El español medio es más rico (y mucho) que el alemán prototípico. Y el italiano más que el francés o el holandés. Sí, no es una broma. Es el resultado del estudio sobre el patrimonio de los europeos que el Banco Central Europeo (BCE) ha realizado en los últimos meses y que ha publicado este martes. Sus conclusiones serán polémicas.
En un momento en el que desde el sur de Europa se pide "solidaridad" a los supuestamente adinerados vecinos ricos del norte, que están pagando con sus impuestos el rescate de los derrochadores gobiernos mediterráneos, es sorprendente saber que, en realidad, en términos de patrimonio, las cosas no son como parecen.
De acuerdo a las cifras del BCE, el patrimonio medio neto (descontando todas sus deudas) de los españoles alcanza los 291.400 euros, frente a los 195.200 de los alemanes, los 233.400 de los franceses, los 170.200 de los holandeses o los 275.200 de los italianos. Si estos datos son correctos (en España están cogidos en 2008, antes de que explotase del todo la burbuja inmobiliaria), querría decir que el españolito medio es un 50% más rico que el germano, un 25% que el galo y un 71% que el neerlandés.
Esto no sólo es porque haya muchos ricachones que suben la media total. De hecho, si observamos las medianas -es decir, cuánto tiene el español situado en mitad de una imaginaria lista, que fuera del más rico al más pobre-, la diferencia es aún mayor. Así la mediana en Alemania es de 51.400 euros, en Francia de 115.800 euros y en Holanda de 103.600 euros; mientras, en España alcanza los 182.700 euros e Italia 173.500 euros.
Por eso, aunque los alemanes suman el 28,7% de los hogares europeos, sólo tienen el 24,3% de su riqueza; mientras que los españoles, con el 12,3% de las familias, tienen el 15,6% del patrimonio de la UE.
Por cierto, que un caso aparte en todas estas comparaciones es el de Chipre. Sus ciudadanos, con 670.900 euros de media (266.900 euros de mediana) son los segundos más ricos de la UE tras los luxemburgueses y el peso de su patrimonio en el conjunto del club europeo triplica el de su población.
El amor al 'ladrillo'
La clave de estos sorprendentes resultados está en la diferente estructura de propiedad que se da entre los ciudadanos de unos y otros países. Españoles e italianos, por muchas causas, que vienen de bastante más lejos que la última burbuja de los años 2000, tienen un enorme amor al ladrillo. Es decir, quieren tener sus casas en propiedad. Y lo cierto es que lo han conseguido. Un 82,7% de los españoles y un 68,7% de los italianos poseen su propia vivienda, frente a un 44,2% de los alemanes y un 55,3% de los franceses.
Esto tiene su importancia. La media de patrimonio entre los españoles que son propietarios del inmueble en el que viven es de 337.900 euros, incluso aunque en el estudio se resta la parte de la hipoteca que les queda por pagar; mientras, los no propietarios se quedan en 68.900 euros. Es más, en el caso de los alemanes propietarios, su riqueza alcanza los 381.200 euros. El problema es que no hay tantos germanos con casa.
Evidentemente, no todo es positivo en esta fotografía. En primer lugar, aunque en patrimonio podemos estar por encima de alemanes u holandeses, en ingresos seguimos bastante por debajo de nuestros vecinos norteños. Y esto tiene su importancia, porque poseer una vivienda impone una serie de cargas que se hacen más pesadas cuando el flujo de entrada es menor.
Por otro lado, hay que tener en cuenta que en algún sitio hay que vivir. Es decir, si un español en problemas quiere hacer líquido su patrimonio, irá viendo como poco a poco desaparece su ahorro en el pago de su nueva vivienda. La pregunta es qué es mejor, tener una riqueza superior pero menos ingresos; o unos ingresos superiores (ahora y en el futuro) a cambio de un patrimonio menor.
Además, hay que tener en cuenta que los españoles tienen un patrimonio no inmobiliario mucho más reducido que otros europeos. Sólo el 5,6% tiene fondos de inversión, frente a un 17% de los alemanes u holandeses, y un 23% tiene planes de pensiones privados, frente al 46% de germanos y el 50% en los Países Bajos. Estos activos harán que, en el futuro, los ciudadanos de estos países tengan mayores ingresos, aunque tendrán también un gasto extra que los que viven en su casa no tienen que afrontar.
Por último, todos los economistas advierten que la querencia de los españoles por la vivienda en propiedad introduce numerosas rigideces en la economía. Los cambios de residencia o trabajo se hacen mucho más complicados en países en los que el porcentaje de propietarios es más alto.