Dos noticias de la jornada: Bernanke anuncia que seguirá dándole a la maquinita y, tras la bajada de tipos, la deuda española continúa cotizando a mínimos. "Si empezamos a darle vueltas a la manivela de hacer billetes será terrible, terrible. Acabaremos como Zimbabue", nos advierten de continuo los expertos. Sin embargo, Bernanke ya lleva varios años dándole a la dichosa maquinita... y nada ocurre. Como los mormones, que han pasado décadas anunciando un inminente fin del mundo que nunca llega, los apocalípticos maquineros no se cansan de hacer aspavientos prediciendo el gran desastre monetario por culpa de darle a la maquinita.
¿Pero alguien ha visto la terrible inflación por alguna parte? Ocurre que imprimir muchos billetes no provoca inflación, no en tiempos de crisis. Porque no son los trozos de papel con dibujitos de monumentos antiguos los que hacen subir los precios, sino el hecho de que la gente se anime a usarlos para comprar cosas. Por muchas vueltas que se le dé a la manivela, si las personas deciden guardar esos papeles bajo la almohada, que es lo que hoy pasa, los precios no subirán. De ahí que, en efecto, no suban. Así de simple. Pero también la deuda del Estado se empeña en llevar la contraria a los expertos. Es más, de creer lo que dicen ellos habría que concluir que los mercados son tontos.
¿Cómo entender si no que nuestra prima baje a más de la mitad cuando, según esos mismos peritos, el riesgo de invertir en España ha aumentado? "¡Los japoneses!", claman al punto. Pero el cuento de los japoneses no sirve. Que todas las emisiones de deuda europeas estén siendo adquiridas en exclusiva por orientales deseosos de asumir grandes riesgos suena a guión de película de Fu Manchú. Mas supongamos que fuese cierto. Aun así, los mercados seguirían demostrando ser tontos. Y ello por una razón que hasta el más simple entendería. A saber, durante los últimos ocho meses los seguros de impago sobre la deuda española, los CDS, han bajado de precio sin cesar, pasando de 647 puntos básicos a 267. Cada día es más barato, pues, comprar una póliza de seguro que cubra el riesgo cada vez mayor de un bono español. Ergo, los aseguradores son bobos. ¿Nos habrán tomado por tontos?