Las consecuencias económicas no siempre son palpables en el corto plazo. Los expertos saben que las implicaciones de una nueva normativa pueden no aparecer en el momento en el que ésta es publicada, pero eso no importa para aquellos que sufren sus resultados. De esta manera, los cambios en la Ley Hipotecaria que se están aprobando en los últimos días, así como las peticiones como la Iniciativa Legislativa Popular que pedía hacer obligatoria la dación en pago con carácter retroactivo, podrían generar secuelas durante las próximas décadas y perjudicar, precisamente, a aquellos que dicen proteger: las clases medias y medias-bajas españolas.
Frederic Bastiat, un autor liberal francés del siglo XIX, tituló uno de sus ensayos más famosos Lo que se ve y lo que no se ve, haciendo referencia a cómo muchas intervenciones gubernamentales tienen consecuencias muy evidentes, con beneficiarios claramente identificados, mientras que sus efectos negativos se ocultan, bien porque se dilatan en el tiempo o porque se distribuyen entre muchos afectados.
Así, la modificación de las leyes hipotecarias (o la dación en pago, si se aprobase) tiene una cara, la de aquellos que se libran de pagar el préstamo que solicitaron y se quedan en su casa, sin que se ejecute el desahucio. Sin embargo, también puede tener su cruz. La del resto de españoles, que podrían ver cómo se encarecen sus créditos o, aún peor, se les deniega la compra de su vivienda.
¿Hipotecas para todos?
España es el país de Europa Occidental en el que más porcentaje de sus ciudadanos tiene una vivienda en propiedad, con un 83% (frente a un 53% de los alemanes o a un 62% de los franceses). Aunque este dato se ha repetido mucho en los últimos meses, en ocasiones parece que es consecuencia de la fortuna o de los gustos sociales. Así, se repite que la "mentalidad española" exige la compra de una casa, como si esta explicación fuera suficiente. Sin embargo, parece evidente que la Ley hipotecaria habrá tenido alguna relación, entre otras cosas porque ofrece numerosas garantías a los bancos de que recuperarán toda o buena parte de su inversión.
Este alto porcentaje de propietarios tiene algunos inconvenientes. Por ejemplo, los expertos reconocen que una persona que vive en su propia casa es menos propensa a cambiar de trabajo, lo que perjudica la movilidad laboral y la productividad. Por eso, desde hace años se han sucedido las llamadas a impulsar el mercado del alquiler, otorgando más seguridad a los propietarios y más capacidad para decidir sobre su vivienda.
Pero el elevado nivel de casas en propiedad también tiene sus ventajas. Para empezar, es un amortiguador en épocas de crisis. En España, son habituales las historias sobre desempleados que han tenido que volver a casa de sus padres o de familias que sobreviven a duras penas con la pensión de los abuelos. Es una situación durísima y nadie querría verse en ella, pero en cualquier caso es mucho menos dramática que si a los gastos mensuales ordinarios se sumase el pago de un alquiler.
Además, la vivienda en propiedad puede servir como ahorro, una forma de garantizar unos activos de los que tirar en momentos de dificultad (aunque siempre teniendo en cuenta que es un bien muy poco líquido). En este sentido, hace unos días, se conocían los resultados del primer informe sobre la riqueza patrimonial de los europeos realizado por el BCE: el patrimonio medio neto de los españoles alcanza los 291.400 euros, frente a los 195.200 de los alemanes, los 233.400 de los franceses, los 170.200 de los holandeses o los 275.200 de los italianos.
La clave de estas cifras está en el altísimo porcentaje de viviendas en propiedad, que suponen la principal fuente de riqueza de las familias, algo especialmente significativo en el caso de las clases medias y bajas. Mientras que en el resto de Europa estos segmentos de la sociedad tienen muy complicado comprar una casa, el informe destaca que en España es bastante habitual que personas con bajos ingresos vivan en su propio piso.
La ‘tormenta perfecta’
Hasta aquí, la situación tal y como es en la actualidad. La pregunta es qué va a pasar tras la aprobación de las nuevas leyes antidesahucios y qué consecuencias puede tener toda la polémica de los últimos meses. Y todo apunta a que se traducirán en menos créditos. Los préstamos hipotecarios se conceden por un período de tiempo muy prolongado y, ante la menor incertidumbre, es lógico que las entidades tomen medidas.
Casi no ha pasado tiempo para comprobar el impacto de las noticias sobre las protestas contra los desahucios, pero los pocos datos que tenemos son preocupantes. Así, aunque el Euríbor cayó en 2012 del 1,837% a apenas el 0,549%, los tipos de interés medio en las hipotecas subieron del 4,25% al 4,45% de diciembre a diciembre. Sumando ambos factores, tendríamos un encarecimiento real de estos préstamos de un punto y medio en un año, una tendencia que se ha acelerado en los últimos meses, desde que comenzaron las protestas y las manifestaciones que pedían la dación en pago. En el sector, se reconoce que las condiciones para acceder a la hipoteca también se están endureciendo, en lo que hace referencia al porcentaje del crédito que se presta o los años de duración. Y todo eso a pesar de las excepcionales condiciones que el BCE está aportando para que la liquidez llegue a los mercados.
Evidentemente, esta restricción crediticia afectará especialmente a la clase media-baja. Una familia con dos buenos sueldos y seguridad en el empleo conseguirá su crédito, aunque sea en peores condiciones. Pero sus vecinos, con un trabajo más precario o un salario más ajustado, puede que no pasen el corte de las entidades. Si esto es así, podríamos encontrarnos ante una auténtica tormenta perfecta para estos hogares: por un lado, no tienen acceso a una vivienda en propiedad, porque no pueden acceder a un crédito que se ha encarecido mucho, gracias a los esfuerzos de los grupos antidesahucios; pero tampoco tendrán fácil ni barato encontrar un alquiler, porque la ley en España no favorece que los propietarios pongan su casa en el mercado.
Sin cultura financiera
Pero no acaban aquí las derivadas. España es uno de los países de Europa con una menor cultura financiera. En el informe del BCE citado anteriormente, se puede ver que aunque nuestros bienes reales (vivienda) superan a los de franceses o alemanes, estamos muy lejos de estos países en cuanto a inversiones en acciones, fondos de inversión, planes de pensiones,... No ahorramos en los instrumentos habituales en otros países similares.
Por ejemplo, un reciente estudio de la Comisión Nacional del Mercado de Valores, comparaba las inversiones de los hogares de España, Italia y EEUU. El 81,3% de los españoles tenía puestos sus ahorros en su vivienda habitual, una cifra que entre los norteamericanos sólo llegaba al 69%. En cambio, en acciones la diferencia era de 11,4% a 20,7% para los estadounidenses, en fondos de inversión de 8,7% a 25,7% y en planes de pensiones de 27,9% a 49,3%. Y según los datos de Eurostat, la tasa de ahorro de los hogares españoles cerró 2012 en el 11%, frente a un 16,4% de los alemanes.
De cara al futuro, además, existe otra preocupación. Las rentas de los actuales trabajadores españoles pueden verse muy reducidas, si se cumplen los planes de reforma del sistema público de pensiones, que exigirá más años trabajados y usará un período de cálculo mayor para cobrar la pensión máxima que, además, será más baja en términos reales que la actual.
Con todos estos elementos encima de la mesa, el futuro a medio plazo presenta características muy preocupantes para amplias capas de la población española. Por un lado, no están ahorrando ni tienen activos financieros que les vayan a proporcionar ganancias. Y su objetivo (comprarse una casa) ahora es más difícil, lo que no les evitará pagar un alquiler que las trabas legales harán más caro, hasta que sea casi equivalente a lo que costaría una hipoteca. Su pensión pública será más reducida que la de sus padres o abuelos, pero quizás ellos no tengan una casa en propiedad, algo que ahora mismo está salvando de la indigencia a muchos ancianos que cobran pensiones mínimas. ¿Se imaginan a un jubilado que cobra el equivalente a 800-1.000 euros al mes pero tiene que pagar un alquiler? Dentro de 30 años, esta podría ser la realidad de muchos españoles.
Ada Colau y la PAH ya tienen "lo que se ve", de hecho sus manifestaciones llevan meses abriendo los telediarios; "lo que no se ve" podría empezar a tener sus efectos primero en los despachos de las entidades bancarias y luego en la situación financiera de las familias españolas menos pudientes. Bastiat habría alertado de lo complicado que será que, dentro de tres décadas, alguien se acuerde de dónde comenzó el proceso que le impidió comprarse una casa.