Esta semana, ha sido el turno de José Luis Rodríguez Zapatero. Tras José María Aznar y Pedro Solbes, el expresidente socialista tampoco quería dejar pasar este otoño sin el correspondiente libro de memorias. En su caso, se llama El dilema. 600 días de vértigo y más que un dietario al uso, se trato de un recordatorio de los grandes momentos del último año y medio de su estancia en el Palacio de la Moncloa.
Rodríguez Zapatero rememora las cumbres europeas en las que se decidió el rescate de Grecia, los encuentros del G-20 en los que se presionaba a España para que hiciese algo que alejase la posibilidad de un terremoto financiero, A lo largo de todo el volumen, se percibe la incredulidad con la que el socialista recibe las noticias. No se explica cómo puede ser que un país que apenas unos meses antes era celebrado como un ejemplo (por acabar con superávit en 2006 y 2007 o por la gestión que el Banco de España hacía de las entidades financieras) se viera al borde del rescate.
No hay demasiada autocrítica. Apenas alguna mención al déficit público (superior a 100.000 millones de euros en sus tres últimos años), a los incumplimientos en los compromisos con Bruselas o a la falta de reformas aprobadas antes y después de la crisis. Apenas unas páginas para reconocer que se equivocó al retrasar hablar de "crisis". Sin embargo, el libro deja algunas perlas. Son unos cuantos pasajes realmente curiosos. Reflexiones cuanto menos sorprendentes. Las siguientes son, quizás, las ocho más destacadas.
Normandía... ejemplo de unión
"Aquel día, aquel 12 de octubre de 2008, fue Europa, la gran Europa, la que estuvo en el Elíseo. Unidos y con valentía, se adoptaron decisiones importantes. Por eso, a pesar de la preocupación que todos teníamos, había motivos para sentir orgullo de estar allí. Si tuviera que evocar algún momento histórico trascendente, a modo de metáfora, se me viene a la memoria el desembarco de Normandía, todos aliados y con toda nuestra fuerza (páginas 143 y 144)".
Probablemente éste es el pasaje más sorprendente del libro. Rodríguez Zapatero narra la Cumbre en París del 12 de octubre de 2008 y asegura que fue el momento de mayor unión por parte de todos los líderes europeos en los años en los que fue presidente. En su opinión, los acuerdos fueron "un ejemplo de política europeísta, el mejor de toda la crisis". Y por eso, cree que es una pena que ese "espíritu" no se mantuviera a partir de 2010.
Hasta aquí todo correcto. Ésta fue su percepción de aquel día. Lo que sorprende es el recurso poético. El expresidente busca en su memoria un momento histórico que le evoque lo que se vive en el Elíseo en aquellas horas decisivas. Quiere reflejarlo recurriendo a un hito que simbolice la unión de Europa, de todos los países, de Alemania a Francia, de Italia a Dinamarca. Y lo que se le viene a la cabeza es... el ¡Desembarco de Normandía! Hombre, en aquel momento, "unión" en Europa, lo que se dice "unión", parece que no había demasiada.
Tenía razón... lo dice El País
"El clima de opinión sobre la gestión realizada ese fin de semana fue bastante favorable. Basta citar el titular del diario El País del día 14: 'Acertada reacción de las autoridades españolas (página 150)".
Rodríguez Zapatero aseguró en una ocasión, en el Congreso, que él era un "optimista antropológico". Y lo cierto es que lo demuestra a lo largo de todo el libro. El expresidente, incluso en los momentos difíciles, siempre parece inspirado por el pensamiento de que lo mejor queda por venir. De todas maneras, no es extraño que se sienta bien. Para analizar su política económica, echa mano en diferentes pasajes de Paul Krugman o José Carlos Díez, por ejemplo. Y claro, los dos economistas le dan la razón.
Pero ningún otro momento es comparable a aquel en el que hace balance de la cumbre del 12 de octubre y en el que se reafirma en lo conseguido. En su opinión, no hay duda de que hizo un buen trabajo. De hecho, asegura que había "un clima favorable". ¿Pruebas? Lo dice El País. ¿Y alguien más? Pues no se sabe, porque a Rodríguez Zapatero le vale con la opinión del diario de Prisa. No hace falta más.
Sin dormir por unos datos... que debería conocer
"La voz de Javier estaba entrecortada. 780.000 empleos perdidos [en el primer trimestre de 2009]. Es la cifra más ácida y fría que he escuchado en mi vida. Me viene frecuentemente a la memoria, retorna a mi conciencia como una sombra alargada. Estuve prácticamente toda la noche sin dormir... (página 176)".
No es la única vez que Rodríguez Zapatero asegura que una decisión o una fecha le quita el sueño. En las páginas en las que narra los días previos al 12 de mayo (la jornada del tijeretazo), se percibe la angustia de quien tiene que cambiar de política de un día para otro. Lo que no encaja en todo esto es la sorpresa que el presidente aparenta cuando Javier Vallés le comunica los datos de la EPA y que le lleva a pasar la noche en vela.
Esta cifra normalmente no es más que una reafirmación de lo que se ha ido adelantando con los datos de paro registrado de los Servicios Públicos de Empleo. Pero el expresidente asegura que fue un "durísimo golpe" que puso al límite su "capacidad de encaje". ¿Qué pensaba que iba a ocurrir? ¿Que los datos que cada mes salían de los SPEE iban a desaparecer como por ensalmo?
Pactó con Solbes... y ¿mintió? a los españoles
"Con Pedro Solbes tenía, desde las elecciones de 2008, el compromiso de que no estaría toda la legislatura y de que al cabo de un año, más o menos, dejaría el Gobierno (página 185)".
Rodríguez Zapatero apenas nombra a Pedro Solbes en su libro. Son sólo cinco menciones y en temas de menor importancia. El exministro, en el suyo, sí repasa con detenimiento (y deslizando varias críticas de calado) aquellos últimos meses de 2008 y primeros de 2009, pero parece que su antiguo jefe no le paga con la misma moneda.
Pero el apunte sobre la crisis de Gobierno que acabó con su salida de Economía sí tiene enjundia. El expresidente asegura que había pactado con Solbes su salida un año antes. O lo que es lo mismo, que se presentó a las elecciones de 2008, con una crisis en ciernes, sabiendo que se iría en unos meses. A pesar de todo, puso de número 2 al alicantino como garantía de solvencia en los asuntos económicos, de conocimiento de la administración, de sensatez en la gestión... Tiene toda la pinta de que reconoce que estaba mintiendo a los españoles, porque sabía que su compañero de cartel no duraría ni un cuarto de legislatura. ¿Fue sólo un recurso electoral para no perder votos?
Los mercados tienen manos... y no son invisibles
"En mi experiencia, esa mano invisible que mueve los mercados no es ni mucho menos invisible. Comprobé por mí mismo que la afirmación, en la que yo también creía, de que los mercados no tienen cara y ojos es falsa. Los tienen, yo tuve enfrente algunas de esas caras y esos ojos (página 49)".
Los "mercados" son una de las obsesiones de Rodríguez Zapatero. A lo largo del libro, su presencia es constante. Prácticamente todas las decisiones complicadas son explicadas por referencia a esta maléfica influencia, que en un momento dado "tomó la delantera" a los gobiernos. Incluso cita a Barack Obama, el hombre más poderoso del mundo, que en una reunión del G-20 aseguró: "Éste es el mundo que hemos construido y que hay que cambiar, pero hoy por hoy nuestro margen de maniobra es reducido".
En realidad, es una reafirmación más de la tesis general del libro: España sufrió un ataque inesperado e injusto, que no podía preverse y que no tenía ninguna causa en los fundamentos de nuestra economía. Lo dice el presidente que incumplió durante tres años los objetivos de déficit, que cerró esos tres ejercicios con unos números rojos de más de 100.000 millones de euros (el 9% del PIB y más del 25% de la recaudación), que se sacó de la manga el Plan E o el cheque-bebé y que asegura en varias ocasiones en estas memorias que no estaba dispuesto a tocar el gasto social. Es el mismo político que se asombra de que los inversores no quisieran prestarle dinero a España y se retirasen asustados pensando que quizás llegase un momento en el que no les devolverían los préstamos. Claro, son los malvados "mercados", que sí tienen cara aunque, curiosamente, Rodríguez Zapatero tampoco se la pone.
Tres días antes... no sabía nada
"Debo confesar que el desarrollo y el resultado de la reunión fueron más duros de lo que podía prever. Sabía que nos iba a tocar asumir compromisos. Pero no pensé que de una manera tan inmediata y concreta (página 103)".
El socialista narra la reunión que Elena Salgado tuvo en Bruselas el domingo día 9 de mayo y que él siguió por llamadas de teléfono y SMS. Habla de "angustia, vacío y soledad". Pero quizás lo más sorprendente es que repite en varias ocasiones que a lo largo de esos días, del 7 al 9 de mayo, en ningún momento preveía lo que se le venía encima. Grecia estaba en situación de quiebra técnica. Los alemanes o finlandeses no querían cargar con un rescate de unos vecinos a los que veían como irresponsables y poco dados al compromiso. España estaba con el agua al cuello. Y el presidente del Gobierno asegura que no podía imaginarse que tres días después, el famoso 12 de mayo, iba a tener que presentarse en el Parlamento para anunciar el mayor paquete de recortes de gasto de las últimas décadas.
Luego cuenta que Salgado le llamó y que sobre la marcha se pusieron a negociar con Bruselas sobre el margen que había. Que en la UE querían una reducción del 3% y que se ofreció el 1,5% que al final se acordó. Según su propia confesión, fueron las jornadas más importantes de la historia reciente de nuestro país. Puede que lo fueran, pero no parece que se caracterizaran por una gran preparación.
El día en que Durán salvó... ¿a España?
"Mi decisión, en caso de perder la votación [del 27 de mayo de 2010], hubiese sido disolver las Cortes y convocar elecciones. Es bastante probable que la situación hubiese desembocado en un caos en los mercados y, en último término, en una intervención del país (página 115)".
Rodríguez Zapatero asegura que fue el momento más tenso de su vida parlamentaria. La votación sobre el tijeretazo. Sólo tenía seguros los votos de su grupo, junto a la abstención de CC y UPN. Con eso no era suficiente. Era necesario que CiU se abstuviera. Y lo hizo. A pesar de la dureza del discurso de Josep Antoni Duran i Lleida. Al final, el resultado fue de 169 a favor, 168 en contra y 13 abstenciones.
¿Qué hubiera pasado en caso de ganar el No? ¿Elecciones? ¿Y se hubiera presentado Zapatero? ¿Cuál habría sido el resultado? En aquel momento las encuestas no eran tan malas para el PSOE como un año y medio después. ¿Habría habido tercera legislatura? ¿Habría soportado España esa campaña electoral? ¿Habría llegado el rescate? ¿Y eso habría sido tan malo? Nunca se sabrá, para el expresidente, aquel fue un momento de alivio. El día en que Durán salvó a España (aunque no se sabe muy bien de qué).
"Confidencial"... bueno, no tanto
"Carta del presidente del Banco Central Europeo al presidente del Gobierno de España. Estrictamente confidencial (página 248)".
Los cuatro folios más polémicos del libro. El expresidente del Gobierno reproduce la carta que Jean-Claude Trichet le envió y en la que la hacía una lista pormenorizada de las reformas a las que debía comprometerse España si quería recibir la ayuda del BCE en forma de compra de deuda. El documento tiene mucho interés, porque refleja perfectamente lo que los ejecutivos españoles (primero el del PSOE y luego el del PP) han ido haciendo desde entonces. Prácticamente han ido siguiendo paso a paso las recomendaciones/exigencias del francés.
Pero lo curioso no es sólo eso. La carta está encabezada con un clarísimo "Estrictamente confidencial". Y no hay ninguna mención a que se haya pedido permiso al BCE. Pero eso no es óbice para sacar partido de este documento que recibió no como José Luis Rodríguez Zapatero, sino como presidente de España. Por cierto, la carta es probablemente sea una de las partes más interesantes del libro. No parece que a Zapatero le haya causado ningún tipo de angustia su publicación. Era "estrictamente confidencial"... pero quizás no tanto.