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Emilio J. González

Qué lejos queda 2014

Estas medidas están pensadas para que entren en vigor en 2014, con lo que la cuestión es inmediata: ¿qué va a hacer, entonces, el Gobierno este año?

Mariano Rajoy ha presentado este miércoles en el Congreso, durante el Debate sobre el Estado de la Nación, un nuevo paquete de medidas económicas, que será el quinto que conozcamos los españoles desde que empezó la crisis. Los cuatro anteriores –tres de Zapatero y uno del propio Rajoy– han pasado, en general, con más pena que gloria y sin cosechar resultados verdaderamente significativos. El que acaba de dar a conocer el presidente del Gobierno tampoco parece que vaya a ser algo así como el bálsamo de Fierabrás, que todo lo cura.

Las medidas que contiene el plan son correctas y algunas de ellas demandadas desde hace mucho tiempo, como, por ejemplo, que autónomos y pymes no tengan que liquidar a Hacienda el IVA de las facturas pendientes de cobro, la nueva línea de crédito para las pequeñas empresas o los incentivos a la actividad emprendedora. El problema es que todo esto parece una especie de huida hacia adelante por parte de un Gobierno acosado por los escándalos de corrupción y acusado de no hacer ni mucho menos todo lo que puede y lo que debe frente a la crisis.

Estas medidas están pensadas, dice Rajoy, para que entren en vigor en 2014, con lo que la cuestión es inmediata: ¿qué va a hacer, entonces, el Gobierno este año? Pues mucho me temo que lo que ha venido haciendo desde que llegó al poder: esperar a que las circunstancias mejoren por sí mismas y actuar únicamente cuando no tenga más remedio porque la presión de los mercados, o de la Unión Europea, le obligue a ello. Porque si esas medidas son tan buenas como parecen a priori, ¿por qué no se toman ya, en vez de dentro de un año? Desde el Ejecutivo contestarán que, como muchas de ellas tienen repercusiones presupuestarias, hay que esperar a que se avance en la reducción del déficit público para poder empezar a tomarlas. Y este es el quid de la cuestión, porque lo que hemos visto del PP hasta la fecha es una corrección del déficit a golpe de subida de impuestos y de recorte o congelación del gasto en aquello que más importa a los ciudadanos: sanidad, educación, pensiones y prestaciones por desempleo, mientras sigue creciendo el número de asesores, no se reduce el de coches oficiales, no se cierran las ruinosas empresas públicas que solo sirven para colocar a amigos, familiares y compañeros de partido ni se reforma de verdad el Estado de las Autonomías. El PP no ha hecho nada de esto ni cabe esperar que lo vaya a llevar a cabo este año. Es decir, que vuelve a confiarlo todo a que la economía empiece a mejorar, en vez de meterle mano de una vez por todas al gasto público.

Esperar hasta 2014 para tomar esas medidas, por otra parte, es hacerse un poco el cuento de la lechera. Si la economía mejora, el déficit también lo hará y entonces se podrá poner en marcha el paquete de medidas anunciado. Pero resulta que el panorama económico este año pinta mucho peor que 2012 para Estados Unidos y, sobre todo, para una Unión Europea que puede volver a entrar en recesión y que sigue siendo el destino de más de dos terceras partes de nuestras ventas al exterior, de esas exportaciones cuya buena marcha el Gobierno pretende convertir en los primeros brotes verdes o en los primeros rayos de luz que muestran el final del túnel. Ojalá sea así, pero, tal y como están las cosas por EEUU, Alemania y Francia, más bien cabe esperar un frenazo de las ventas al exterior y de la llegada de turistas. El tiempo lo dirá pero, insisto, a falta de medidas económicas este año, todo se fía a una recuperación que dista mucho no solo de consolidarse sino tan siquiera de haber empezado.

Para complicar más las cosas, Rajoy y el Gobierno no parecen querer tener en cuenta lo que puede suceder en los mercados con la deuda pública española. Después de que ésta creciera hasta el 84% del PIB en 2012, sin que el Ejecutivo nos haya explicado adecuadamente por qué, su volumen se acerca peligrosamente al nivel del 90%, a partir del cual se empieza a considerar que un país está verdaderamente en riesgo de insolvencia, de suspensión de pagos. El objetivo del Gabinete, en este contexto, tendría que ser reducir cuanto antes el déficit y frenar el crecimiento de la deuda, con el fin de atajar semejante riesgo, porque los problemas con la prima de riesgo pueden reaparecer en cualquier momento. Y, relacionado con ello, si al Gobierno de verdad le importa tanto eso del IVA, del crédito a la empresa y del impulso a los emprendedores, lo que tendría que hacer es reducir el déficit de forma drástica para poder llevar a cabo cuanto antes una bajada general de impuestos y para que la financiación del déficit no se lleve los recursos que necesita el sector privado para sobrevivir.

Rajoy no ha dicho nada de esto; solo nos ha remitido a 2014 como fecha para empezar a hacer algo, lo cual suena a esperar a que pase lo peor de la crisis, si es que pasa, y a confiar en que no haya nuevas sorpresas desagradables. Qué lejos queda 2014.

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