Impasible ante la lluvia de críticas de los eurodiputados y a pesar de un amago de entonar el mea culpa por su "mala comunicación" sobre el paquete de rescate a Chipre, el presidente del Eurogrupo, Jeroem Dijsselbloem, sigue en sus trece y asegura que no hay "muchas alternativas realistas" que puedan librar a los depósitos chipriotas del castigo.
El presidente del Eurogrupo ha sacado la cara por los ministros del euro, que el pasado sábado de madrugada decidieron asestar un tajo a los ahorros de los clientes de bancos chipriotas, tomando "plena responsabilidad de la decisión". Aunque ahora insiste en que la pelota está en el tejado de Chipre, de sus palabras ante la comisión económica de la Eurocámara se deduce con facilidad que tiene poca fe en que el pequeño país mediterráneo pueda librar del castigo a sus pequeños ahorradores.
En ese sentido, ni siquiera las cuentas de menos de 100.000 euros están a salvo, pese a que las autoridades europeas no se cansen de cacarear la sacrosanta garantía de depósitos. Y ello porque la tasa a los ahorros "no tiene nada que ver con tocar el sistema de garantías de depósitos", a juzgar de los eurócratas que piden que Chipre arrime el hombro en su propio rescate (el denominado "reparto de las cargas" en la jerga oficial). De hecho, el presidente del Eurogrupo se aventuró a comparar la tasa con el impuesto sobre la fortuna. "Es simplemente una medida fiscal comparable al impuesto sobre la riqueza", argumentó Dijsselbloem.
Tampoco en Rusia ve el Eurogrupo una salida airosa. A pesar de que su intervención estuvo minada de referencia a las grandes fortunas extranjeras con dinero en Chipre -en referencia velada a los oligarcas rusos-, a las que Europa pide contribuir de manera significativamente mayor que los depositarios de cantidades menores, para Dijsselbloem la solución no está en Rusia. "Si los rusos dicen ahora que pueden prestar más, eso no ayudaría a la sostenibilidad de la deuda en Chipre", aseveró el holandés, tras asegurar que desconoce los resultados de las negociaciones entre Moscú, que ya va a poner 2.500 millones para facilitar el rescate, y Nicosia.
Riesgo para el euro
El holandés Dijsselbloem, recién llegado al puesto y enfrentado al examen de la Eurocámara por primera vez, no ocultó que el pequeño país mediterráneo ha hecho tambalear los cimientos de todo el euro. "Existe un riesgo sistémico, como demuestran los nervios de los últimos días", admitió.
Con todo, el lenguaje no ha cambiado en Bruselas. Los socios europeos están dispuestos a prestar 10.000 millones de euros, pero en ningún caso más, mientras que a Chipre le exigen que contribuya con casi 6.000 millones. De dónde sacará Nicosia ese dinero es aún una incógnita, aunque las distintas autoridades deslizan sin disimulo que dudan que puedan hacerlo sin gravar las cuentas de menos de 100.000 euros.
En Fráncfort, en cambio, el BCE ha elevado el tono con su ultimátum al darle a Chipre hasta el martes para sacar de la chistera la solución. De lo contrario, avisa la entidad emisora, no habrá ayuda, lo que significa que Europa, por primera vez, dejaría caer a un socio, tras varios años de rescates millonarios para salvar a Grecia, Portugal, Irlanda y España.