Los trabajadores que han decidido empezar a ejercer por cuenta propia el pasado mes de mayo han contribuido de manera destacada a las buenas cifras de empleo que el gobierno acaba de hacer públicas. Doce mil quinientas personas han decidido enfrentarse a la vida sin el colchón de una nómina, un acto meritorio en cualquier circunstancia y una osadía en medio de la recesión que atraviesa el país. Fátima Báñez estaba ayer entusiasmada con los datos generales del paro y agradecida a los trabajadores autónomos, a los que mostró su reconocimiento en un acto con la asociación mayoritaria que los agrupa. No es para menos.
Los trabajadores que se autoemplean tienen que enfrentarse a las regulaciones delirantes de tres administraciones compitiendo entre sí y a unas exacciones de la Seguridad Social y el fisco prohibitivas, a lo que hay que sumar las dificultades propias de una economía embarrancada. El panorama no puede ser más alarmante, pero en España sigue habiendo hombres y mujeres capaces de enfrentarse a la furia socialista de un sistema pensado para desalentarlos antes de iniciar su aventura y, en caso de persistir en el empeño, esquilmarlos. Convencidos de que son capaces de satisfacer las necesidades de los demás mejor que la competencia, el mes pasado 12.500 desempleados (o a punto de serlo) decidieron no resignarse a malvivir del subsidio estatal sin haber intentado antes salir adelante explotando una idea de negocio por modesto que sea. No hay mejor educación para la ciudadanía que el ejemplo de los trabajadores autónomos, a los que todos los colegios de España deberían invitar, al menos una vez al mes, para dar una charla a los escolares y hacerles ver cómo se puede vivir con dignidad frente a los que pretenden aprovecharse de una riqueza que no han creado con ayuda del poder político, desgraciadamente el modelo imperante en el currículo.
Los gobiernos no crean empleo, pero pueden hacer mucho por destruirlo, como han demostrado siempre los socialistas, auténticos virtuosos en arruinar el futuro de los que han sufrido sus mandatos prolongados. Justo es reconocer al gobierno del PP su apoyo a los creadores de empleo, aunque sea bajo la figura vergonzante del emprendedor, versión progre del verdadero empresario. Rajoy podría haber sido mucho más contundente, sobre todo bajando impuestos y cotizaciones, pero con un gobierno de mindundis sociatas a estas alturas España estaría como Andalucía. Los autónomos no sólo están contribuyendo de manera decisiva a salir de la crisis, sino a hacer que ese ominoso pacto de Rajoy con Rubalcaba con el que nos amenazan los medios progres resulte innecesario a la vuelta de unos pocos meses, si todo sigue así. Sólo por ese último servicio a todos los españoles, nuestros autónomos ya merecerían ser sacados a hombros en los telediarios. Qué grandes son.