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María-Teresa Estevan Bolea

La reforma eléctrica: efectos en la industria

En 2012, el precio que pagó la industria española por la electricidad fue un 66% más caro que en Francia y un 23% más que en Alemania.

Después de muchos meses, el Gobierno ha adoptado unos acuerdos, recogidos en el Real Decreto-Ley 9/2013, que pretenden garantizar la estabilidad financiera del sistema eléctrico. Es difícil llamar a eso reforma eléctrica porque es parcial. En gran medida, es sólo financiera y no tiene en cuenta los aspectos básicos tecnológicos para la garantía del suministro eléctrico (algo fundamental cuando tratamos de un producto, la electricidad, que no se puede almacenar) y tampoco encara otras medidas encaminadas a resolver los actuales problemas económicos del sector de forma definitiva. Me parece que esta reforma es otro parche y necesitará nuevas medidas de todo tipo.

La industria (toda ella) necesita una energía a precios compatibles con su necesaria competitividad y todo lo que se ha hecho en los últimos años va en dirección contraria. ¿No hay ingenieros en el Ministerio de Industria? Desde 1998 llevamos 33 reformas.

Es verdad que la deuda de los consumidores con el sector eléctrico es altísima. El déficit de tarifa generado desde el año 2000 asciende a 36.786 millones de euros, según la Comisión Nacional de la Energía. Parte de esta deuda se ha titulizado y liquidado. La deuda restante es de 26.062 millones de euros: 18.914 millones los tiene el Fondo de Amortización del Déficit Eléctrico (un 72,57%); 4.035 millones (el 15,48%) está en manos de las cinco grandes compañías eléctricas y 3.113 millones (el 11,95%) lo tienen terceros.

Es evidente que estos desajustes se deben, en gran medida, a las disparatadas primas asignadas al régimen especial desde el año 2004. En 2012, las primas al régimen especial alcanzaron más de 8.500 millones de euros, que generaron un déficit de tarifa de 5.609 millones de euros. Las primas en 2013 podrían ascender a 10.500 millones de euros; de ahí la recaudación obtenida por los gravámenes establecidos en 2012 y 2013 y los actuales de 4.500 millones más para cubrir estas cifras.

El sistema financiero acumula deudas de 30.000 millones de euros de las renovables; 20.000 millones los tiene la banca española (pero qué mal invierten) y 10.000 millones los fondos y banca extranjera. El sector fotovoltaico, con 4.410 MW instalados, tiene una deuda de 18.000 millones de euros (14.000 millones la banca española); la termosolar, con 1.878 MW instalados, tiene una deuda de 9.000 millones (6.000 la banca española) y el sector eólico, con 22.362 MW instalados, debe 17.500 millones, teóricos, porque en gran parte están amortizados.

En industrias básicas – metal, fenoaleaciones, cemento, química, etc. – la incidencia del precio de la electricidad se sitúa entre el 20-40% del coste del producto. En el año 2012, el precio que pagó la industria española por la electricidad fue un 66% más caro que en Francia y un 23% más caro que en Alemania. En 2013 los precios se incrementaron ya un 7% y ahora vuelven a subir. ¿Cree alguien que esto es sostenible? ¿Cree alguien que así se puede competir exportando?

En usos domésticos, la subida anterior representó una electricidad un 30% más cara que en otros países. Es difícilmente soportable, pero es más grave la situación de la industria porque el primer problema de España es la necesidad de generar empleo y eso tiene que hacerlo (o empezar, al menos) la industria. Estos altísimos precios son el camino para la deslocalización de inversiones, actividades y desarrollos tecnológicos.

Por otra parte, reducir ingresos a las redes – sobre todo en distribución – es suicida porque está en juego la garantía de suministro y no hay electricidad más cara que aquella de la que no se puede disponer en todo momento. Y termino donde empecé. Deben recordar los que toman medidas que la electricidad no se puede almacenar y hay que generarla, transportarla y distribuirla en el momento en que se demanda.

También tenemos un gran exceso de capacidad, con lo que parece obligado parar totalmente cualquier nueva instalación. Tenemos 108.296 MW instalados. En el régimen ordinario, que garantiza plenamente el suministro, 69.290 MW y en el régimen especial, que requiere un soporte del régimen ordinario, 39.006 MW. Las puntas de demanda no superan los 45.000 MW.

Es urgente modificar las condiciones del mercado eléctrico, que ya no sirven; negociar la parada (indemnizando las inversiones) de muchas plantas no gestionables e innecesarias y reestructurar a fondo el sector. Lamentablemente, es posible que en 2014, si seguimos así, sólo con medidas financieras, volvamos a tener déficits de tarifa no cubiertos.

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