Las relaciones entre Bruselas y Berlín no pasan por su mejor momento. Desde que la semana pasada, la Comisión Europea expedientase a Alemania por su excesivo superávit exterior, la tensión entre el Ejecutivo de José Manuel Durao Barroso y el de Angela Merkel no ha hecho más que aumentar.
En la capital comunitaria se asegura que no se trata de "cuestionar la competitividad" del país germano, sino de verificar si su alto superávit "está afectando al funcionamiento de la economía de la Eurozona". Pero al Gobierno alemán no le ha hecho nada de gracia que las mismas autoridades que aplauden la laxa política presupuestaria del Banco Central Europeo (BCE) y se muestran comprensivas con los incumplimientos de déficit de los países rescatados ahora le señalen por algo tan revolucionario como ¡vender mucho al exterior!
Y en esto, desde España, hay quien ha comprado el argumento de la Comisión. Desde que comenzó la crisis Merkel ha sido el chivo expiatorio preferido de parte de la opinión pública española. Si había recesión o si Europa no salía de las dificultades con la misma rapidez que EEUU, se debía a que Alemania estaba empeñada en políticas de austeridad que tienen su demanda interna bajo mínimos. Claro, ahora llega Barroso y dice que quizás el desequilibrio exterior sea excesivo y todas estas voces se aprovechan para ajustar cuentas con la canciller.
De Guindos y García-Legaz
Eso sí. No todo el mundo se ha sumado al plan Anti-Merkel. Las dos principales voces del Ministerio de Economía han salido esta semana a defender a Alemania. El martes fue Luis de Guindos el que recordó que este país es el segundo socio comercial de España. Y en muchos casos nuestras ventas son de bienes que las empresas germanas usan en su propia producción. Vamos, que "nuestro interés es que sus exportaciones prosigan", asegura el ministro.
Este miércoles, el turno ha sido de Jaime García-Legaz, que ha aprovechado la rueda de prensa de presentación del Informe Mensual de Comercio Exterior de septiembre para realizar un par de apuntes en este sentido. Para empezar, se ha sorprendido de la polémica: "No tiene sentido criticar un modelo que es de éxito. Alemania sabe bien cómo manejar su economía". Pero además, ha incidido en el argumento de su jefe. ¿Es razonable pedir el enfriamiento del país que nos compra un 10% de nuestras ventas al exterior?: "Las cifras muy buenas de exportaciones de Alemania también serán buenas para las exportaciones españolas. Somos parte de su cadena de valor". Incluso, ha puesto como ejemplo a algunas de las grandes marcas de coches germanas, como BMW y Mercedes, de las que ha dicho que utilizan gran parte de componentes comprados en nuestro país, por lo que cualquier aumento de sus ventas al resto del mundo, será una gran noticia.
Alemania es el segundo socio comercial de España. De los 175.000 millones de exportaciones que las empresas españolas colocaron en el mercado entre enero y septiembre de este año, más de 17.600 millones fueron al país germano (más del 10%).
Por ponerlo en contexto, ahora que tanto se habla de los mercados emergentes o de las oportunidades en China, India o Brasil. Las ventas a Alemania superan el total de exportaciones a toda Asia. Y no sólo eso. También son mayores que las destinadas a África, América del Norte y América del Sur. Estados Unidos nos compra menos de la mitad que el país germano.
Habrá quién diga que un impulso a la demanda que anime las importaciones alemanas podría ayudar a España. Pero cuidado, un debilitamiento de sus exportaciones, a la inversa, podría ser un duro revés para las empresas de bienes o servicios intermedios. El mensaje que llega desde Bruselas es que Alemania lo está haciendo demasiado bien. En un momento en el que la recuperación de nuestra economía depende del sector exterior, De Guindos y García-Legaz no parece que estén muy por la labor de tocar precisamente esta cuestión.