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Daniel Hannan: "Europa apuesta por curar su borrachera con más alcohol"

Es uno de los eurodiputados conservadores más influyentes del momento. En una entrevista con Libre Mercado carga contra Bruselas.

El pasado fin de semana (1 y 2 de junio), el Hotel Wellington de Madrid acogió una cumbre de la AECR, la Alianza Europea de Conservadores y Reformistas. La jornada contó con la presencia de diferentes políticos, periodistas y economistas que conversaron sobre el futuro de la Unión Europea.

El invitado internacional más destacado de la cumbre era, sin duda, el eurodiputado Daniel Hannan. Nacido en Lima, Hannan es uno de los eurodiputados conservadores británicos más influyentes del momento. Libre Mercado aprovechó su presencia en Madrid para hacer la siguiente entrevista.

Pregunta: Las historias del despilfarro en la Unión Europea son ya casi legendarias. ¿Cuál es la más reciente que ha conocido?

Respuesta: Pues no hace mucho, el Presidente de la Comisión Europea y el Presidente del Consejo Europeo, Durao Barroso y Van Rompuy, se desplazaron a la misma cumbre… En dos jets privados distintos. Y eso, a pesar de que sus agendas eran prácticamente idénticas. Evidentemente, esto enfada mucho a los contribuyentes, pero lo cierto es que, cuando ponemos todo en perspectiva, hay cosas mucho peores.

¿Por ejemplo?

Por ejemplo, buena parte de los eurodiputados no pagan impuestos como correspondería a su nivel salarial sino que tributan de acuerdo con el llamado "impuesto comunitario". ¿En qué consiste? Básicamente, se trata de un gravamen de tipo único (flat tax) fijado por debajo del 15% y vigente desde 2009. Curiosamente, estos eurodiputados que pagan tan pocos impuestos son los mismos eurodiputados que celebran grandes debates para pedir que "malvadas" multinacionales capitalistas paguen más impuestos al Fisco.

Pero el descontrol es generalizado. De acuerdo con la Corte de Auditores, solamente el 11% del gasto de la Unión Europea puede ser justificado de forma clara y definitiva. Semejante entorno explica que todo tipo de empresas, ONGs y grupos de interés acudan a Bruselas como abejas al panal: lo hacen porque el propio sistema invita a ello.

Numerosos países europeos han decidido implantar un impuesto a las transacciones financieras, conocido como la Tasa Tobin. Gobiernos como el español se sumaron a la iniciativa en primera instancia, pero conforme pasa el tiempo hay cada vez más miedo a las consecuencias negativas de este gravamen.

El problema es que ese impuesto ya se ha aprobado y va a ser una realidad, por mucho que se matice o se suavice a última hora. La consecuencia será una reducción del PIB comunitario equivalente al 1,4% del PIB, algo devastador en cualquier situación y más aún en medio de una crisis como la actual.

Hay gente que es consciente de esto, pero quiere aprobar el impuesto porque, a priori, sirve para castigar a los banqueros. Si éste es el objetivo, ¿por qué rescatar a las entidades financieras que están en problemas en vez de dejar que enfrenten las consecuencias de sus errores?

Lo que usted reivindica, por tanto, es que no se aplique este impuesto y no se rescate a más entidades financieras.

Efectivamente. Este impuesto introducirá nuevas distorsiones en el proceso de asignación de capitales que es fundamental para el correcto funcionamiento de la economía de mercado. Además, supondrá un castigo para los clientes de los bancos, sobre todo para los inversores y ahorradores.

Al final, los impuestos que se imponen a las empresas se trasladan inevitablemente a las personas... Por eso, un sistema tributario ideal pasa por adoptar un impuesto de tipo único (flat tax), ya que esto reduce la complejidad del código tributario y, gracias al llamado "efecto lafferiano", consigue aumentar la recaudación a pesar de que todos pagan menos impuestos.

En Suiza se ha aprobado que los accionistas tengan más poder a la hora de decidir los sueldos de los consejeros de las empresas. La Unión Europea ha tomado esta reforma como punto de partida pero, en vez de dar poder al accionista, lo que ha hecho es introducir normas que limitan los sueldos de los altos ejecutivos financieros a base de imponer límites a sus complementos y primas.

A mí me gusta lo que han hecho los suizos, porque da más poder a los accionistas. Creo que es positivo reformar el gobierno corporativo de las empresas para que el accionista se comporte como un propietario, y no solamente como accionista, de aquellas compañías en las que ha depositado su dinero.

Lamentablemente, la Unión Europea está haciendo algo muy diferente. Es importante subrayar que los complementos y primas salariales dependen del buen desempeño de una entidad, por lo que eliminar el componente variable de la retribución supone desligar la compensación de los resultados, lo cual es un grave error.

Lo que ha conseguido esta legislación es que los bancos empiecen a pagar más sueldos fijos y menos complementos y primas variables. Además, también es probable que los trabajadores más cualificados del sector financiero empiecen a irse a otros lugares como Singapur. Si allí no hay estas restricciones, ¿para qué quedarse aquí? Lo que estamos haciendo es matar nuestro dinamismo.

Su país, Reino Unido, alberga diversas jurisdicciones consideradas como "paraísos fiscales". Muchos gobiernos europeos han declarado la guerra a estas demarcaciones…

Ante todo, se intenta asociar estos lugares con el lavado de dinero, lo cual es falso, ya que los controles exigidos por estos centros financieros son elevados. Puede que haya algún caso de lavado de dinero, pero eso mismo ocurre también en cualquier otro país europeo como la propia España. En realidad, el éxito de estos países son sus impuestos bajos y sus condiciones atractivas para los inversores.

Dicho esto, ¿quién dice que España o Reino Unido no pueden hacer lo mismo? ¿Acaso está escrito en las estrellas? ¡Cualquier país puede ser un "paraíso fiscal"! Basta con apostar por la descentralización fiscal para que los territorios que deseen seguir este rumbo hagan lo propio. El ejemplo de Suiza es el más recurrente, pero también en Estados Unidos tenemos una buena demostración de las ventajas que tiene la competencia tributaria entre diferentes demarcaciones.

El gran debate económico europeo se ha reducido a la supuesta necesidad de elegir entre "austeridad" y "crecimiento". ¿Acepta usted este discurso o tiene una opinión diferente al respecto?

A veces me piden que defienda la "austeridad" frente al crecimiento, pero yo defiendo la "austeridad" y el "crecimiento" porque son dos caras de la misma moneda. El problema es que quienes dicen defender el "crecimiento" piden, en realidad, un falso impulso económico basado en grandes inyecciones de dinero público que, a medio y largo plazo, agravan nuestros problemas de endeudamiento.

Quienes sí se han opuesto históricamente al "crecimiento" son los ecologistas. Han pasado décadas pidiendo el "crecimiento cero" y demás… Ahora tienen lo que querían ¡pero no están contentos!

¿Qué hacemos, entonces, para conseguir la recuperación?

El problema de Occidente es que hemos disparado nuestro consumo sin haber aumentando nuestra capacidad productiva. Hemos vivido un "boom" crediticio que generó una ilusión de riqueza. Después ha llegado la crisis, que en realidad es una rectificación, una corrección de las malas inversiones derivadas del momento previo al pinchazo.

Una vez se produce la rectificación y la corrección, el capital poco a poco se ajusta a la realidad y abandona la "burbuja"… Pero no estamos permitiendo ese ajuste, porque estamos apostando por más expansión crediticia, más gasto público, más inflación… Es como curar una borrachera con más alcohol.

Pero parece que la Unión Europea apuesta por insistir en estas recetas. ¿De qué manera se podría articular una alternativa? En las filas de su partido hay numerosas voces que quieren abandonar la UE y limitarse a suscribir acuerdos de integración económica y comercial, como han hecho Suiza o Noruega.

Lo ideal sería crear un gran espacio económico carente de barreras y basado en la economía de mercado. Limitar el acuerdo a Europa sería equivocado: cualquier otro país que quiera unirse podría hacerlo, sin barreras geográficas. Conseguir algo así exigiría voluntad política, pero no tendría por qué suponer un gran coste económico: la Asociación Europea de Libre Comercio tiene 1.200 burócratas, mientras que las instituciones de la Unión Europea mantienen a decenas de miles de funcionarios y empleados.

Usted visita España con regularidad, habla un español perfecto y se declara como "hispanófilo convencido". ¿Qué opina de la situación económica que atraviesa nuestro país?

Creo que el gran error de España fue entrar en el euro. Dicho esto, y centrándonos en la situación actual, veo que se han ignorado las lecciones de la "curva de Laffer", que nos dice que subir los impuestos no tiene por qué generar más ingresos. En España esto ya no es una tesis o una idea, es una realidad empírica: se han subido los impuestos, los ingresos están cayendo y la economía ha ido a peor.

Tengo muchos amigos en el Partido Popular español, pero creo que un partido de centro-derecha nunca debería subir los impuestos. Por eso, sería conveniente cambiar de rumbo y bajar los impuestos, si bien me temo que es poco probable que esto suceda.

Mencionó la entrada en el euro como un error. ¿Apoyaría ahora una salida?

En un escenario ideal, yo estaría a favor de un sistema monetario como el patrón oro, pero estamos muy lejos de ese escenario ideal. Por eso, dado el contexto actual, creo que España debería separarse de la Eurozona y devaluar su moneda. Esto suavizaría el impacto de las reformas estructurales que será necesario adoptar para salir adelante.

Nuestro país es un ejemplo de lo que puede hacer España: estábamos peor que al comienzo de la crisis, porque mientras aquí había un superávit presupuestario, allí teníamos un déficit cortesía de la gestión de Gordon Brown. ¿Qué nos salvó? Devaluar, permitiendo que el valor de la libra frente al euro cayese alrededor de un 30%. Esa devaluación nos ayudó a exportar más y a ganar tiempo para actuar. Hoy, la libra ya no está un 30% por debajo del pico de cotización frente al euro, sino un 20%.

Por otro lado, además de la devaluación, España debería aprobar algún tipo de quita ordenada, un default bien diseñado que ayudaría a capear mejor el problema de la deuda acumulada.

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