Mariano Rajoy lleva un año diciendo prácticamente lo mismo cada vez que acude a Bruselas: los países con problemas tienen que cumplir con su parte del trato -esto es, afrontar duros programas de ajuste para cumplir con el objetivo de déficit público-, pero la Unión Europea tiene que articular con claridad "las reglas de juego" y avanzar sin demora hacia la unión bancaria, fiscal y política. Hechos los deberes, argumenta, la crisis de Chipre ni tan siquiera se hubiera producido.
"Los europeos necesitamos ser fuertes, flexibles y dotarnos de los instrumentos con los que cuentan otras regiones del mundo", dice, en relación a las funciones del Banco Central Europeo. Para España, el organismo se tiene que parecer a la Reserva Federal de Estados Unidos o el Banco de Japón o Reino Unido. "Hay que resolver los problemas de liquidez de algunos países de la Unión", afirma tanto en la capital comunitaria, como cada vez que se reúne con algún líder internacional, por ejemplo este mismo lunes, con David Cameron.
Si su discurso suele ser siempre muy similar, también lo es la respuesta de Alemania y resto de países de la triple A. En el último Consejo Europeo, Angela Merkel se sumó a la necesidad de poner encima de la mesa políticas de estímulo y crecimiento, pero recalcó: lo primero es la austeridad. Y, en el caso de la solicitud de cambios en el BCE, al que se suman Francia e Italia, Berlín ya ha dejado claro que no tiene prisas por los cambios.
Insiste en nuevas reformas el día 26
En este contexto, Rajoy acudió a las Cortes para informar de la última cumbre comunitaria, víspera del caos chipriota y que se saldó sin acuerdos concretos. "¿Está expectante ante lo que diga Bruselas?", le preguntaron a su entrada, sobre el previsible toque de atención de las instituciones, que reclamarán más reformas. "No, hombre", fue su lacónica respuesta.
Ya empezado el pleno, y con el toque de atención de la UE en los medios digitales, no dudó en responder a "la regañina", tal y como él mismo la definió. Y lo hizo para reconocer "que España tiene desequilibrios", pero para enfatizar que el grueso del informe se hace teniendo en cuenta "datos" de 2009, 2010 y 2011, pero no del 2012, el año de las grandes reformas. "Nada nuevo", resumía su entorno. En todo caso, consciente de las quejas de que se está demorando en algunas medidas, Rajoy reiteró que dará un impulso reformista antes de que termine el mes, el viernes 26, para así calmar a la UE. "Podríamos ir más rápido pero también podríamos ir mucho más lentos", llegó a ironizar, pidiendo "justicia" y "equilibrio" a la hora de analizar el plan de choque de su gabinete.
Toque de atención a Bruselas
Unas reformas que, en todo caso, tienen que corresponderse en el seno comunitario. El presidente elevó la presión en este sentido, con la solemnidad que da el Congreso: "Hace falta mantener la tensión reformadora y pasar lo más pronto posible de las musas al teatro", emplazó a la UE. "Hay que perseverar y no dar nunca la batalla por perdida, por que nosotros, que vamos cumpliendo con nuestros compromisos, tenemos todo el derecho a solicitar la aplicación práctica del principio de integración", se reafirmó.
Su intervención estuvo cargada de dramatismo: "Debemos evitar que Europa se quede atrás. Es necesario, y cada vez con más urgencia, revertir la situación de estancamiento que vive Europa y debemos hacer todo lo posible para ello, con todos los instrumentos a nuestro alcance". Y, en este sentido, recordó que "las bases de actuación están diseñadas, debatidas y aprobadas", pero se demora su aplicación por los recelos de los países del norte. "Es necesario incrementar el ritmo para su ejecución y redoblar la intensidad de su desarrollo", emplazó Rajoy, que pidió para junio la recapitalización directa de la banca, sobre la que todavía existen muchas dudas.
"Enfado" con el presidente del Eurogrupo
Y, en este contexto, lanzó un específico rapapolvo al presidente del Eurogrupo, que sugirió la posibilidad de extrapolar las medidas impuestas a Chipre a otros países: "Fueron declaraciones desafortunadas y, por ello, generaron dudas y alimentaron la incertidumbre y la volatilidad en torno a la moneda única. No hace falta decir que esto nos perjudicó a todos", fue su queja, que continuó en los pasillos en boca de fuentes gubernamentales: "Estamos muy enfadados". Cabe recordar que España votó en contra de su designación.
Centrado en España, el jefe del gabinete agradeció el "intenso esfuerzo cargado de sacrificios para el conjunto de la sociedad". El país "está cumpliendo sus compromisos", motivo por el que el Gobierno negocia una revisión del objetivo de déficit público en el año en curso. Rajoy dejó tal posibilidad más abierta que nunca. "Estamos cumpliendo nuestra responsabilidad", añadió, entendiendo que "tras cinco años de crisis y de difíciles medidas de ajuste, nuestros ciudadanos exigen resultados, y tienen razón". Esto es, incluir en la senda de la austeridad medidas que ayuden a reactivar la economía.