Eurostat ha confirmado que España ha sido el país de la UE con mayor déficit público en 2012. Nuestro desfase presupuestario, ya sea del 7% –si excluimos el préstamo recibido para recapitalizar el sector bancario– o del 10,6 –si nos dejamos de artificios contables, por muy autorizados que estén por la UE–, está, en cualquier caso, muy por encima del 3,7% que registra de media la Zona Euro y del 4% de los Veintisiete.
Con todo, dudo mucho que al Gobierno de Rajoy le vayan a llover muchas críticas por estos desastrosos resultados que Montoro ha tratado de presentar como un "éxito" mediante maquillajes contables o con simples mentiras. Y eso por la simple razón de que la oposición, lejos de denunciar la falta de reducción del gasto público, a lo que se ha dedicado y se va a seguir dedicando es a reclamar todavía más gasto público y a culpar a una fantasmal austeridad del estancamiento al que, en realidad, nos condena nuestro voraz y sobredimensionado sector público. Así mismo, medios de comunicación de la derecha que, a buen seguro, habrían criticado al Gobierno por estos pésimos resultados, ahora ya no lo hacen por presidirlo Rajoy.
Los irresponsables llamamientos que Rajoy está haciendo –no ahora, sino desde hace ya casi un año– al BCE no son, en este sentido, más que un calco de los que hacía Zapatero, y no pretenden otra cosa que eludir, mediante la monetización de deuda, la necesidad de acometer reformas y auténticos recortes del gasto público.
Sin embargo, salvo la rara excepción de Libertad Digital, no pretendan encontrar críticas a Rajoy en los periódicos que denunciaban a Zapatero por decir lo mismo que ahora dice, con bastante más hipocresía, el actual presidente del Gobierno. Lo que encontrarán en ellos serán justificaciones calcadas a las que utilizaban entonces El País y los medios de izquierda. Eso, por no hablar, tal y como temíamos algunos, del hecho de que la herencia de Zapatero ha calado como excusa para imitar al que la dejó. Eso es lo único que verdaderamente nos condena al estancamiento y a la desesperanza. Sólo hay algo peor que la nefasta política de Zapatero, y es que su política se lleve a cabo bajo las siglas de su supuesto adversario.