Cristóbal Montoro mantendrá la línea que ha seguido desde que llegó al Gobierno hace ahora dos años. Entonces, en el famoso Consejo de Ministros del 30 de diciembre de 2011, el ministro de Hacienda presentó la mayor subida de impuestos de la historia de la democracia española. Y no se quedó ahí. En aquel momento, el principal objetivo fue el IRPF, que castiga a todos los trabajadores españoles. Luego vinieron el Impuesto de Sociedades, el IVA, los impuestos especiales y prácticamente todas las figuras de nuestro sistema tributario.
Con el ecuador de la legislatura cumplido, eran muchos los que podrían pensar que el PP cambiase de rumbo por completo, aunque sólo fuera por una cuestión de táctica electoral. Pero no. En los dos años que quedan antes del próximo encuentro con las urnas, no habrá bajadas generalizadas de impuestos. De hecho, según apuntan las propias palabras del ministro, en una entrevista que este jueves concede al diario Expansión, apenas se pueden esperar un recorte cosmético, para unos pocos contribuyentes, y sólo en el IRPF. Del resto no hay buenas noticias. Y el resumen es que cuando Mariano Rajoy cumpla su primer término en Moncloa, los españoles pagarán muchos más impuestos que cuando llegó (exactamente lo contrario de lo que el PP prometió en su programa electoral).
En este sentido, Montoro asegura en Expansión que "el mayor recorte del IRPF afectará a las rentas bajas, las más altas deberán esperar". Es más, el ministro se permite un interesante análisis, cuando asegura que "a las nóminas muy abultadas no les pasa nada si hasta la salida de la crisis no tienen un mayor recorte del impuesto". Resulta cuanto menos curioso que el titular de Hacienda se arrogue la capacidad de adivinar lo que les ocurrirá a las rentas altas si no les bajan los impuestos. Cualquiera podría pensar que esto hará de España un país menos competitivo; o que será más difícil para las empresas españolas captar talento, puesto que los trabajadores más productivos también son los que más cobran; o que podría disparar esa fuga de cerebros de la que tanto se habla, porque los más capaces empleados españoles preferirán un entorno fiscal más favorable. Pero no. Para el ministro, mantener el IRPF por encima del 50% no implicará "nada" para aquellos que deben pagarlo.
Además, Montoro no se queda ahí. En lo que hace referencia al IVA, mantiene que no se bajará, aunque al menos tampoco se subirá, ya que él mismo admite que ya lo han incrementado "bastante". En Sociedades, escurre el bulto y dice que no se bajará hasta que "el tipo efectivo esté donde tiene que estar". ¿Y cuál es ese nivel? Pues no queda claro, pero para el ministro debe ser mayor que el actual.
En realidad, ya desde la primera pregunta Montoro deja clara sus intenciones. Cuando le pregunta por las "líneas maestras" de la próxima reforma fiscal, el ministro de Hacienda asegura que "la primera deficiencia que hay que corregir es la recaudatoria. Nuestro sistema tributario no recauda lo suficiente en función del nivel de renta de nuestro país".
Y con este panorama, ¿queda algún reducto de esperanza para el sufrido contribuyente? Pues Montoro sólo deja un pequeño resquicio cuando habla de "introducir elementos de estímulo para quienes tienen que invertir" y de "incentivar el ahorro a largo plazo". Eso sí, estas buenas palabras no se traducen en ninguna promesa concreta de bajada de impuestos. Además, la reforma fiscal llegará de forma progresiva y se irá aplicando a lo largo de 2015, 2016 y 2017. Con los antecedentes, seguro que hay quien piensa que las buenas noticias serán también las últimas en llegar.