"Estamos listos para actuar de nuevo", aseguró el banquero italiano en un discurso durante la ceremonia de su investidura como honoris causa por la Universidad LUISS de Roma después de que el pasado jueves el BCE recortará un cuarto de punto los tipos de interés, hasta el mínimo histórico del 0,50%.
No obstante, Draghi advirtió de que no existe una política monetaria por parte del banco central que se ajuste perfectamente a todos los países, y señaló que el "extraordinario éxito de la moneda única durante años ocultó los riesgos que se estaban acumulando".
En este sentido, el banquero italiano indicó que los gobiernos de los países miembros, con la excepción de Alemania y algunos otros, se sintieron liberados de las limitaciones anteriores y demoraron las reformas estructurales para ganar en competitividad ante los retos de la globalización, viendo minada su credibilidad y dando lugar a la fragmentación financiera de la región.
A este respecto, Draghi defendió la efectividad de las intervenciones del BCE para reducir dicha fragmentación, asegurando el suministro de liquidez, así como reduciendo la prima de riesgo relacionada con el temor a la redenominación.
Sin embargo, el presidente del BCE subrayó que la institución "no puede subsidiar gobiernos mediante la compra de bonos" ni puede subsidiar a los accionistas de los bancos, evitando el saneamiento de los balances con la necesaria recapitalización, así como tampoco puede hacer mucho para relajar la aversión al riesgo que frena los préstamos bancarios.
No puede decaer el esfuerzo
Asimismo, el banquero italiano subrayó la importancia de que los países de la zona euro mantengan bajo control sus finanzas públicas, recomendando particularmente a los países con elevados niveles de endeudamiento que no den pasos atrás en los esfuerzos de consolidación fiscal.
"Especialmente en el caso de los países con elevados niveles de deuda, más allá de fluctuaciones cíclicas, esto significa que no hay vuelta atrás en los objetivos ya alcanzados", advirtió Draghi un día después de que las autoridades francesas hayan proclamado el fin del paradigma de la austeridad.
"La experiencia que estamos viviendo muestra que la falta de credibilidad de las finanzas públicas de un país se traduce rápidamente en la separación de los bancos ese país del resto del mercado financiero del euro y en ausencia de crédito para el sector privado en ese país", explicó.
Así, el presidente del BCE expresó la necesidad de que los países adopten reformas "que desaten los nudos que sofocan el crecimiento" y mitiguen el impacto negativo inherente a la consolidación fiscal mediante una estrategia cuya composición favorezca la reducción del gasto público corriente y de los impuestos, sobre todo en una Europa donde los impuestos ya son altos en la comparación internacional.