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Emilio J. González

La recuperación imaginaria

La salida de la crisis precisa de un nuevo enfoque en la política económica, que se centre en la empresa y en el sector privado y no en lo público.

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, ha vuelto a insistir en que la economía crecerá con claridad en 2014 y creará puestos de trabajo. Ojalá tenga razón, porque la sociedad está sufriendo lo indecible con una crisis tan intensa y que dura ya tantos años, pero todo invita a pensar en que, nuevamente, se trata de un mensaje vacío de contenido, porque todavía no se han sentado de verdad las bases del crecimiento económico, ni se hará mientras el Ejecutivo siga sin querer meter de forma drástica la tijera en el gasto público, en especial en el de las administraciones territoriales.

El Gobierno sigue confiando en que las exportaciones sacarán a España de la crisis, y es cierto que las ventas al exterior están subiendo con fuerza, pero lo están haciendo a base de reducir los márgenes empresariales, para poder recortar los precios, hasta casi los niveles en los que el beneficio desaparece, con lo que esas exportaciones apenas tendrán capacidad de generar más empleo. Es más, en algunos casos el dinamismo exportador es fruto de una caída drástica de los costes laborales, que permite reducir los precios y, de esta forma, recuperar competitividad, pero eso tampoco contribuye a generar puestos de trabajo y nos lleva a un segundo problema: la debilidad del consumo interno.

El gasto familiar, que representa dos terceras partes del PIB, se halla bajo mínimos por las elevadas cifras de paro, el acelerado proceso de reducción de deudas que están llevando a cabo los hogares y las fuertes reducciones salariales que se vienen experimentando en muchos sectores y empresas para poder mantener los puestos de trabajo, o al menos parte de ellos. En este contexto, es muy difícil que el consumo pueda repuntar y tirar del crecimiento económico, como reconocía recientemente el secretario de Estado de Comercio, Jaime García Legaz. Es decir, que el gasto familiar seguirá con el pulso muy débil, al igual que el crecimiento económico y la creación de empleo. No obstante, un aumento de la renta disponible de las familias en forma de reducción de impuestos podría cambiar las cosas, pero el recorte tributario ni está ni se le espera, porque con un déficit del 6% del PIB para este año y el próximo, tal y como estima el Banco de España, es imposible reducir la presión fiscal. Y lo mismo cabe decir en relación con las empresas y el estrechamiento de sus márgenes.

La recuperación de la economía, en consecuencia, pasa por la reducción del déficit público, con el fin de que, a través de ella, se puedan rebajar los impuestos. Esa reducción, empero, solo será posible si se recorta de forma drástica el gasto público, porque nuevas subidas de impuestos lo único que causan es más depresión económica y más desaparición de empresas. Esta, por desgracia, es la estrategia que ha seguido este Gobierno, y así nos va. La salida de la crisis, por tanto, precisa necesariamente de un nuevo enfoque en la política económica, que se centre en la empresa y en el sector privado y no en lo público. Al no querer ajustar el gasto de las administraciones y reducir el tan ingente como innecesario número de empleados públicos, el peso del ajuste ha caído sobre el sector privado. Hoy éste necesita menos déficit público para que puedan bajar los impuestos y para que la abultada cantidad de recursos que absorbe su financiación pueda dirigirse al sector privado generador de crecimiento económico y empleo. Eso significa, entre otras cosas, meter mano de una vez por todas a las autonomías, pero como Rajoy sigue sin estar por la labor, ni habrá reducción del déficit –ya vemos que el Gobierno, después de tratar de engañar a la UE con las cuentas de 2012, ahora pretende renegociar el déficit de 2013–, ni rebaja de impuestos, ni crecimiento económico ni creación de empleo en 2014. Lo que habrá es lo que sucede siempre con las crisis como las que está sufriendo España: debilidad, estancamiento y nuevas recesiones.

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