Una de las más célebres frases de Alfonso Guerra decía que, después de que gobernaran los socialistas, a España no la iba a reconocer "ni la madre que la parió". Pues bien: a la vista de cómo está gobernando aquí y ahora el Gobierno de Rajoy, lo único que está resultando absolutamente irreconocible es el Partido Popular.
Desde Libertad Digital hemos denunciado insistentemente la peculiar metamorfosis que ha experimentado Cristóbal Montoro en lo relacionado con las subidas de impuestos. Pues bien, este martes el titular de Hacienda ha anunciado la creación de un impuesto sobre los depósitos bancarios que contradice lo que él mismo ya no en la oposición, sino siendo ya ministro de Rajoy.
Efectivamente, a finales del pasado año, y ante la tentativa –en algunos casos consumada– de algunos Gobiernos autonómicos de establecer por su cuenta un gravamen de estas características, Montoro nos anunció la creación de un impuesto a los depósitos bancarios "a tipo cero" que, precisamente por su nulo afán recaudatorio, no tenía como único objetivo la armonización del mismo en toda España, sino que también trataba de impedir que las comunidades penalizaran el escaso ahorro disponible con un nuevo gravamen.
Ahora, sin embargo, el ministro dice que el impuesto sobre los depósitos será "moderado" y que carecerá de "afán recaudatorio", puesto que sólo servirá para que las regiones que ya lo han aplicado por su cuenta "compensen esa pérdida recaudatoria".
¿Pero cómo no va a tener "afán recaudatorio" un impuesto que, a diferencia de lo anunciado hace escasos meses, ya no va a ser de "tipo cero"? ¿Cómo no va a tener a afán recaudatorio un impuesto que, según el propio ministro, trata de "compensar una pérdida recaudatoria"?
Todo impuesto es, por definición, recaudatorio. Si había razones para defender su creación "a tipo cero" por parte de la Administración central era precisamente por el hecho de que esta era una forma, indirecta pero aparentemente eficaz, de blindar su no aplicación en parte alguna de España, dado que dos Administraciones no pueden gravar el mismo hecho imponible. Sin embargo, Montoro ahora va a crear un tributo que se va a tener que pagar en toda España y que no va a dejar de ser una rémora por el hecho de que sólo sea la Administración central la que lo aplique y, en cierta forma, una persistente e injusta violación del principio non bis in idem. A fin de cuentas, los depósitos bancarios se constituyen con lo que ha quedado después del pago de impuestos. Las rentas que generan vuelven a estar gravadas por el fisco. Establecer un impuesto adicional a la creación misma del depósito constituye un ataque directo al ahorro y delata una voracidad fiscal propia de un gobernante socialista.
En este sentido, no vamos a otorgar legitimidad a Tomás Gómez para que critique a Montoro; pero desde luego el senador socialista ha estado sembrado al calificar al ministro de "trilero de la política". Bien es cierto que son los votantes del PP los que tienen derecho a sentirse defraudados: lo que se esperaba de un Gobierno del PP es que metiera en cintura a los manirrotos Gobiernos autonómicos, no que los compensara de la pérdida de un injusto impuesto haciéndolo extensivo a toda España.
Veremos qué entiende Montoro por impuesto "moderado". Pero está visto que las advertencias de intervención, contempladas en la Ley de Estabilidad Presupuestaria, que hiciera Montoro contra las autonomías que no se ajustaran lo suficiente a sus ingresos, también se las ha llevado el viento, para perjuicio del sufrido contribuyente.