Daniel Lacalle acaba de publicar su primer libro bajo el revelador título Nosotros, los mercados (Ediciones Deusto), en el que explica qué es y cómo funciona ese particular ente abstracto llamado "mercado" de forma sencilla y aleccionadora, además de tratar la crisis económica europea y sus posibles soluciones. Lacalle conoce a la perfección los entresijos del mercado porque trabaja como gestor de fondos de inversión en la City londinense. Pero es que, además, se ha hecho un nombre y un hueco importante en la opinión pública, con especial incidencia en las redes sociales, gracias a sus agudos análisis y comentarios sobre la crisis española y, en general, la actualidad económica.
El autor explica en una entrevista con Libre Mercado algunas claves de su libro y su particular visión sobre la economía nacional y la crisis del euro. Destacan, sobre todo, tres titulares: "España está en el año tres de la crisis japonesa"; el país padece un problema de "drogadicción" debido a su elevada dependencia al endeudamiento; y el "euro no se va a romper", aunque en este último punto admite la existencia de ciertos riesgos.
Pregunta: ¿Qué es el mercado?
Respuesta: El mercado somos todos nosotros. Son mis ahorros, los de mis padres y abuelos... El mercado son los ahorros de todo el mundo. Se tiene que concebir como un gran supermercado en el que una parte, los compradores, pone sus recursos para obtener una rentabilidad mientras la otra parte, los vendedores, ofrece todo tipo de productos (acciones, bonos, etc.) para tratar de generar esa rentabilidad. De este modo, todos, como compradores y vendedores, intentamos participar de esa generación de riqueza que está ocurriendo globalmente.
Siempre ha defendido que los mercados no atacan, como suelen difundir políticos y medios de comunicación, sino que se defienden. En ese sentido, resulta curioso que los gobiernos llamen "especuladores" a quienes venden deuda pública e "inversores" a los que la compran...
El mercado funciona en base a unas estimaciones, es un mercado de percepción. Cuando España, por ejemplo, arroja unas estimaciones de crecimiento, reducción de deuda y equilibrio en las cuentas públicas, el mercado toma nota y abarata la financiación [percibe un menor riesgo]. Pero si incumplimos esas expectativas en un 100%, como acaba de ocurrir en enero con la cifra de déficit público, el mercado sufre un shock. Es como el que va al supermercado a comprar un producto que, en teoría, está elaborado con materiales de primera calidad y resulta que sale defectuoso. Entonces, se produce un shock de demanda [no se compra el producto].
España ha sido durante muchos años un mercado con esteroides. Éramos el país del pelotazo, donde era más fácil hacerse rico, donde había crecimiento de por vida y donde no existían límites para ningún tipo de operación corporativa -cualquier empresa podía comprar otra endeudándose en 20 veces sus activos y todo el mundo decía que era una gran operación-.
Y, entonces, ¿qué es lo que está ocurriendo ahora?
Que hemos dejado de cumplir esas expectativas, y entonces es cuando nos quejamos. España sufre el síndrome del drogadicto, que cumple las tres fases:
- Yo controlo: ésta ha sido nuestra particular época de borrachera y burbuja crediticia.
- Siempre voy a tener el suministro de mi camello a un precio barato: es decir, el mercado siempre nos va a financiar a bajo coste.
- Y nunca llegaré a los doce pasos para superar mi adicción, ya que no tengo un problema.
Pues bien, España está ahora mismo en los doce pasos, como el drogadicto, quejándose de que el camello ya no le suministra, es decir, lamentando que los alemanes no nos financian, que el BCE no compra deuda española ni nos presta al 0% de interés...
Ahora, resulta que esos mismos inversores que antes nos sobre-pagaban ofreciendo financiación muy barata son malvados especuladores porque ya no nos prestan. De hecho, es fácil observar esa particular dicotomía en los titulares de prensa: cuando la bolsa sube siempre es por cuestiones endógenas (resultados económicos, buena gestión del gobierno...), pero cuando baja o la prima de riesgo sube, entonces, siempre es por cuestiones exógenas (Grecia, Alemania, el BCE...).
Esta reacción es muy típica de países enganchados a la deuda y el problema es que cuando los fundamentales de la economía dejan de funcionar, entonces, se quejan de que los mercados nos penalizan injustamente. Es importante entender que existe una responsabilidad crediticia: si le presto a un amigo 1.000 euros y se lo gasta en fiestas, esto no significa que ya no me deba los 1.000 euros ni que le tenga que prestar otros 1.000. Y ése es el problema, que nosotros no solamente no queremos devolverlos sino que, además, exigimos que nos sigan prestando.
Todos aquellos que piden que vuelva el crédito deben entender que lo que se necesita es exactamente lo contrario. España precisa desapalancarse [reducir deuda]. Una empresa que está endeudada ocho veces su Ebitda no le va a ir mejor por endeudarse nueve sino todo lo contrario. Lo mismo le pasa a una familia o al propio Estado.
Además, en el caso del Estado este proceso tiene un efecto muy dañino porque para endeudarse no puede hacer una ampliación de capital como una empresa, la ampliación de capital del Estado son tus impuestos o, peor todavía, la devaluación y la inflación.
¿En qué punto de la crisis se encuentra España?
España está en el año tres de la crisis japonesa, que es cuando reconoció el problema de la banca y cuando comenzó a tomar medidas para tratar de frenar el agujero financiero. Aún estamos en la fase de reconocimiento del problema y cauterización de la herida.
Por ello, España aún tiene un largo proceso de desapalancamiento por delante, sobre todo si se tiene en cuenta que fue el único país de la OCDE que, conscientemente, trató de redoblar la apuesta por la burbuja en 2007 mediante más endeudamiento, obra pública, gasto, construcción, etc. No sólo hemos perdido cinco años de solución del problema sino que, además, lo agrandamos. Aún estamos en pleno proceso de limpieza y saneamiento, pero eso lleva mucho tiempo.
¿Qué opinión te merece el Gobierno de Rajoy?
Su principal error ha sido tratar de atajar el déficit público subiendo impuestos. Eso ha sido un error monstruoso porque lleva a la destrucción de la clase media, y la clase media es lo único que nos puede sacar de la crisis.
¿Crees que España será rescatada?
España ya ha sido rescatada de forma implícita. Todas las medidas que está adoptando el Gobierno son coordinadas desde la UE que es, a su vez, la que está sosteniendo el bono español a unos niveles razonables.
El rescate explícito de España, al estilo de Grecia, Irlanda o Portugal, no va a pasar. El rescate español es el que nadie quiere pedir y el que nadie quiere dar porque es tan enorme y tan salvaje que sus consecuencias son desconocidas. No vamos a ver un rescate explícito sino pequeños rescates soslayados y constantes.
¿Se romperá el euro como estiman algunos analistas?
Estoy seguro de que el euro no se rompe, aunque a lo mejor me equivoco. La razón es que el euro es un club en el que se venden y se compran entre todos, ya que casi el 75% de las transacciones de Europa se realizan entre miembros del club y, como tal, lo que necesita es atraer nuevos miembros, no expulsarlos.
Además, Alemania y Francia han apostado mucho por este club. El riesgo, sin embargo, está en los países que culturalmente no coinciden con el modelo de club que estamos creando, como Reino Unido, Holanda y Finlandia. Estos países rechazan el modelo centralizado, socialdemócrata y planificado que está formando la UE porque choca frontalmente con su cultura de empresa, comercio y libertad económica.
Es como lo que pasó con The Beatles. El grupo no se separó por Ringo Starr o George Harrison sino por Paul McCartney... El que pone la pasta es el que se va.