El accidente del petrolero Prestige frente a las costas gallegas en noviembre de 2002 presagiaba un auténtico desastre para la pesca y el turismo de la región, motores clave para la economía gallega. Más allá de los apocalípticos presagios sobre el daño medioambiental, no faltaron estimaciones acerca de las cuantiosas pérdidas económicas que supondría el derrame de crudo.
Apenas dos meses después del suceso, salió a la luz el primer informe al respecto, en el que se calculaba un coste económico de 2.500 millones de euros derivado de las tareas de limpieza de la costa, pero lo peor eran las terribles repercusiones socioeconómicas que provocaría la marea negra a largo plazo, ya que se dejarían sentir durante, al menos, una década debido a los graves daños que sufriría la costa gallega. La organización ecologista Greenpeace también presagiaba por entonces un escenario devastador para la pesca y el turismo gallegos.
Ya en 2013, el informe oficial sobre el impacto del Prestige, empleado durante el juicio sobre el accidente, estimó que el daño total ocasionado a España fue de 4.334 millones de euros. En concreto, según el estudio Coste económico y medioambiental ocasionado por el hundimiento del Prestige, elaborado por la Universidad de Santiago de Compostela (USC), 2.300 millones se corresponden a Galicia y el resto se reparten por la costa cantábrica. Sin embargo, las nefastas consecuencias que en su día se vaticinaban sobre el futuro de la pesca y el turismo ya quedaban reducidas a poco más de 900 millones de euros: pérdidas de 500 millones en el sector turístico gallego y otros 400 en el pesquero.
Aún así, la foto más fidedigna para medir el impacto del accidente sobre ambas actividades estriba en observar su evolución durante esos años. La flota gallega, una de las más importantes del mundo, se vio afectada en 2002 y en 2003, pero en 2004 ya se había recuperado por completo. Según datos oficiales del sector, las capturas de marisco y pescado fresco bajaron desde las 143.000 toneladas en 2001 hasta las 124.600 en 2003, un descenso de casi el 13%, pero en 2004 su volumen superaba ya las 151.000 toneladas, un aumento del 21,3% interanual. En 2012, las capturas se situaron en 175.000 toneladas.
Asimismo, mientras que la facturación rozó los 335 millones de euros en 2003, un 2,6% menos que en 2002, ésta ya rondaba los 390 millones en 2004, tras subir un 16,5%, recuperándose así de forma muy rápida y sólida.
Otro dato importante a tener en cuenta es el valor agregado (VAB) de la actividad pesquera, ya que muestra su crecimiento y productividad, en definitiva, su capacidad para generar riqueza. El golpe del Prestige se observa en 2003, ya que el VAB de la pesca retrocede algo más de un 8% interanual. Sin embargo, una vez más, el sector se recupera con fuerza en 2004, con una VAB próximo a 643 millones de euros, tras crecer un 6,3%, para seguir avanzando a partir de entonces. Los informes científicos ya avanzaban en 2004 que el impacto medioambiental del Prestige sobre los fondos marinos había sido "mínimo", por lo que no causó el desastre que se vaticinaba en la pesca.
En cuanto al turismo, su evolución es incluso más favorable. La evolución del VAB y del empleo en la hostelería gallega, en donde se incluyen hoteles y restauración, muestra claramente que esta actividad ha crecido con fuerza durante toda la década, sin que el Prestige le afectara lo más mínimo, hasta que estalló la actual crisis.