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Juan Velarde

¿Europa = Japón?

Corremos el riesgo de que en la Unión Europea surja un Japón incluso empeorado.

Llevamos algo más de veinte años con un Japón que se encuentra en condiciones de práctico estancamiento. Antes, las economías asiáticas parecían imparables, al punto de que se habla del peligro amarillo.

En el año 2012, el PIB japonés creció un magro 0,5%, y el aumento del cuarto trimestre, en tasa anual respecto al tercero, fue únicamente del 0,2%. La producción industrial caía en enero de 2013 nada menos que un 5,8%. El déficit presupuestario ascendía en 2012 al 9%. La desesperación por rebajar la cotización del yen es bien conocida; la idea es, a través del comercio exterior, impulsar una actividad productiva que tiene ya el punto de apoyo de un tipo de interés bajísimo. El de los bonos japoneses a 10 años anda por el 0’59%, cuando el alemán se sitúa en el 1,39.

La explicación a esta situación tan prolongada de estancamiento la ha dado el profesor Torrero de modo perfecto.

Es posible que esta realidad nipona salte a Europa. Nos lo advierte Barry Eichengreen, profesor de Economía de la Universidad de California en Berkeley, en su artículo "¿Una obligada pérdida para Europa?", publicado en Le Monde el pasado 26.

Es poco probable que la economía europea siga el modelo de crisis financieras que han afectado a las economías emergentes en los años 1980 y 1990, para, como un ave fénix levantar el vuelo a partir de sus cenizas. Al contrario, el escenario más probable parece ser el de una década perdida el estilo japonés, con un crecimiento lento, o nulo.

En su artículo, Eichengreen hace una referencia concreta a España:

La banca española está igualmente expuesta en el sector inmobiliario sin haberse recuperado de todas sus pérdidas, en el ambiente en el que tanto Europa, como Japón desde hace veinte años, han hecho demasiado poco para reforzar su sistema financiero.

Hay, con todo, un dato favorable para el Japón. El desempleo en enero de 2013 era del 4’2% solamente; esto es consecuencia de un amplio conjunto de medidas de política social asumidas por la sociedad. Nada de eso sucede en la Eurozona, como más que bien sabemos en España.

Eichengreen recuerda lo sucedido en Alemania tras la Gran Depresión, y se atreve a prever la posibilidad de que surjan candidaturas no absurdas o ingenuas, como pudo ser en España la del partido de Ruiz Mateos, sino lisa y llanamente profascistas. Lo que sucede ya en Francia con el Frente Nacional debe contemplarse con atención, así como la situación de caos derivada de planteamientos como los del ¡Indignaos! de Hessel.

Si pasamos al caso de España, es evidente que debemos plantear la continuación, con todas sus consecuencias, y con dureza suma, de las medidas iniciadas en 2012. Desde la reforma de las relaciones laborales a las alteraciones en independencias económicas de las autonomías, desde la política energética al equilibrio presupuestario.

Pedro Laín, en su artículo "La persona de Marañón", publicado en Revista de Occidente en agosto 1965, escribía que, ante la pregunta de qué hombre debemos preferir, el célebre doctor contestaba: "Para la eficacia, el mejor es el hombre resuelto". Y es que corremos el riesgo de que en la Unión Europea surja un Japón incluso empeorado.

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