Este sábado, al salir de casa, la mayoría de los españoles mirarán al cielo y verán un sol radiante sobre sus cabezas. En el noreste se anuncian algunas nubes, que irán extendiéndose a lo largo de la jornada, pero nada grave. Y, sin contar las zonas montañosas, las previsiones apuntan a unas temperaturas máximas que irán de los 20 grados de algunas zonas de la costa mediterránea a los 10-12 ºC del norte de Castilla y León. Como es algo habitual, no se le da importancia, pero al mismo tiempo que los ciudadanos de Almería, Valencia o Cádiz pueden disfrutar de un reconfortante paseo por la playa, los vecinos de Viena, Helsinki o Coppenhague previsiblemente se encontrarán con densos nubarrones, algunos copos de nieve y máximas que difícilmente superarán los 0ºC.
¿Y qué tiene eso que ver con la economía? Pues puede que mucho. Durante gran parte de la historia europea, se ha asociado la riqueza con el mal clima y se ha enfrentado a los industriosos norteños con los perezosos mediterráneos. La teoría venía a decir que en los países con buenas temperaturas, los incentivos para ir al trabajo eran menores, mientras todo empujaba a tomárselo con más calma.
Sin embargo, ese tópico puede que sea simplemente eso, un tópico. En las últimas décadas, algunas de los lugares más pujantes del mundo gozan de un clima benigno: desde Australia a Singapur, pasando por Israel o el mítico Sillicon Valley de California. Y en EEUU, desde 1970, no hay ninguna región que pueda equipararse en crecimiento al llamado "sun belt" (cinturón del sol), un grupo de estados que recorren el sur del país, desde el Atlántico hasta el Pacífico. Arizona, las dos Carolinas, Texas o el sur de California han sido testigos de un auténtico milagro económico. Y, mientras tanto, han seguido disfrutando de sus cielos, completamente despejados.
Talento e instituciones
Evidentemente, el secreto último de la prosperidad no reside en las altas temperaturas, sino en las instituciones. Las regiones y los países de los que hablamos en el párrafo anterior lideran habitualmente los ranking de libertad económica, flexibilidad, legislación pro empresarial, seguridad jurídica... Si hubiera una relación directa entre buen clima y crecimiento económico, Palermo sería mucho más rico que Oslo.
Pero lo que sí se está poniendo de manifiesto, y hay muchos estudios que lo respaldan, es que el sol puede ser un activo económico de primer orden, y no sólo en lo que tiene que ver con el turismo. Los expertos en Recursos Humanos repiten que cada vez es más importante ofrecer al trabajador un entorno en el que se sienta cómodo trabajando, un estilo de vida atractivo y facilidades para compaginar la faceta personal y profesional. (Foto superior: imagen de Rojales, una de las localidades españolas con más porcentaje de población foránea).
En este sentido, hay que destacar que la economía moderna se basa en la búsqueda del talento y es evidente que poder salir a pasear, montar en bicicleta, jugar al golf o tomarse una cerveza, un 15 de febrero, con 20 º C de temperatura, es un magnífico incentivo para atraer a esos trabajadores con potencial. Evidentemente, no es lo único que importa. Pero la pregunta que deberían hacerse los españoles es: ¿qué pasaría si ofreciéramos las mismas leyes, impuestos, servicios, regulación empresarial o seguridad jurídica que Alemania, Austria o Suecia? ¿cuántas empresas de primer nivel estarían dispuestas a trasladar su sede o sus fábricas a nuestro país? ¿no estamos desperdiciando uno de nuestros mejores activos?
Porque, además, existe una cuestión fundamental: España sí podría intentar replicar las instituciones de estos países. Es una cuestión de voluntad política. Pero por mucho que lo intenten, para ellos será imposible imitar nuestro sol.
"Quieren pasar más tiempo aquí"
El pasado martes, The Economist reunió a expertos, empresarios y analistas con el objetivo de analizar las posibilidades de futuro de la economía española. Y aunque no estaba en la agenda, hubo una sorprendente coincidencia en la importancia que podría tener para nuestro país su situación geográfica. Como explicaba Roger Wolcott, director y co-fundador de la red Kellogg Innovation, "hay mucha gente que quiere pasar más tiempo aquí, pero tenemos que permitirles que desarrollen su espíritu empresarial".
De hecho, España lleva décadas atrayendo talento y dinero. Por ejemplo, en una cuestión tan competitiva como el deporte de primer nivel, la Península Ibérica es el principal centro de Europa. Y no hablamos de la liga de fútbol o de figuras como Rafa Nadal o Fernando Alonso. Los test de invierno de las principales escuderías de Fórmula 1, algunas de las mejores academias de tenis del mundo, los entrenamientos de los equipos de ciclismo punteros y un buen puñado de jugadores de golf del circuito europeo tienen su sede en España. Estas actividades se podrían realizar en cualquier sitio, pero nos eligen por la mezcla de buen clima, grandes infraestructuras y cercanía a sus mercados naturales.
Del mismo modo, los MBA españoles están entre los más demandados del mundo. Una razón está en su calidad, pero las propias escuelas de negocio admiten que la calidad de vida de Madrid o Barcelona también actúa como gancho. El problema es que, luego, España desperdicia buena parte de ese talento y muchos licenciados en IE, IESE o ESADE, que podrían abrir sus negocios aquí, acaba yéndose al extranjero. (Foto superior: imagen de los rascacielos de la zona de Azca, en Madrid. | Corbis).
Y aún más evidente es el potencial de nuestras costas para los jubilados de alto poder adquisitivo. Normalmente se piensa en ellos como una especie de turistas de larga duración, pero lo cierto es que éste es un segmento del mercado con muchísimas posibilidades para un buen número de industrias: turismo, construcción, restauración, sanidad, sector financiero, textil, mobiliario,... De hecho, ya hay quien habla de una Florida europea (algo que no tendría nada de malo), pero en realidad el modelo podría ir incluso más allá.
Por eso, Mónica de Oriol apuntaba en el foro del semanario británico que incluso el exceso de infraestructuras puede ser un recurso a medio plazo; eso sí, si se consigue igualarse en las demás cuestiones importantes: "En cinco años, los ingleses seguirán sin infraestructuras y nosotros ya las habremos pagado. Tenemos un valor, la capacidad de adaptación al cambio".
Otro de los asistentes apuntaba que una de "las ventajas competitivas de España es el sol y su larga extensión de costa. Pero tenemos que añadir valores a nuestra costa, no sólo servir café. Mirad a Florida, no podemos sólo vender casas. Tenemos que atraer a doctores si vamos a traer a gente mayor. ¿Por qué no podemos convertirnos en la California de Europa?".
Los datos
- En la última década de crecimiento constante en EEUU, entre 1990 y 2000, los estados del Sun Belt crecieron muy por encima de la media nacional. Así, mientras el conjunto de EEUU tuvo un incremento del PIB per cápita del 51,8%, Texas se fue al 54,2%, Georgia al 65%, Arizona al 63% y Carolina del Norte al 60%. Estos datos son especialmente meritorios, teniendo en cuenta que su población se incrementó también en esos años, en parte debido a la llegada de inmigrantes, que se incorporaban a su pujante sector servicios. Pues bien, incluso aunque estos recién llegados tiraban el PIB medio hacia abajo, el sun belt logró mantener su ritmo.
- Y si los datos de crecimiento son llamativos, aún lo son más los de población. Mientras en el conjunto del país el número de habitantes creció un 13%, en Arizona lo hizo un 40%, en Georgia un 26% y en Texas un 23% (Foto superior: vista aérea de Phoenix, Arizona).
- La crisis inmobiliaria que se desató en 2007 tuvo un fuerte impacto en estos estados. Sin embargo, se están recuperado con rapidez y ya vuelven a mostrar tasas de crecimiento superiores a la media nacional. De esta manera, Texas, Florida, Carolina del Norte y del Sur o Georgia están entre los diez estados que han recibido más inmigración neta en 2011. Y en Miami, Orlando o Phoenix las tasas de nuevos vecinos han visto crecimientos superiores al 25%.
- Desgraciadamente, España todavía no se ha convertido en el sun belt europeo. Aunque condiciones no le falta. Por ejemplo, en cuanto al buen tiempo. En la mayor parte del noreste francés, Bélgica, Alemania, Holanda, Reino Unido o los países nórdicos, la media de horas de sol no supera las 2.000 anuales. Mientras, en la mayor parte de España, se rondan (o se superan) las 3.000.
- Y lo mismo puede decirse de las temperaturas durante buena parte del año. Por ejemplo, en Barcelona en febrero, la media durante el día es de casi 15ºC; en Londres apenas supera los 8ºC y en Estocolmo se quedan en los 0ºC.
- Aunque en términos económicos, España ronda el puesto 30º en las tablas de riqueza, suele aparecer mucho mejor clasificado en los índices que miden la calidad de vida. Por ejemplo, en el que realizó en 2005 The Economist, aparecía en décima posición, muy cerca de países como Dinamarca, Australia o Suecia, y por encima de otros como Finlandia, Estados Unidos o Canadá.
- No es extraño que sea uno de los países con más atractivo para los extranjeros. Por ejemplo, en una encuesta realizada en el Reino Unido a finales de 2011, España aparecía como el segundo destino ideal para los británicos que estaban pensando en una nueva vida, sólo por detrás de Australia. Y las universidades hispanas reciben el mayor número de solicitudes Erasmus de toda Europa. ¿Por qué no capitalizar esta simpatía en inversiones o atracción de talentos?
- El problema de España reside en que, aunque cae bien a los extranjeros, no tiene una imagen fiable en lo que hace referencia a negocios, inversiones o niveles de corrupción. Hace unas semanas, Funcas presentaba un estudio sobre la percepción que de nuestro país se tiene en el extranjero y la conclusiones eran claras: la sociedad española aprueba con nota; mientras, sus políticos y sus instituciones suspenden.
- No es una cuestión sólo de percepciones. En los índices de libertad económica, que miden cómo de atractiva es una economía para la inversión y cuántas facilidades ofrece a los empresarios, España ocupa año tras año posiciones muy mediocres. Es más, en temas como la facilidad para abrir un negocio o la flexibilidad de su mercado laboral, su realidad es tercermundista. Mientras tanto, Dinamarca, Suecia o Suiza no bajan de los veinte primeros puestos a nivel mundial, y en muchas ocasiones se meten en el top ten. Para responderse a por qué las grandes empresas o los profesionales de más talento se marchan allí, a pesar de la dureza de su clima, quizás una mirada a estos datos no estaría de más.