Desde que Graciano Palomo le coló al "Crónica" de Pedro J. la hagioentrevista que le hizo a Cristóbal Montoro, ésa en la que reflexionaba que los mercados no son gilipollas, el director de El Mundo estaba escocido. Para resarcirse, ha conseguido que dos redactores de Expansión le hagan una nueva donde, esta vez sí, se le hacen preguntas dignas de un periodista. ¿Y qué es lo que revela el asombro de Jaén? La primera, en la frente. Que la reforma fiscal para volver a los tipos de la era de Zapatero se hará en 2015… pero no se terminará de aplicar hasta 2017. ¡Qué tío más grande! Ha encontrado el modo de bajar los impuestos inmediatamente antes de las elecciones sin tener que bajarlos. O sea que llegará 2015 y la prometida rebaja fiscal no pasará de ser eso, una promesa, como en 2011. Y así, si los mastuerzos de los españoles volvemos a votar al PP, podrá venir Montoro u otro y decir que donde dije digo, digo Diego y ya veremos en 2019. Burla burlando, llevarán para entonces ocho años de Gobierno, no ya habiendo incumplido la promesa de bajar los impuestos, sino habiéndolos subido más de lo que lo habrían hecho Rosa de Luxemburgo o Pietro Nenni.
Por supuesto, ya avisa Montoro de que las rentas más altas pueden irse despidiendo, que ni en 2015 ni en 2017 bajarán sus impuestos a los niveles del benevolente Zapatero. Y ya les digo yo que, si esperan que lo haga en 2019, van de cráneo. El argumento es el de siempre, que paguen más quienes más tienen. Como si no pagaran ya mucho más quienes más tienen. Sin embargo, al parecer, nunca es bastante y siempre hay margen para un nuevo apretón. Y encima los que de verdad más tienen no pagan, pues ya reconoce el ministro que el "impuesto efectivo de grandes contribuyentes" está en el 8 por ciento. Yo no quiero privilegios, me conformo con que Montoro me tenga por gran contribuyente y me aplique ese cochino ocho por ciento efectivo. Como ven, no es a las rentas altas a las que el ministro va a fusilar al amanecer, sino a las medias, que para eso votan mayoritariamente al PP.
Luego está la manía persecutoria que tiene con el Gobierno de Madrid por el intolerable atrevimiento de aplicar el programa del PP. Y las atenciones con las que colma al de Cataluña por la reiterada atención de incumplir sistemáticamente el objetivo de déficit que se le marca, incluso cuando es uno mucho más flexible que el de las demás.
Yo creo que lo que le pasa a Montoro es que, cuando se trasladó de Transilvania a España, quiso ingresar en el Partido Comunista y no le admitieron por rojo. Como ser del PSOE habría sido un baldón hasta para él, decidió hacerse del PP, que es donde sin duda podría mejor desenvolver su vocación colectivista. Y ahí lo tienen, tan campante.