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Rajoy descarta el pacto de Estado aunque acuerda "hablar" sobre cuestiones puntuales

Rajoy comparece de forma excepcional para restar el tono negativo de los sindicatos. Pese a todo, es improbable un pacto de Estado.

Rajoy comparece de forma excepcional para restar el tono negativo de los sindicatos. Pese a todo, es improbable un pacto de Estado.

Si algo no se le podrá reprochar a Mariano Rajoy es su disposición al diálogo. Salvo con las formaciones próximas a ETA, ha sentado alrededor de su mesa a prácticamente todo el mundo. Es parte de su mantra: escuchar en silencio todo lo que tengan que decirle, aunque su posición esté en las antípodas. Incluso se ha prestado a encuentros discretos, principalmente con los nacionalistas, en aras de una negociación fructífera. La cumbre de este jueves con los agentes sociales responde básicamente a eso, a intentar crear un marco estable para hablar de tú a tú en el futuro.

Hay que tener en cuenta el contexto. El Gobierno se veía muy presionado por los cantos de sirena del PSOE a favor de un pacto de Estado y las encuestas según las cuales los españoles claman por el consenso. Aunque, en la práctica, las posiciones están muy encontradas. Rajoy repite hasta la saciedad que mantendrá su hoja de ruta, pactada con Bruselas. Los sindicatos piden volver a viejas recetas -incluida subida de impuestos- y el fin de la reforma laboral. Todo lo contrario reclaman los empresarios: “De las tres medicinas, ajuste, reformas y estímulos, llevamos una gran dosis de la primera, un poco de la segunda y nada de la tercera”, se quejaron en tromba, ante el presidente, en el Instituto de Empresa Familiar.

Casi imposible el pacto de Estado

Pero, pese a ello, Rajoy quiso ser optimista y el entonar el “hemos coincidido” y “hemos acordado” para rechazar tajante que el encuentro no hubiera servido para nada. Bien es cierto que, en privado, el Gobierno ve prácticamente imposible llegar a un pacto de Estado, pero el presidente se mostró proclive a llegar a acuerdos puntuales. Fundamental para él es lograr la aceptación de los agentes sociales, también del PSOE, en la profunda reforma de las pensiones en la que trabaja, y que se mandará al pacto de Toledo para su evaluación. También busca el encuentro en la reforma de la administración.

La reunión no duró más de tres horas. Rajoy sentó en la misma mesa a los líderes sindicales, Ignacio Fernández Toxo (CCOO) y Cándido Méndez (UGT); al presidente de la Cepyme, Jesús Terciado; al de la CEOE, Juan Rosell; y a la ministra del ramo, Fátima Báñez. El clima fue cordial, como por otro lado es la costumbre.

Al término, comparecieron los sindicatos e inmediatamente después, y de forma extraordinaria, el presidente. Al Gobierno no le gustó el tono de Toxo y Méndez, que no ven pasos “para un gran acuerdo” ni para “un gran consenso”. Fueron, de hecho, bastante críticos: “Lo que necesita este país es altura de miras y liderazgo”, dijo el primero, asegurando que Rajoy se “ha acomodado a la idea” de mantener el nivel de parados hasta 2016. El segundo denunció “el retraso” del encuentro, y denunció que se enteraron “por teléfono” de la reforma laboral.

La comparecencia de Rajoy no estaba prevista

Cuando todavía tomaban la palabra, Moncloa informaba a través de mensaje de texto que Rajoy daría la cara. Según portavoces autorizados sólo minutos antes, no estaba planeado y se deslizaba que podría ser Báñez quien ofreciera la versión del Gobierno. El presidente se expuso ante los medios para restar el tono negativo y asegurar que, pese a la imposibilidad de alcanzar un acuerdo nacional, sí que se puede hablar de un despacho positivo.

“Hemos buscado puntos de encuentro”, arrancó, anunciando a renglón seguido la creación de “grupos de trabajo” para que la negociación fluya en aspectos como prestación social y empleo, la lucha contra el paro juvenil o la moderación de salarios. “Diálogo” y “coincidencias” fueron sus términos favoritos, en esa estrategia de vender un mensaje positivo.

En todo caso, no se llegaron a pactos concretos. Todo sigue abierto tras esta cumbre, y todavía no hay fecha para que se vean el presidente y el líder de la oposición. “Hay cosas en las que no estamos de acuerdo, pero tampoco pasa nada, ya se sabe que es muy difícil que se apoye al Gobierno”, tuvo que reconocer Rajoy, que, pese a ello, insistió: “Si avanzamos en la buena dirección, me daré por satisfecho”.

De hecho, llegó a afirmar que está “contento” porque “vamos a hablar de las pensiones, y eso es enormemente importante”. “No sabemos si podremos llegar a acuerdos, no lo sabemos”, apuntó Rajoy, que en todo caso sí que quiso advertir de que la obligación del Ejecutivo es legislar, con o sin apoyos. Asumirá el desgaste electoral, en caso de producirse, se encargó de remachar. Y por ello, ya avanzó que no tocará su reforma laboral.

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