alemania, donde la actividad siderometalúrgica, carbonífera, electrotécnica y metalmecánica era impresionante, y dominante absolutamente en el terreno nuevo de la industria química. Sin embargo, existían tensiones que movieron en Alemania hacia un aumento del paro precisamente en 1914.

Como telón de fondo se encuentra el rearme en las potencias europeas. Decisión que, lógicamente, tiene repercusión en el desarrollo industrial, y que coexiste, sobre todo en Francia, con un auge de los movimientos obreros de protesta, que darán lugar, al final de la contienda que entonces comienza a amagar, incluso a tomas de poder por partidos tan importantes como el bolchevique en Rusia y el espartaquista en Alemania.

Todo esto, nacionalismo, fuerte desarrollo tecnológico, crisis económica importante, utopías triunfantes, va a crear, a partir de 1914, una realidad absolutamente nueva. Puede decirse que el siglo XX, en cuanto radicalmente diferente del siglo XIX, nace en esa fecha. Y esa realidad va a perdurar, con todos los altibajos que se quieran, hasta que concluyó la Guerra Fría, con el derrumbamiento del Muro de Berlín.

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