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Los profesores españoles: bien pagados, mal tratados

Los maestros españoles cobran más que sus colegas en otros países; pero, sin estímulos correctos, no se logra una mejora sustancial en los resultados.

Los maestros españoles cobran más que sus colegas en otros países; pero, sin estímulos correctos, no se logra una mejora sustancial en los resultados.
Imagen de archivo de un aula en un colegio en España | EFE

Si un país quiere tener un sistema educativo de calidad, lo mejor es que cuide a sus maestros. Ésa es la clave, así lo dicen los principales estudios internacionales, como el que este martes presentó la OCDE en Madrid. Ni ordenadores, ni pistas de baloncesto, ni más gasto en bruto. El profesor es lo más importante para conseguir buenos resultados.

Por otro lado, tanto en lo que tiene que ver con criterios académicos (ver calificaciones del informe PISA), como en lo que hace referencia a las consecuencias económicas (paro, salarios de los licenciados, eficiencia del gasto público), nuestro sistema educativo hace aguas. Los estudiantes tienen menos habilidades que sus pares en el resto de Europa y luego eso se traduce en altas cifras de desempleo y sueldos más bajos.

¿Qué hacer para solucionarlo? Pues con estas premisas, parece que la respuesta es sencilla: contratar buenos profesores. ¿Y qué hay que hacer para conseguir maestros de calidad? También parece lógico: hacer que éste sea un trabajo atractivo.

En este sentido, hay que decir que los datos del informe de la OCDE Panorama de la educación 2013 apuntan una cierta contradicción. Por un lado, los profesores españoles están bien pagados. De hecho, en algunos indicadores son los más privilegiados de la OCDE (el grupo que engloba a los 34 países más desarrollados). Pero eso no ha conseguido los resultados buscados: en fracaso escolar, nivel académico y resultados laborales, el sistema educativo no funciona. ¿Qué está pasando? Hay muchas respuestas, pero viendo los datos parece claro que a los maestros españoles les pagamos relativamente bien, pero les tratamos bastante mal.

Los datos

Uno de los aspectos que destaca el estudio presentado es el relativo al sueldo del profesorado. Si se compara el salario de los profesores en España con el salario medio en el conjunto de los países de la OCDE y de la UE-21, se observa que en nuestro país el salario inicial es más alto tanto en Educación Primaria, como en Educación Secundaria. Incluso después de 15 años de carrera, los salarios están por encima de la media en ambos casos.

La retribución inicial media en 2010 (siempre en paridad de poder adquisitivo) era de 35.881 dólares (unos 27.600 euros), por 28.854 dólares de media en la OCDE (unos 22.000 euros) y 29.123 dólares en la UE-21 (unos 22.400 euros). Sólo en EEUU, Alemania y Holanda cobran los nuevos maestros más que en España. Y la misma tendencia se puede observar en los profesores con 15 años de experiencia y los que cobran el máximo nivel de escala (ver cuadro, click para ampliar).

Eso sí, también hay que tener en cuenta que en España los profesores de Educación Secundaria alcanzan la retribución máxima en la escala después de al menos 35 años de carrera, al igual que ocurre en países como Hungría, Israel, Italia o Corea. En cambio, en Australia, Dinamarca, Estonia, Nueva Zelanda o Escocia, los profesores pueden lograr el salario máximo en la escala después de 6-9 años.

Sin embargo, España no premia con bonos o incentivos por distintas características o actividades o a los profesores que lo hagan mejor. La OCDE divide los criterios para determinar los sueldos de los maestros en 16 apartados: alumnado con características especiales, desempeño, realización de cursos de formación, notas de sus alumnos en exámenes externos...

Pues bien, España es uno de los países en los que menos de esos criterios se utilizan. De hecho, sólo hay cuatro condicionantes que influyan en el sueldo de un maestro: tiempo en el cargo, responsabilidades de gestión (vamos, ser director o jefe de estudios u otro cargo interno), dar clases extras y demostrar una titulación superior. Nada más. En la mayoría de los sistemas educativos europeos, hay muchos más factores que determinan su remuneración, incluyendo los resultados de sus alumnos.

Como puede verse en el cuadro superior (click para ampliar), los salarios de los profesores españoles son altos en comparación con otras profesiones que requieren un nivel de cualificación similar, tanto en Educación Primaria como en Educación Secundaria. Según este informe, son un 23% y un 40%, respectivamente más altos que los salarios medios de los titulados universitarios que se dedican a otras ocupaciones. Es cierto que en los últimos años, todos los funcionarios han sufrido recortes en sus pagas, pero aún así, el maestro español sigue por encima, en este aspecto, de sus colegas de otros países.

Por ejemplo, en la OCDE y la UE-21, los sueldos de los profesores casi siempre están por debajo de los que cobran sus vecinos con estudios universitarios. En la OCDE, la media nos dice que los profesores de Secundaria cobran un 11% menos que los licenciados de su país y los de Primaria un 18% menos.

Quizás alguno podría pensar en que las condiciones de trabajo son mucho peores. Pero en las ratios más clásicas tampoco hay mucha diferencia. Por ejemplo, en España, el número de estudiantes por aula en Primaria es de 20,1, por debajo de la media de la OCDE (21,3) y casi al mismo nivel que la UE-21 (19,9).

Y en la clasificación del tamaño estimado (tiene en cuenta el número de materias a las que asiste cada alumno) la proporción es incluso mejor. En Primaria, por ejemplo, el número de alumnos por profesor es de 13,1 frente al 16,1 de media en la OCDE y la UE-21. De hecho, sobre el tamaño de la clase y la ratio alumnos/profesor hay distintos estudios que coinciden en señalar que el argumento a favor de suministrar más recursos o reducir el tamaño de las clases para mejorar el rendimiento educativo no parece muy sólido. El tamaño de la clase influye negativamente cuando es considerable, a partir de unos 40 alumnos, pero es un factor menos significativo cuando el tamaño de partida es reducido.

Por otro lado, el informe de la OCDE indica que nuestros profesores destacan en el número de horas que dedican a impartir clase. Este número es más alto que el promedio de la OCDE o de la UE-21, tanto en Primaria como en Secundaria. Vamos, que los niños españoles no sacan malas notas porque sus maestros estén poco tiempo en el aula.

Autonomía y control

Hace unos meses, en Libre Mercado, ya explicamos cómo estaban seleccionando y formado a sus profesores los sistemas educativos con mejores calificaciones en los exámenes internacionales. En estos países, el acceso a la carrera docente es muy exigente y también lo son las condiciones para permanecer y mejorar en la misma. Es decir, se busca a los mejores y luego se les paga de acuerdo a su desempeño, incluyendo bonos e incentivos a los que mejor lo hacen.

En este sentido, hay que apuntar que en pocos países los profesores son funcionarios clásicos, con las características que tienen en España. En la mayoría de los casos (incluso cuando son trabajadores públicos) tienen sistemas de contratación, carrera profesional y despido similares al de los empleados del sector privado de otros sectores.

Además, en una profesión como la de maestro, no sólo importa el sueldo. Éste es un trabajo muy vocacional. La evidencia de los estudios sobre este tema apunta a que los profesores también buscan otro tipo de incentivos.

En PISA se repite una y otra vez que los países que mejor lo hace son aquellos que otorgan autonomía a sus escuelas y que luego controlan sus resultados. Es decir, por un lado, se permite a los maestros y a los claustros que se organicen, tanto en lo que hace referencia a cuestiones académicas como disciplinarias. Por otro lado, se mide su rendimiento (normalmente con exámenes externos a escala nacional o regional). Y luego se premia a aquellos que lo están haciendo mejor. El resultado es un maestro feliz: reconocido por la sociedad, que tiene confianza en lo que hace porque ha diseñado su trabajo y al mismo tiempo sabe que los buenos resultados tendrán su premio. Autonomía y control estricto de resultados: ésa es la receta del éxito.

Es evidente que en nuestro país no seguimos estos principios. Sí, no pagamos mal a los maestros, pero luego no les incentivamos correctamente. Las decisiones se toman burocráticamente, en el Ministerio o la Consejería. Y el grado de autonomía es mínimo, tanto en cuestiones académicas como disciplinarias. En nuestro país, presentar a 10 alumnos con sobresaliente a la selectividad o conseguir que una clase de repetidores acabe aprobando y reenganchándose al sistema se recompensa con una cifra redonda: 0 euros.

El círculo vicioso

Todo empieza mal con las oposiciones. Los colegios tienen muy poca capacidad de decisión sobre su fuerza laboral. Además, en muchos casos, cuenta más el número de años trabajando como interino y otras cuestiones similares que la nota del examen. Es decir, no se premia la capacidad sino otro tipo de criterios. Para empezar, esto desincentiva a muchos jóvenes brillantes que podrían querer ser profesores, pero que sienten que tendrán que gastar mucho tiempo para tener una plaza, porque no tienen los famosos puntos.

Una vez que un profesor ha aprobado una oposición se encuentra con un sueldo inicial bastante elevado para su edad. Pero ahí se acaban los estímulos. Desde el punto de vista económico, sabe que la mayor parte de su sueldo depende de la antigüedad, no de su desempeño o de las notas de sus alumnos o del grado de mejora de los chicos con peores notas. Y además, verá cómo sus compañeros más desaprensivos se benefician de este mal diseño del sistema: habrá quien trabajando mal siga cobrando el mismo sueldo cada mes.

En lo que hace referencia a cuestiones no económicas (realización personal, valoración del trabajo bien hecho, respaldo social) tampoco las cosas son mucho mejores. No tiene ninguna herramienta para cambiar las cosas. Ni puede decidir qué se estudia en su aula, ni cómo se estudia ni qué tipo de premios/castigos se merecen los que se porten bien/mal. Tiene las manos atadas ante el sistema.

Luego, habrá quien se extrañe de que cunda el pesimismo, que sea una de las profesiones con más tasa de absentismo o que personas que llegaron a la profesión con una gran vocación acaben acomodándose. En realidad es la reacción lógica a los estímulos que reciben. Y de esta manera se va cerrando un círculo vicioso:

  • Los maestros no tienen incentivos para mejorar cada día,
  • tampoco tienen control sobre lo que hacen,
  • su rendimiento y el de sus alumnos se ven afectado por estas restricciones,
  • la sociedad recela de su trabajo porque no ve resultados,
  • la imagen del profesorado se hunde
  • aún hay menos incentivos para tratar de cambiar la situación

"Es un problema ideológico"

De la misma opinión es José Antonio, profesor catedrático de Educación Secundaria desde hace 34 años en Cieza (Murcia). "Ni yo, ni mis compañeros echamos en falta" un sueldo digno, cuenta a este diario. Él en concreto, al ser catedrático, pero fundamentalmente por los años de antigüedad que acumula, cobra 2.400 euros al mes. Su mujer, también maestra y con una antigüedad similar, tiene un sueldo parecido. Más que suficiente para un municipio como Cieza.

Pero aún así la desmotivación cunde entre los compañeros. El trabajo diario "no se valora", lamenta José Antonio. Se echa en falta entre los profesionales de la educación un sistema similar al que tiene otros países; es decir, incentivar su labor de una u otra forma y una mayor autonomía tanto para ellos como para el centro. "Desde 1990 se viene hablando de lo mismo", de la necesidad de que los colegios o institutos tengan una mayor capacidad de decisión. Pero se queda "en papel mojado". En los centros públicos el currículo, las horas de clase... todo "está fijado al milímetro".

"Entre los mismos compañeros, cuando hay posturas encontradas sobre algún asunto, al final la conclusión siempre es la misma: ‘vamos a llamar al inspector a ver qué se puede hacer y que decida él’", relata. Esta es la situación real; el día a día de los centros públicos españoles. Y es que "por encima de nosotros" está la administración. Por eso, suspira, "a ver si efectivamente se consigue" una mayor autonomía real.

Pero lo que está claro es que afecta a la credibilidad y prestigio de los profesores ante sus propios alumnos. Y pone un ejemplo: "En el instituto hace unos días un alumno que tenía un problema se dirigió a un bedel antes que recurrir a un profesor".

"Este círculo vicioso es muy difícil de romper", reconoce. Sin embargo, tanto él comos muchos de sus compañeros coinciden en que "hay que cambiar esto". Los "partidos de derecha y de izquierda" tienen que "dejar de lado la ideología", porque este inmovilismo "es un problema ideológico", fundamentalmente, opina. "Todo el mundo está de acuerdo en que hay que dejar de lado la ideología" y modificar lo que no funciona. Y es que, todo es mucho más fácil en el fondo: el día a día en un colegio "no está ligado" a las leyes educativas.

Por su parte, María Ángeles -licenciada en Biología, con dos oposiciones a sus espaldas y profesora en un instituto público de Cádiz- opina básicamente lo mismo. "Estamos cada vez menos valorados" y "desmotivadísimos". Cada vez más horas de trabajo, que se dedican la mayoría de ellas a reuniones y cursillos que no sirven "para nada". Sólo para aquellos que necesitan puntos por traslado, por ejemplo.

Los padres contribuyen en la mayoría de los casos a esa pérdida de interés de los maestros. No son conscientes de que los profesores son "personas que han hecho una carrera universitaria, que han tenido que pasar unas oposiciones..." Conciben los colegios como "aparcaniños, como guarderías" y que "ni se te ocurra levantarles la voz" a los alumnos. "Muchos padres de estudiantes de 18 años que tienen casi todo el curso suspendido y en vez de matricularles en FP, por ejemplo, te dicen: 'no, que se queden aquí, que están más recogiditos'". Hay que evaluar, en primer lugar, "qué visión tenemos de la enseñanza: si es un aparcaniños donde dejarlos durante unas horas o un lugar de enseñanza", opina, y añade: "Es necesario un cambio de mentalidad".

Cree, asimismo, que con los recortes que se han llevado a cabo se limita también la autonomía de los centros. En Andalucía, los ajustes realizados por el gobierno de la Junta han supuesto en su instituto menos profesores y que haya desaparecido, por ejemplo, la clase de francés. Y es que se invierte mal en Educación. "No se lo gastan donde se lo tienen que gastar".

Datos

La mayoría de los siguientes datos están extraídos del documento Manifiesto para mejorar el rendimiento del sector educativo en España, publicado por Fedea en mayo de 2012.

  • La importancia económica de la educación: 100 puntos más en los exámenes de PISA implican un crecimiento anual del 2% del PIB adicional. Esto supone doblar la renta del país en 40 años.
  • Según PISA, España es el segundo país que menos autonomía concede a las escuelas para decidir sus estudios o seleccionar a los profesores de Europa. Sólo Grecia lo hace peor en este aspecto.
  • Los países que conceden autonomía a las escuelas y controlan su rendimiento a través de exámenes estandarizados tienen los mejores resultados. Hasta un 76% más elevados que los que no lo hacen.
  • El 16% de los alumnos españoles de los colegios públicos ve su proceso de aprendizaje muy afectado por interrupciones en clase. Es el mayor porcentaje de toda Europa.
  • Sustituir al 10% de peores profesores por maestros de nivel medio nos llevaría al nivel de Canadá en PISA (3ª en lectura y 4º en matemáticas y ciencia).

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