El futuro del imperio del donut español es cada vez más incierto. La compañía, en preconcurso de acreedores desde hace un mes, ha dejado a un lado, de momento, la opción de solicitar el concurso de acreedores tras lograr este jueves un nuevo preacuerdo con los sindicatos. Este pacto será sometido a la consulta de los trabajadores este fin de semana en cada una de las plantas de la enseña pastelera.
Panrico y los representantes de los trabajadores han acordado despedir a un máximo de 755 empleados entre los ejercicios 2013, 2014, 2015 y 2016. Además, el resto de trabajadores que permanezcan en la compañía verán reducidos sus salarios hasta un 27% durante esos años. Todos estos aspectos se mantendrán siempre y cuando la evolución del negocio en ese periodo de tiempo sea buena. Y eso es lo complicado, que la facturación de Panrico remonte el vuelo. La compañía pierde más 150.000 euros cada día, según fuentes conocedoras del proceso de negociación. Esto son nueve millones en dos meses y sin contar las seis semanas que lleva en huelga la fábrica de Santa Perpetua en Barcelona.
Los agujeros negros
Una de las decisiones más polémicas de los nuevos dueños se produjo en 2009, cuando se invirtieron más de 35 millones en cambiar el envoltorio tradicional de los Donuts y pasar a empaquetarlos de manera individual para reducir costes de desplazamiento y aumentar la duración del producto. Esta decisión fue un auténtico fracaso, ya que el consumidor dejó de asociar la frescura con la imagen de la compañía para considerarla una enseña industrial más.
En esos años, la crisis financiera comenzó a lastrar el consumo. Como en muchas otras empresas, las deudas, estimadas en unos 600 millones de euros, comenzaban a apretar demasiado los balances con la concesión de crédito prácticamente estancada. En 2010, la situación llegó al punto de que la banca acreedora tomó el control de Panrico.
Un año más tarde, el fondo de inversión Oaktree se hizo con el 80% de las acciones de la empresa de bollería para intentar reducir su deuda y solucionar sus problemas financieros. Pese a esa reducción de costes, la situación de Panrico no mejoraba. En los últimos cuatro años, acumula pérdidas de 700 millones de euros. En los últimos meses, la compañía, que lleva más de 50 años acercando la bollería a los hogares españoles, pierde más 150.000 euros cada día.
Es una situación insostenible. Además de por el cambio del envoltorio, la irrupción de las marcas blancas también ha impactado en su balance, ya que es complicado competir cuando "Mercadona te vende una caja de Donuts de media docena por lo que Panrico vende uno", aseguran a Libre Mercado fuentes de la empresa. Para la compañía es muy complicado competir de igual a igual con este tipo de productos, que tienen unos costes de producción significativamente más bajos, ya que no son frescos como los Donuts.
Fuentes de la compañía atribuyen su descenso en ventas, junto a los dos motivos anteriores, a un cambio en la tendencia del consumo hacia una alimentación mucho más saludable que no incluya bollería.
Y a todo ello, se suma una estructura de costes laborales insostenible en la actual situación. Los sueldos en cada una de las cinco plantas que la enseña tiene en España son un 32% superiores de media al de los convenios colectivos del sector de la alimentación y bebidas, que regula a estos trabajadores. En algunos casos, como el de la planta de Cataluña, el diferencial de sueldos es del 47% con respecto a la competencia. Es decir, en la fábrica de Santa Perpetua, en huelga desde hace seis semanas, un oficial de primera gana 27.307 euros al año frente a los 18.545 que marca el convenio provincial.
La planta de Paracuellos, en Madrid, por el contrario, es la que menor diferencial de costes tiene con el convenio colectivo que regula a los oficiales de primera en el sector de alimentación y bebidas.
Claves del preacuerdo
Dichos costes, junto a la caída del consumo y la competencia de las marcas blancas obligan a la empresa a reestructurar su plantilla para poder ser viable. Desde hace meses, negocian con sindicatos una salida lo menos dolorosa posible para las partes implicadas.
Este jueves han firmado un nuevo preacuerdo con los representantes de los trabajadores que dista muy poco del anterior. Los despidos alcanzarán a un máximo de 745 empleados entre 2013 y 2016. Para el resto, habrá rebaja de salarios de hasta un 27% para aquellos que no están dentro del convenio colectivo y de hasta el 18% para el resto. Las principales claves del preacuerdo, que será valorado por los trabajadores el sábado, se basan en:
- Un aumento de 23 a 25 días de indemnización por año trabajado.
- Se hace hincapié en fomentar las bajas voluntarias antes que los despidos.
- Hay un plan social, que no figuraba en el anterior acuerdo, para vigilar situaciones difíciles como familias en las que sus cuatro miembros trabajan en la empresa.