Según informa este domingo la prensa griega, el Banco Central de Chipre ha comunicado a las entidades financieras de la isla que bloqueen las transferencias y los pagos de los clientes, y se extiende al martes el cierre de los bancos (el lunes es festivo), aunque no se descarta que continúen cerrados algún día más.
La medida llega después de que el Eurogrupo aceptara rescatar a la economía chipriota mediante un paquete de ayuda de 10.000 millones de euros a cambio de una aportación por parte de los depositantes del país. Así, aplicarán una quita del 9,9% de todos los depósitos superiores a los 100.000 euros y del 6,7% al resto. Pero su aprobación se complica. El Gobierno chipriota ha aplazado al lunes la sesión de urgencia en el Parlamento para aprobar las condiciones del rescate y la quita a los depositantes,
Este sábado, los chipriotas se echaron a la calle en busca de los bancos que abren en sábado. Desde primera hora se formaron grandes colas en las entidades financieras que terminaron cerrando a los pocos minutos de la apertura. Los cajeros siguen funcionando pero tienen un límite de 1.000 euros diarios a disposición de sus clientes.
De momento, Chipre espera el debate parlamentario en el que el presidente, Nikos Anastasiadis, pretende defender la polémica quita de los depósitos privados aprobada por el Eurogrupo, una medida que ha desatado la indignación en este país mediterráneo. "La decisión del Eurogrupo no tiene precedentes y entierra definitivamente e irrevocablemente el fundamento básico de la UE que es el principio de la solidaridad", dijo el partido socialdemócrata EDEK en un comunicado. "Rechazamos plegarnos a este chantaje", agregó EDEK, que pidió renegociar el acuerdo.
El proyecto requiere el voto a favor de 29 de los 56 diputados que forman el hemiciclo, por lo que Anastasiadis, cuyo partido conservador DISY tiene 20 escaños, necesita el respaldo de los nueve diputados del partido que le apoyó en las elecciones, el centrista DIKO, algo que no parece asegurado.
El ciclón provocado desde ayer por esta decisión ha desencadenado también la ira de los habitantes de la isla. "Despertarse y darse cuenta de que parte de tu vida, de tus fatigas y de tus sueños han sido robados, no es algo fácil de entender ni de aceptar", dijo a Efe Maria Filipu de 54 años, contable jubilada.