El Gobierno de Rajoy ya podrá considerar suficientes las reformas llevadas a cabo y mostrarse confiado ante los brotes verdes que ve en el horizonte, pero lo cierto es que el FMI acaba de cuestionar su infundado optimismo con unas previsiones de crecimiento económico y de generación de empleo que resultan, simplemente, demoledoras.
Así, frente al crecimiento del 0,7% del PIB que contemplan los Presupuestos Generales del Estado de 2014, el informe semestral del FMI limita el crecimiento de España el año que viene al 0,2%. Además, también es más pesimista que el Ejecutivo de Rajoy respecto al paro: así, el FMI pronostica unas tasas de desempleo del 26,9% este año y del 26,7 el próximo, frente al 26,6 y 25,9 del Gobierno.
Algunos se consolarán con la obviedad de que el futuro no está escrito y de que habrá que esperar para saber cuál de las dos estimaciones resulta más acertada. Sin embargo, el optimismo de Rajoy está totalmente infundado aun si tomamos de referencia sus propias previsiones de crecimiento. Y es que encarar el último tramo de la legislatura sin haber conseguido que la economía crezca siquiera al 1%, tal y como prevé el propio Ejecutivo, o sin haber logrado que la tasa del desempleo baje del 25%, es un clamoroso fracaso y un incuestionable indicador de que, si ya hemos tocado fondo, vamos a permanecer mucho tiempo en él.
Lejos de protagonizar una recuperación en forma de V, fruto de una política auténticamente reformista y proclive a la rebaja de impuestos para acelerar y fortalecer la recuperación económica, este irreconocible PP nos condena a una recuperación en forma de L como resultado de una política desleal a sus principios y a sus votantes, caracterizada por apuntalar un sobredimensionado sector público, por el que ha incrementado salvajemente tanto la presión fiscal como el nivel de endeudamiento.
Así, no ha de extrañar que España vaya a protagonizar la recuperación más lenta y frágil del mundo desarrollado, tal y como pronostica el FMI; pronóstico que, como ya hemos apuntado, tampoco altera sustancialmente las propias previsiones del Gobierno del PP.
Rajoy podrá dar por finalizado un proyecto supuestamente reformista que escasamente ha practicado y que ahora ya ni siquiera predica, pero lo cierto es que su inmovilismo y su confianza en que los brotes verdes terminen por generar recursos suficientes para llenar las arcas de las administraciones públicas, nos condenan a una ridícula recuperación, a la que más valdría calificar de estancamiento.