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'Eurócratas', los privilegios de la casta política europea

Los funcionarios y altos cargos de la UE gozan de elevadas retribuciones; dietas y extras de todo tipo; cheque escolar; prejubilaciones con 58 años...

Los funcionarios y altos cargos de la UE gozan de elevadas retribuciones; dietas y extras de todo tipo; cheque escolar; prejubilaciones con 58 años...

La cumbre de la UE que comienza este jueves reúne a los líderes europeos con el objetivo de alcanzar un acuerdo sobre el presupuesto comunitario en el periodo 2014-2020. En medio de una crisis que exige un serio ejercicio de austeridad pública a numerosos países del euro, la política de recortes comunitarios ha llegado a Bruselas, el corazón de la administración europea. Los países del norte, con Alemania y Reino Unido a la cabeza, defienden la contención presupuestaria, mientras que los del sur abogan por mantener e incluso incrementar el presupuesto.

De hecho, este debate ha tocado de lleno a los denominados eurocrátas, el cuerpo de funcionarios y altos cargos que trabaja en las instituciones comunitarias, que no han dudado en convocar jornadas de protesta para rechazar recortes en sus condiciones laborales. Cuando el cuánto y, sobre todo, el cómo gastar el dinero de las arcas comunitarias llega a primera página de todos los medios, la cuestión sobre los sueldos y privilegios de los eurócratas es casi inevitable. El semanario alemán Welt am Sonntag publicaba esta semana que casi 4.000 eurócratas ganan un sueldo mensual superior al de la canciller germana, Angela Merkel: algo más de 21.000 euros al mes, frente a los casi 16.300 de la canciller.

Desde la función pública europea, justifican sus altos sueldos por la alta cualificación de profesionales y por la necesidad de recompensarles económicamente la lejanía de su tierra natal. La mayoría comprende que la opinión pública les haya puesto en la diana en un momento en que "la crisis azota más duro". Sin embargo, se rebelan contra lo que califican de "desinformaciones" de la prensa, y disparan contra el Gobierno de Cameron, cuya tradicional batalla contra los dispendios de los eurócratas, acusan, "no es más que populismo". Pero, ¿cuál es exactamente el salario del funcionario europeo?

La pregunta, que parece sencilla, mereció una no-respuesta de casi media hora por parte de un portavoz de la Comisión Europea esta semana. Y es que, el sistema de retribución comunitario es, efectivamente, complejo, hasta el punto de que en un mismo departamento dos trabajadores con las mismas funciones pueden recibir sueldos dispares en base a su antigüedad, lenguas que manejen o número de hijos que tengan. Tratar de meterlos a todos en el mismo saco es "engañoso", argumentan desde el Ejecutivo comunitario, respondiendo a quien pide ejemplos de algún representante más relevante, como Almunia o Ashton, por ejemplo, que no lo pueden proporcionar por una cuestión de "dignidad humana".

El sueldo base

Con el reglamento en la mano, se puede observar esa amplia oscilación de sueldos base desde los 2.600 hasta los 18.300 euros mensuales. Para fijarlo, se tiene en cuenta, además, un 16% de esa cantidad como complemento de "expatriación" que, lógicamente, no se aplicaría a los belgas. Hay quien discute la pertinencia de tal extra en casos en los que el funcionario pasa toda su vida laboral fuera de su país. A ello se suman las "dietas familiares", es decir, complementos de residencia, por hijo dependiente y de escolarización, un gasto este último que asciende a 12.000 euros al año.

La cuestión de los impuestos también ha sido objeto de controversia en el pasado. El sueldo de los eurócratas no está sujeto al sistema fiscal de cada país, pero sí a las normas europeas, aplicándoles un tipo desde el 8% mínimo hasta un 45% como máximo, según el estatuto europeo. También aquí es complicado obtener una respuesta clara sobre cuánto paga cada funcionario. Inge Grässle, eurodiputada alemana y miembro de la comisión de control presupuestario de la institución, dijo esta semana, en uno de sus desmentidos a la prensa, que el funcionario mejor pagado de la UE apenas sufre una retención fiscal del 25% de su salario.

Los 27 peces gordos que se sientan en las alturas del complicado entramado burocrático que es la Comisión Europea, es decir, los comisarios, gozan aún de mejores condiciones. José Manuel Durao Barroso, su presidente, recibe 25.351 euros al mes, más una dieta de residencia equivalente al 15% de esa cantidad, más complementos como el de gestión de una casa y escolarización para sus hijos. Por su parte, los siete vicepresidentes, entre los que se encuentra el español Joaquín Almunia (responsable de la cartera de competencia) perciben un salario base de 22.963 euros al mes, más los consabidos extras.

La tribu de los 'electos'

Otra historia es la de los miembros del Parlamento, los únicos democráticamente elegidos, que en el pasado ya han protagonizado sonados escándalos, no por sus altos sueldos (tienen un sueldo base de 6.200 euros netos al mes, más dietas), sino por las malas prácticas y el mal gusto de algunos. En abril de 2011, por ejemplo, el bochorno llegó a todas las portadas cuando sus señorías votaron en contra de una enmienda que recomendaba viajar en clase turista en los vuelos de duración inferior a 4 horas. Entonces, todos menos cuatro se negaron a ahorrarle a las arcas comunitarias los cerca de 1.500 euros que cuesta un billete de primera clase a Bruselas, y los 1.900 que se paga por una ida y vuelta de Madrid a Estrasburgo.

Meses más tarde, llegaría el verdadero escándalo, cuando un tabloide publicó fotos de eurodiputados que cobraban su dieta sin ir a trabajar, o que aceptaban dinero a cambio de presentar enmiendas, una práctica esta última que acabó en la dimisión de tres diputados de la Cámara.

Anécdotas y corrupción aparte, al sueldo base de los eurodiputados hay que sumar toda una serie de complementos. En primer lugar, reciben 304 euros "por cada día de asistencia a reuniones oficiales de órganos del Parlamento en los que el diputado ejerce sus funciones", para la comida y alojamiento. Los más viajeros pueden solicitar otros 4.243 euros al año para viajar fuera de su Estado miembro y asistir a una conferencia o participar como ponente. No firman un contrato de exclusividad, por lo que pueden compartir su dedicación a la ciudadanía con el cuidado de otros intereses privados. Sus hijos, si es que alguno decidiera vivir en Bruselas, también tienen la escolarización pagada en la escuela europea (unos 1.000 euros por mes y por niño). A más a más, gozan de una cantidad para cursar estudios de idiomas.

Al margen de todo ello, los diputados cuentan con 22.000 euros al mes para contratar un séquito de asistentes y, aunque la contratación de familiares no está permitida, muchos admiten que "hecha la ley, hecha la trampa". Además, disponen de 4.300 euros en gastos de oficina que suelen destinar a montar una oficina en su país, gastos de teléfono o las últimas novedades tecnológicas.

Algunos recortes

Al margen de las beneficiosas condiciones aquí recogidas, los funcionarios han pagado, hasta diciembre de 2012, un impuesto especial del 5,5%, una suerte de tributo que fue creado para paliar la crisis en 2004, "cuando todavía no existía", en palabras de un funcionario que, enfadado, pregunta por qué el propio Consejo que ahora pretende darles una lección de austeridad quiso suprimirlo y "qué han hecho los países con esas contribuciones".

Además, el poder adquisitivo de estos profesionales se ha visto mermado, y sus horas de trabajo aumentadas de 37,5 a 40 semanales. También su jubilación ha sufrido un endurecimiento de condiciones. De las jubilaciones anticipadas y el derecho a recibir una pensión tras diez años de trabajo, ahora la Comisión ha propuesto elevar tres años, hasta los 58, la edad mínima para retirarse y fijar en 65 años la edad de jubilación voluntaria. Además, quieren incentivar a quien alargue su vida laboral hasta los 67 años.

Pese a que, fundamentalmente el Gobierno británico, ha convertido a los funcionarios europeos en chivo expiatorio, el gasto que representan estos 55.000 empleados (más sus edificios, partidos, agencias y demás despliegue) es del 6% del presupuesto total. En Bruselas, la opinión mayoritaria, también entre los que no pertenecen a la "casta de privilegiados", es que "no se puede hacer más Europa con menos dinero".

Sin ir más lejos, esta misma semana el Financial Times informaba de que el BCE busca ampliar su plantilla en 2.000 personas para ponerla a punto con la unión bancaria a la que quieren encaminarse los gobiernos del euro. Un veterano funcionario europeo resumía a este diario con sus palabras la actitud de muchos: "Estamos dispuestos a soportar recortes, como dictan los tiempos, pero la reducción del 10% que propone Cameron no tiene sentido [...] Sólo se ha hecho algo similar en Grecia", lamenta este profesional políglota y altamente cualificado. La polémica, de nuevo, está servida.

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