La Agencia Tributaria está en boca de todos. El funcionamiento del organismo de recaudación del Estado se ha puesto en cuestión y ha sido el vehículo perfecto para que la oposición salga en tromba contra el ministro del ramo, Cristobal Montoro, en el Parlamento esta misma semana. Al escándalo por las propiedades y las facturas falsas de la infanta Cristina de Borbón hay que sumar las dimisiones, como la del director del Departamento de Inspección Financiera y Tributaria, Luis Jones, por "diferencias de criterio", atribuido al escándalo de las facturas de Cemex, o la llamada "purga" de delegados provinciales de la AEAT emprendida por su reciente director Santiago Menéndez. Por último, tal y como publicó LM, también ha trascendido el monumental enfado del exsocio de Montoro, Ricardo Martínez Rico, por una inspección abierta sobre su persona y el despacho que preside, "Equipo Económico", antiguo "Montoro y Asociados" que fundó junto al ministro.
Lejos de calmar los ánimos, el ministro Montoro ha sacado pecho en varias ocasiones y no ha tenido empacho en volver a señalar a los medios de comunicación. De ellos dijo que tienen problemas económicos y que mienten en sus informaciones. Además, ha desafiado a cualquiera a demostrar si se producen o no injerencias políticas en la Agencia Tributaria. Por último, dijo a las claras -en un corrillo en el Congreso primero y en una entrevista con El Mundo después-, que las purgas de Menéndez le han servido para darse cuenta de que la Agencia "estaba trufada de gentes del PSOE".
Así las cosas, son muchos los que se preguntan ahora ¿qué sucede en la Agencia Tributaria? Diferentes fuentes cercanas al propio organismo consultadas por Libre Mercado, aseguran que la situación dentro del organismo está enrarecida, y que nunca antes se habían vivido situaciones como las que se están describiendo en los medios de comunicación.
Ignacio Ruiz Jarabo fue director general de la Agencia Tributaria entre 1998 y 2001. Conoce a la perfección el funcionamiento del organismo, del que ha escrito un jugoso libro titulado Estado Fiscal y Democracia, la Agencia Tributaria en perspectiva editado por Tirant Lo Blanch. Precisamente, en su libro arroja mucha luz sobre los entresijos y el funcionamiento de ese gran organismo con el que todos los españoles deben cumplir porque, según dicen, "Hacienda somos todos".
Ahora presidente de la Asociación del Club del Asesor, Ruiz Jarabo atiende la llamada de Libre Mercado en busca de respuestas a la actual situación que vive la Agencia Tributaria. Y Ruiz Jarabo, ve cambios. Quizá uno de los más destacados, es el caso de la infanta Cristina, que ha dejado en evidencia algo muy grave: "que la Agencia Tributaria no es igual para todos", dice el presidente de la Asociación del Club del Asesor.
Según ha explicado, aún a la espera de conocer qué decide la Justicia en torno a los problemas que rodean a la infanta, el caso ya ha mostrado que "ni estos años, ni ahora la Agencia Tributaria ha actuado igual para todos", ya que a cualquier otro contribuyente, "ante una discrepancia entre los datos declarados (los que declara el contribuyente) y los imputados (los que imputa un tercero al contribuyente) se le requiere para que aclare la discrepancia, se hace el procedimiento que en cada caso procede y se concluye el tema". Un proceso que, pese a ser "automático" en el momento en que se detecta la discrepancia, no se activó en el caso de la infanta. Y eso, recuerda Jarabo, que "el ordenador te expulsa el requerimiento hecho."
Eso, en el caso de las propiedades atribuidas a la infanta, pero recientemente, el caso de las facturas falsas de Nóos también ha sido sangrante. "Dar por buenas unas facturas que según la Agencia Tributaria son facturas por unos servicios que no se habían prestado y que en todo caso la sociedad que emite las facturas no los había podido haber prestado, porque no tenía personal para prestarlo, admitir esas facturas como gastos deducibles cuando se cuantifica el incumplimiento tributario y que gracias a eso no se alcance el límite mágico del delito fiscal, es actuar justo de modo contrario a como se actuaría con el resto de contribuyentes", aclara tajante el presidente de la Asociación del club del Asesor, Ruiz Jarabo, en declaraciones a este periódico.
Las purgas en Hacienda
Otro de los escándalos que ha puesto en solfa a la Agencia Tributaria y a su actual director, Santiago Menéndez, es el de las llamadas "purgas" de delegados provinciales. Según ha declarado el nuevo director general, en lo que va de legislatura se han destituido a 104 personas que ocupaban puestos de libre designación en la Agencia, mientras que en igual periodo de la primera legislatura socialista de José Luis Rodríguez Zapatero fueron destituidas 119 personas, el 12% más.
En declaraciones a Libre Mercado, el propio Ruiz Jarabo coincide en esta lectura, aunque apunta a que "se ha abusado en esta etapa de los cambios". Que sea "natural o no, no lo sé, pero estadísticamente sí es normal". En este sentido, aclara que "cuando han llegado en otras épocas los socialistas han cambiado a mucha más gente y sorprende que los que cambiaron a todos se quejan ahora de ser ellos los cesados." Eso sí, aclara Ruiz Jarabo "que lo de antes esté mal no quiere decir que lo de ahora esté bien".
En cualquier caso, para Ignacio Ruiz Jarabo el verdadero problema de esta situación es el peligro de que se demonicen los puestos de libre designación en favor de los concursos de méritos. Según explica, los puestos obtenidos a través de concursos de méritos, no evitan que el encargado de la selección decida los baremos del concurso a la medida del candidato preferido. En cambio, a diferencia de los puestos de libre designación, el que entra por concurso de méritos gana el puesto en régimen vitalicio. Es decir, trabaje como trabaje, haga lo que haga, se mantiene en su puesto de por vida. Para el presidente de la Asociación del Club de Asesores, que la condición de inspector de Hacienda sea vitalicia, es de Justicia, porque "es un título ganado a pulso", pero discute "enérgicamente" que el puesto de trabajo también lo sea.
Ruiz Jarabo considera esto una "aberración" y teme que "como el abuso de ceses nos parece mal, criticarlos nos lleva a que los puestos se ganen por concurso de méritos y eso es una barbaridad, porque a ese que ha ganado el puesto por concurso de méritos no lo mueves hasta que se jubile. Y eso nos lleva a una administración esclerotizada, decimonónica, de muy poco rendimiento". Una situación que entraña un peligro mayor: "Que nuestras vidas y nuestras haciendas están en mano de alguien que te puede hacer un siete debida o indebidamente. Parece una locura".