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Los retos del sector

La industria española, a la cola en formación, competitividad, innovación y empleo

El sector secundario, el más castigado por la recesión, sigue a años luz de sus niveles de empleo e ingresos previos a la crisis.

La industria española se hunde. Como todo, dirán algunos. Quizás un poco más. Todos los sectores lo están pasando mal con la crisis, pero quizás el industrial sea el que más está sufriendo. Servicios y agricultura, mal que bien, están pasando estos años. Pero el sector secundario no reacciona. Así queda reflejado en diferentes estadísticas recogidas en el informe Hacia una nueva Industrialización elaborado por la Comisión de Industria del Colegio Oficial de Ingenieros Industriales de Madrid.

Por ejemplo, según datos de Contabilidad Nacional, en el primer trimestre de 2013, la tasa de variación interanual del sector primario (Agricultura, ganadería y pesca) era positiva (un 0,6%). Los servicios caían un 1,3%, sobre todo por el transporte. Mientras, la industria se hundía un 3,9%, con desplomes en algunos de los subsectores, como la construcción (-6,2%).

Los datos de la Encuesta Industrial a las Empresas que publica el INE son significativos. A finales de 2011 (último año completo con estadísticas) había en España 2.049.200 personas trabajando en la industria, 600.000 menos que en 2005. Esta fuerza laboral trabaja 3.500 millones de horas, mil millones menos que hace seis años. Y esto se ha notado. El importe neto de la cifra de negocio ha caído de 628.903 hasta 575.046 millones.

Formación

Con estas cifras encima de la mesa, lo lógico es que la sociedad española se pregunte qué está pasando. Evidentemente, en un sector con tantos problemas, no hay una única respuesta. Pero sí hay datos que apuntan a carencias graves, estructurales, que inciden decisivamente en la evolución de la industria. Son imágenes parciales, pero si se ponen todas juntas, casi es posible atisbar la totalidad del cuadro.

Lo primero para tener una buena industria es tener buenos profesionales. Y ésta es nuestra primera carencia. No porque los que hay no sean competitivos, sino porque no hay suficientes.

  • Formación básica: en la UE-27, el 23,2% de la población ocupada tiene la formación básica (el equivalente a la ESO) o menos. Mientras, en España ese porcentaje sube al 42,2%.
  • Secundaria superior: por el contrario, el 48,9% de los ocupados de la UE tiene bachillerato o FP. En nuestro país el porcentaje es menos de la mitad: 23%.
  • Terciaria: curiosamente, el porcentaje de universitarios es mayor en España (34,5%) que en el resto de la UE (27,8%).

La foto muestra un país con muchas personas que no tienen la cualificación mínima que normalmente requiere el mercado laboral: educación secundaria superior. Sin embargo, le sobran infratitulados o universitarios. Y no sólo eso, en lo que hace referencia a la educación secundaria, sólo el 35% de los alumnos españoles escoge FP (la rama más adecuada para luego trabajar en la industria), mientras que en la UE casi el 60% opta por este camino.

Esto no está cambiando en los últimos años. En el último informe de la OCDE sobre educación se puede comprobar que entre los españoles de 25 y 34 años, sólo el 65% tiene educación secundaria superior, frente al 82% de media en los países ricos.

Mercado laboral

El problema es que las cosas no mejoran especialmente cuando los estudiantes dejan de serlo y pasan a formar parte del mercado laboral. Las empresas españolas, especialmente las del sector industrial, llevan décadas lamentándose de que no existe ningún tipo de relación entre las escuelas y las factorías.

El Gobierno ha puesto en marcha un proyecto de FP-Dual que en teoría está destinado a paliar esta carencia. La idea es que los chicos de entre 14 y 18 años que escojan FP combinen los estudios en el instituto con su primer empleo, ganándose incluso unos eurillos. Pero habrá que ver cuándo y cómo se pone en marcha, y cuántos alumnos se benefician.

En cualquier caso, los problemas no se acaban ahí. El mercado español de trabajo tiene sus propias carencias, de las que la alta temporalidad es una de las más preocupantes. La dualidad de la legislación divide en dos a los trabajadores: indefinidos y no indefinidos, tanto si las tareas que se les encomiendan son verdaderamente para empleaos eventuales (reforzar una campaña puntual) como si son para puestos fijos. Cuando llega una crisis, son los temporales los que sufren las consecuencias. De hecho, desde 2007, el número de empleos de estas características ha caído en casi dos millones, mientras que el número de indefinidos casi permanece constante.

En lo que tiene que ver con la industria, hay algunos datos muy significativos. Por ejemplo, España, en 2007, llegó a tener un nivel de empleo para los licenciados en secundaria cercano a la media de la UE: 71,2% frente al 71,5%. Pues bien, desde ese momento, mientras nuestros vecinos veían caer un poco esta ratio (hasta el 69,9%), en España se desplomaba hasta el 61,9%. Son casi 10 puntos menos. El descenso es seis veces superior al que sufre el resto de Europa.

Esto tiene unas implicaciones importantísimas para todos los sectores, pero especialmente para la industria. Para la productividad de un trabajador, mantener su empleo, tener formación en la empresa y dominar su puesto de trabajo es fundamental. Tomando una terminología en desuso, podríamos decir que lo lógico es que el empleado se esfuerce por pasar de aprendiz a oficial y luego a maestro. Y lo normal es que la empresa lo fomente. Pero la estructura dual del mercado laboral se carga esta evolución y eso tiene consecuencias.

Peso de la industria

Así pues, los problemas del sector industrial, buena parte de ellos derivados de los perversos sistemas educativo y laboral de España, queda reflejado las estadísticas. España ocupa los últimos puestos en diferentes ranking de competitividad, innovación y tecnología (según datos de 2009). Tanto que, según las tablas que maneja la Oficina de Estadística de la UE, Eurostat, España ocupa el puesto número 22 de los 27 países de la UE en participación del sector industrial (manufactura, extracción, energía y agua) en el valor añadido del país con el 15,4%.

Esta posición nos coloca lejos de la media de la UE-27 (18,1%) y muy lejos de los primeros puestos que ocupan países como República Checa con el 29,3% o Irlanda, con el 26%. Alemania ocupa el octavo lugar con una contribución del sector industrial al valor añadido del país germano del 22,4%. En este caso, Reino Unido y Francia reciben peores calificaciones que España.

Patentes

Uno de los indicadores más significativos del nivel de industrialización y posicionamiento en desarrollo tecnológico y de innovación es el que se refiere al número de patentes concedidas. Este indicador no habla solo de grandes genios o académicos brillantes que después de muchas horas de estudio e investigación y gracias a la mejor tecnología punta logran concebir una innovación tecnológica que patentar. En la mayoría de las ocasiones estas patentes surgen en las cadenas de montaje, donde los profesionales industriales conciben mecanismos, herramientas o métodos de desarrollar mejor, más rápidamente y de forma más segura su trabajo diario.

Según datos de la OCDE, España ocupa los últimos puestos en el rankin de patentes triádicas concedidas en porcentaje sobre el total mundial. Las patentes triádicas, definidas así por la OCDE, son las que se conceden con efectos conjuntos en la Oficina Europea de Pantentes, la Oficina estadounidense de Patentes y Marcas y la Oficina Japonesa de Pantentes. Son las consideradas de mayor valor comercial. Así, España representaba en 2009 un 0,5% de las patentes sobre el total mundial, frente a la número uno del ranking, Alemania, con el 12% de las patentes, seguida de Francia, Corea y Reino Unido.

También estamos a la cola si la estadística es el número de patentes triádicas por millón de habitantes. En el mismo año, 2009, España presenta 5,1 patentes por cada millón de habitantes frente a Suiza con 112,5, Japón con 101,9 y Alemania con 68,2.

Pero si hay una estadística en la que España aparece en último lugar es la de artículos científicos por millón de habitantes en los países del mundo más productores. En 2010, España sólo presentaba 1.446 artículos científicos por millón de habitantes, frente a los 4.005 de Suiza o los 2.954 de Dinamarca, que encabezan el ranking.

Inversión en I+D

Ante esta situación, la inversión en Innovación y Desarrollo tampoco destaca en nuestro país. Según los datos que maneja Eurostat, España es de los países que menos invierte en I+D de los principales países de la UE-27. En 2010, mientras nuestro país estaba a la cola en esta estadística, EEUU encabezaba el ranking, seguido por la media de los países de la UE-27, Japón, China, Alemania, Francia, Reino Unido, Corea del sur e Italia.

Competitividad

Todo esto hace que la competitividad de nuestra industria haya caído y se encuentre en los últimos puestos de los ranking de competitividad entre los países desarrollados. Según el índice de Competitividad Global 2012-2013 España ocupa el puesto número 36 por detrás de países como Puerto Rico, Estonia o Malasia. Suiza, Singapur y Finlandia encabezan este listado donde países de nuestro entorno como Alemania o Reino Unido ocupan los puestos 6 y 8 respectivamente. Estados Unios está en el 7. España, en esto sí, supera a Italia.

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