Para poder operar con bitcoins necesitamos primero un monedero. Los hay de dos tipos: un programa en el ordenador o un servicio web. Una vez que lo tienes puedes empezar a operar en sitios web como Mt.Gox, que son casas de cambio que permiten usar otras divisas para comprar y vender bitcoins. Y una vez los tienes, puedes usarlos para comprar cosas, atesorarlos o especular con ellos.
¿Es seguro?
Aunque el sistema Bitcoin en sí es seguro, existen numerosos riesgos cuando se emplea en la práctica, no muy distintos al uso de banca online o comercio electrónico, pero algo mayores debido al anonimato del sistema: es mucho más difícil, y en muchos casos imposible, probar que unos bitcoins son tuyos si alguien te los roba.
Si usas como monedero un programa como Multibit en tu ordenador o una app en el móvil como Bitcoin Wallet tienes el riesgo de que tu dinero está asociado a ese dispositivo electrónico. Si lo pierdes, te lo roban o se estropea puedes perder los bitcoins que tenías en él. Existen algunos mecanismos para reducir ese riesgo, como almacenar cifradas tus claves en un USB o en algún servicio en la nube tipo Dropbox o, incluso, anotar tus claves pública y privada en papel.
Otra opción para evitar ese riesgo es emplear un monedero en la web, protegido con los clásicos usuario y contraseña. Pero ahí tienes el riesgo que también sufres en la banca en internet: si alguien consigue tu usuario y contraseña te puede quitar todo el dinero, y si alguien logra hackear el monedero web puede conseguir todos los usuarios y contraseñas. Es más, ha habido un caso de una web china que servía de monedero cuya misión en realidad era robar a sus propios usuarios; después de operar durante un tiempo y hacerse popular se quedó con todo el dinero que tenían.
Si finalmente Bitcoin logra tener una aceptación y uso generalizados, es probable que los mismos bancos ofrezcan un monedero con la protección añadida de que ellos sí pueden asignar nuestros bitcoins a nosotros. Pero mientras eso suceda, y aunque tenga sus desventajas, lo mejor es guardar nuestros bitcoins en nuestro ordenador, protegerlo con un buen antivirus y guardar alguna copia en lugar seguro y desconectado de internet, como un papel.
¿Es práctico?
Es una moneda electrónica y en sí mismo puede llegar a ser tan práctico como utilizar la banca y el comercio electrónicos. Los pagos no son instantáneos, así que se parecen más a transferencias que al uso de la tarjeta de crédito. Sin embargo, actualmente fluctúa tanto que utilizarlo como medio de intercambio es poco práctico, ya que el dinero que estás pagando puede tener un valor muy distinto incluso durante el mismo día. Además, no hay muchos comercios que lo acepten.
Si emplearlo como moneda no es muy aconsejable, ¿lo es invertir en él o atesorarlo para disponer de él en un futuro, al estilo de meter el dinero en un calcetín bajo la cama? Depende del riesgo que se quiera asumir. No existe ninguna garantía de que Bitcoin vaya a valer algo en el futuro, de modo que utilizarlo, como hacen algunos con el oro, para disponer de una parte de tu patrimonio en algo seguro que siempre valdrá algo es absurdo. Invertir en él también es arriesgado, porque ahora mismo no parece haber una tendencia firme en su valor, de modo que operar con él es una labor puramente especulativa, de intentar tener suerte comprando barato y vendiendo caro.
¿Puede sustituir a las monedas tradicionales?
El objetivo de Bitcoin es convertirse en dinero, y si lo hiciera podría convertirse en una divisa real, como los euros o los dólares. Sin embargo, parece difícil que los Gobiernos acepten emplear una moneda que no pueden controlar, de modo que el pago de impuestos seguirá haciéndose con euros. Es más, dado que es relativamente sencillo eludir impuestos mediante el uso de bitcoins, podrían poner más de un problema regulatorio. China, sin ir más lejos, poniendo la excusa de proteger a sus súbditos, está prohibiendo progresivamente su uso. Los países nórdicos ya se están moviendo para su regulación. En general, los Gobiernos son el mayor peligro para Bitcoin y podrían regularlo tan estrictamente que su uso quedara limitado básicamente al mercado negro.
Cada comercio que decide aceptar bitcoins es un paso adelante para su regularización. El mayor respaldo que podría recibir Bitcoin, de hecho, es que algún grande de internet como Amazon o Paypal aceptara su uso. Se extendería su empleo como moneda, se reduciría su volatilidad y tendría más sentido resguardar nuestro patrimonio cambiando nuestros euros por bitcoins. Sin embargo, su uso seguiría estando restringido a internet. Se podría extender a las tiendas de ladrillo mediante tarjetas de crédito o débito, y los bancos podrían emitir monedas y billetes físicos al igual que hicieron hace siglos con el oro, bajo la promesa de pagar al portador una cifra en bitcoins.
En cualquier caso, aun cuando tuviera todo el éxito del mundo y todo le saliera bien aún quedaría mucho camino por recorrer para que se use en el día a día e incluso se paguen sueldos en bitcoins. Quizá no suceda nunca y Bitcoin se limite a ser un sistema de pago electrónico internacional y sin tarifas.
¿Inventarán algo que lo ponga en la picota?
En realidad, sí. Aunque todo el sistema de firmas digitales y funciones hash es seguro con los ordenadores tradicionales, existe un paradigma distinto llamado computación cuántica con el que todo este sistema se vería en grave riesgo. Aunque los ordenadores cuánticos presentan numerosos problemas prácticos, tienen la virtud de ser capaz de realizar la misma operación simultáneamente con distintos operandos.
Esto implicaría que tanto las pruebas de trabajo con funciones hash como la seguridad de la firma digital podrían ser resueltas de forma casi inmediata cuando estos ordenadores funcionasen de forma práctica y tuviesen la potencia suficiente, momento en el cual la red Bitcoin perdería algunas de las características que la hacen segura. El proceso de añadir transacciones al libro de contabilidad mediante funciones hash seguramente permanecería íntegro, aunque la dificultad impuesta por la red aumentaría tanto que sólo los nodos cuánticos serían capaces de afrontar los cálculos. Pero las firmas quedarían al aire.
No obstante, si un 51% de los nodos mineros se ponen de acuerdo para cambiar Bitcoin pueden hacerlo. Es casi imposible que lo hagan para nada, pero una amenaza existencial como ésta previsiblemente lo conseguiría. Como a la computación cuántica aún le queda alguna década que otra hay tiempo para buscar un sistema distinto a las firmas digitales actuales y ponerlo en marcha.