"Actualmente contamos con cerca de 40 diferentes tipos de contrato de trabajo. Hay que simplificar este sistema: un contrato único a tiempo completo con cláusulas comunes para todos los nuevos trabajadores, y otro para fomentar la contratación a tiempo parcial". Con estas palabras, se estrenó Luis de Guindos como ministro de Economía en la prensa extranjera.
Fue una frase muy comentada, quizás la más polémica de un artículo de opinión que De Guindos publicó en The Wall Street Journal el pasado 20 de enero de 2012, apenas unas semanas después de llegar al Gobierno. En aquel momento, el problema para el ministro no fue su opinión (que era más o menos conocida, porque ya había planteado propuestas similares en su época de columnista económico), sino su nueva posición en el Gobierno.
En aquel momento, el Ministerio de Empleo ya preparaba una reforma laboral que no iba a incluir, ni por asomo, el contrato único. Fátima Báñez ha repetido en numerosas ocasiones que ese modelo es "inconstitucional", aunque los juristas le han rebatido esa afirmación. De hecho, si algo ha hecho este Gobierno ha sido crear nuevas modalidades de contratación, especialmente para los jóvenes. Vamos, que no sólo no han aprobado el contrato único sino que han marchado en dirección contraria.
Pues bien, con este panorama, quizás no sea tan extraño que De Guindos recule ahora de lo que dijo hace unos meses. Este viernes, en la reunión del Círculo de Economía de Barcelona, el ministro afirmaba: "El contrato único no sé por qué tiene que ser único, sino mejor una variedad. No creo que sea la solución adecuada a la dualidad".
En una explicación muy elaborada, De Guindos afirmaba que, aunque el contrato único sí podría acabar con la dualidad, no era la única manera ni la mejor de hacerlo. Su razonamiento se basaba en que las empresas tienen necesidades muy diferentes que sería mejor no encorsetar dentro de un modelo. Aunque precisamente los defensores de esta solución (el propio De Guindos hasta hace un año) lo que argumentan es que un esquema lo suficientemente amplio daría cabida a todas las alternativas, algo que no hacen las decenas de opciones que tenemos en la actualidad.
Por cierto, que De Guindos también aseguró que en lo que sí trabaja el Gobierno es en la "reducción del número de modalidades", algo que él, como ministro de Economía, debería saber que no es cierto.
En cualquier caso, resulta curioso un rechazo tan evidente de una propuesta propia. Y aún más cuando se produce en la misma semana en la que las menciones a la "dualidad" se caen del documento de la Comisión con recomendaciones para España, tras la polémica entre el Comisario de Empleo y Fátima Báñez. El Gobierno no quiere que se hable de contrato único y lo está consiguiendo.