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José T. Raga

Discursos de difícil comprensión

De poco servirá la disminución del tipo en IRPF si los mismos contribuyentes se ven sorprendidos por un aumento en el tipo del IVA.

De poco servirá la disminución del tipo en IRPF si los mismos contribuyentes se ven sorprendidos por un aumento en el tipo del IVA.

Parece natural. Estamos todavía bajo el favorable influjo de la Navidad, acabamos de celebrar el fin de año 2013 y el comienzo del 2014, y esperamos la venida de los Reyes Magos, que, a buen seguro, traerán regalos abundantes. Todo esto me lleva a aplicar la mayor de las indulgencias a esa bondad que muestran algunos miembros del Gobierno.

Un ministro, el señor De Guindos, nos ha saludado, en el comienzo del nuevo año, con dos primicias: por un lado, ha asegurado que en 2014 "se creará más empleo del previsto por el Gobierno" y, por otro, que "ya no habrá ajustes dolorosos". Respecto de la primera, resulta sorprendente que cuando la econometría ha hecho tantos esfuerzos para medir las magnitudes económicas –las medibles y las no medibles–, el señor ministro despache la cuestión de la creación de empleo con esa larga cambiada, como dirían los taurinos. Ya sé que es una fórmula para que nadie pueda sacarle los colores, pero si uno siente molestias en el sonrojo, lo mejor que puede hacer es no decir nada.

En cuanto a la segunda primicia, tiene dos vertientes: una es la honesta de afirmar que los ajustes son dolorosos. El dolor, supongo que es en éste en el que piensa el ministro, es el que experimenta cada sujeto cuando pasa de una situación más confortable, de mayor bienestar, o simplemente de mayor capacidad económica, a otra más precaria, de inferior nivel, que le obliga a ajustarse en sus hábitos, para circunscribirlos a su nuevo nivel económico.

La otra vertiente de la misma primicia es la de asegurar que no habrá ajustes dolorosos, y aquí la cosa se complica algo más. Si hay ajustes, señor ministro, serán dolorosos –mucho o poco– para aquellos a los que les afecten, porque nunca el ajuste es neutro para el bienestar de la población. ¿No cree usted, señor ministro, que el audífono que no podrá adquirir quien requiera ese auxilio, como consecuencia del incremento del IVA que grava tales artefactos, producirá dolor en aquellas personas de renta baja y dificultades auditivas privadas de estas ayudas?

Ya sé, aunque desconozco su magnitud en términos cuantitativos, que se venderán mucho más audífonos que brillantes de diez quilates, pero eso no puede ser la razón para incrementar el precio del bien al consumidor, mediante elevación del IVA, en el primer caso, dejando los brillantes –pongamos por caso– con el tipo impositivo inalterado.

Y no quiero entrar en el discurso demagógico de pobres y ricos, pero es el señor ministro de Hacienda quien me lleva a su consideración. Hace apenas unas semanas el señor Montoro planteaba una reforma del IRPF y de manera enfática trataba de sustentarla en que los ricos seguirán pagando más y en que los de rentas inferiores verán disminuir su tipo tributario. De poco servirá la disminución del tipo en IRPF si los mismos contribuyentes se ven sorprendidos por un aumento en el tipo del IVA.

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