Entre llamamientos a una moderación de las políticas de austeridad, la Comisión Europea (CE), el Banco Central Europeo (BCE) y el FMI concluyeron este jueves su décima revisión del rescate a Irlanda, cuyo Gobierno espera que sea "positivo".
Durante los pasados nueve días, la troika ha evaluado en Dublín con el Ejecutivo, algunos partidos políticos y agentes sociales la marcha del programa de ayuda solicitado por este país en noviembre de 2010 a la Unión Europea (UE) y el FMI por 85.000 millones de euros.
Aunque tenía previsto dar a conocer este jueves su veredicto sobre el cumplimiento de las condiciones del rescate, los inspectores han optado a retrasarlo hasta mañana, cuando Bruselas presentará las perspectivas macroeconómicas de la zona del euro y de la UE para 2013 y 2014.
Fuentes irlandesas de Economía recordaron este jueves a Efe que, hasta la fecha, todos los análisis de la troika han sido satisfactorios. De puertas afuera, esto ha convertido a Irlanda en un modelo para los defensores de las políticas de austeridad.
El contexto, no obstante, está cambiando y el Gobierno de coalición entre conservadores y laboristas comienza a hacerse eco del sentimiento que recorre Europa de un tiempo a esta parte, que pide suavizar los ajustes para estimular el crecimiento.
El presidente irlandés, Michael D. Higgins, se unió este jueves a este debate tras publicarse una entrevista en el diario Financial Times en la que pedía un "replanteamiento radical" de la política económica de la UE y criticaba a sus dirigentes, un gesto que ha sorprendido tanto en Dublín como en Bruselas por su dureza y porque su cargo es meramente representativo.
Higgins, miembro del Partido Laborista, consideró que el caso de Irlanda ha sido "inusual" en el sentido de que "ha aceptado" unos niveles altísimos de austeridad porque, "por decirlo de una manera educada, somos pragmáticos", explicó.
Sus palabras fueron este jueves respaldadas por el viceprimer ministro y titular de Exteriores, el laborista Eamon Gilmore, quien dijo que "reflejan" la posición del Gobierno respecto a la promesa efectuada por la CE en junio de 2012 para romper el vínculo entre la deuda soberana y la bancaria.
A pesar de la falta de avances sobre esa cuestión, el Banco Central Irlandés (ICB) y el BCE llegaron en febrero a un acuerdo para reestructurar de la deuda bancaria del Anglo Irish Bank y fijar así una reducción "significativa" de la deuda de 28.000 millones de euros contraída por el Estado para salvar esa entidad al comienzo de la crisis en 2008.
No obstante, el ICB ha abogado por continuar con la austeridad hasta, al menos, 2016 y el Gobierno de Dublín lo acepta, pero quiere tratar durante los próximos meses con la troika cómo usar todo ese ahorro, según ha explicado el ministro irlandés de Finanzas, Michael Noonan, quien cree que ha llegado el momento de invertir más en la creación de empleo.
Si la reducción de la deuda del Anglo pudiera destinarse a rebajar el déficit público, Dublín confía en que el Producto Interior Bruto (PIB) irlandés podría crecer este año y el siguiente un 1,3 y un 2,4 %, respectivamente, mientras que entre 2015 y 2016 podría llegar hasta el 2,8 %.
Según ha asegurado la tríada del BCE,CE y FMI, Irlanda está lista para abandonar este año su programa de ayuda y regresar con garantías a los mercados de deuda en busca de fuentes de financiación alternativas al fondo del rescate.
Para ello, ha pedido firmeza en la aplicación de los ajustes, a lo que Dublín ha respondido con unos presupuestos para 2013 encaminados a ahorrar 3.500 millones de euros a través de recortes del gasto público y de nuevos impuestos.
No obstante, el Ejecutivo espera que los inspectores emitan señales que apunten hacia una ligera relajación en la aplicación del programa de recortes. Sus argumentos son que, desde 2009 y después de cinco presupuestos generales austeros, el país también necesita inyectar dinero en programas de estímulo que generen crecimiento y empleo.