Mariano Rajoy acudía a su cita anual con el Instituto de Empresa Familiar con un discurso al uso, como el que esbozó en la víspera en Granada. "Estamos en el umbral para revertir nuestra situación. Las bases para conseguirlo son cada vez más sólidas", defendió el presidente. Los datos del paro son terribles, sí, pero ya "nadie" habla de rescate y la prima de riesgo no genera alarma, fueron parte de su argumento. Pero los empresarios, por primera vez de una forma tan clara, utilizaron el turno de preguntas para exponer sus incertidumbres en un tono muy crítico.
"De las tres medicinas, ajustes, reformas y estímulos, llevamos una gran dosis de la primera, un poco de la segunda y nada de la tercera", se quejó el colectivo. "Nos ha pedido sacrificios, ¿no se plantea una política económica distinta?", le interrogaron. "¿Por qué no es más radical? ¿Por qué no incrementa el ritmo de las reformas?", le insistieron. "¿Por qué tras cinco años de crisis no se ha conseguido un gran pacto de Estado?", apuntaron en clave política.
Todas las preguntas, sin excepción, destilaban gran dosis de queja y amargura. Los empresarios, grandes y pequeños, no han disimulado estos meses que tenían en el PP puestas grandes esperanzas, que ahora parecen desvanecerse, uniéndose a la opinión pública y a una buena parte del partido en el poder. En sus respuestas, Rajoy insistió una y otra vez en la misma idea: "El Gobierno y su presidente" tienen un rumbo marcado y en 2014 se empezarán a ver los resultados. De hecho, les emplazó a que el año que viene hagan memoria de sus predicciones.
Lo que no consiguieron los socios del instituto es sacar al presidente nuevos anuncios. Le requirieron más reformas, y él les contestó que "hay que hacerlas y no hay que pararse", pero se limitó a apuntar aquellas que fueron anunciadas en el último Consejo de Ministros. Rajoy se reafirmó sin matiz alguno: "Lo contrario sería condenar a los españoles a un larguísimo periodo de decadencia económica. Nunca me habrán oído hablar de prematuros brotes verdes. Desde el principio advertí que no sería fácil ni rápido", afirmó.
El paro, "un incentivo"
Evidentemente, el presidente recalcó que no está "satisfecho" con un nivel de paro que, según sus predicciones, seguirá siendo terrible hasta el año de las elecciones. Reconoció la "frustración de millones de personas aplastadas por la realidad que les supera", pero incidió en que los 6 millones de personas sin trabajo "lejos de paralizar al Gobierno, se convierten en un mayor incentivo".
Su intervención estuvo llena de reproches dirigidos hacia el anterior Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Vino a decir, lisa y llanamente, que dejaron la casa patas arriba, ingobernable económicamente, y que hasta la fecha han tenido que arreglar ese desaguisado. Pero tras hacerlo, aseveró que ya "no son hipótesis", sino "hechos" los que certifican "un cambio de rumbo".
"¿Recuerdan los últimos cuatro meses del año pasado? Yo sí. La pregunta era siempre la misma: ¿cuándo va a pedir el rescate? Pues bien, la pregunta ha desaparecido, nadie se la plantea y nadie la plantea. El clima ha cambiado", expuso ante un abarrotado salón en el Casino de Madrid. Y, en este sentido, agradeció "el esfuerzo" de todos, incluidas las comunidades autónomas. "El compromiso es la norma", enfatizó, a pesar de que no todas las regiones hayan cumplido con el objetivo de déficit público.
Rajoy sacó pecho por la reforma laboral y financiera, y avanzó que el sistema de pensiones que se está desarrollando se adecuará "a las nuevas realidades demográficas y económicas". También vendió como un gran logro que la UE haya ampliado dos años la consecución de la meta de déficit, elevándola al 6,3% en el año en curso: "No es producto de la casualidad" o porque "un comisario europeo haya tenido un buen día", ironizó.
Las preguntas
Los empresarios, mediante preguntas sin firmar, le abordaron sobre los "ajustes" reclamados por Bruselas, sin que esto haya quedado traducido en políticas de crecimiento. "Si se está en un club y se está voluntariamente no estamos para saltarnos las reglas sino para mejorarlas", contestó Rajoy, que reconoce que hubiera preferido "más tiempo" para recortar déficit. "Ahora lo vamos a hacer de una forma más razonable y no vamos a hacer unos esfuerzos tan descomunales", recalcó.
"¿Se siente satisfecho de lo hecho hasta ahora?", también le preguntaron. "No puedo estar, de ninguna de las maneras, satisfechos ni con el crecimiento ni con el paro. Estoy profundamente insatisfecho", afirmó, para retomar la letra de las medidas hechas hasta ahora e insistir en que el balance, en su conjunto, es positivo: "Lo que hay que hacer es corregir los desequilibrios y después vendrá el crecimiento".
Rajoy reconocía que llegaba para "pulsar" las inquietudes del colectivo, y -vistas las preguntas- se marchó consciente de que crece el malestar. Los empresarios soportan el aumento de impuestos y la falta de crédito, "¿qué más podemos hacer para sacar de la crisis a este país?", fue la última pregunta. "Les diría una cosa y es importante: que hablen bien de nuestro país. A veces tengo la sensación de que -a algunos- les gusta hablar de lo mal que están las cosas. Que hablen mal del Gobierno, pero no de los avances y la corrección de los desequilibrios. Ya que me preguntan, sigan cómo están y hablen bien de España", se despidió el presidente.