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Rajoy defenderá ante Merkel y sus socios los fondos de cohesión y la PAC

La negociación se plantea ardua. "No será una catástrofe no llegar a un acuerdo", dice el equipo de Rajoy. La discusión en Bruselas sube de tono.

La negociación se plantea ardua. "No será una catástrofe no llegar a un acuerdo", dice el equipo de Rajoy. La discusión en Bruselas sube de tono.

El presidente fue muy gráfico en una reciente conversación informal a propósito de las reuniones del Consejo Europeo: "Tienes que estar muy atento, pendiente a todo, porque la modificación de un párrafo puede ser decisivo", vino a decir. Así es Bruselas. Cuando todo parece perdido, los jefes de Estado y de Gobierno se encierran hasta la madrugada y llegan a un acuerdo de mínimos. Cuando todo parece hecho, un país se revuelve y provoca un cisma que hace tambalear las instituciones comunitarias.

A priori, la negociación que continúa este jueves -ya empezó el año pasado- se antoja enrocada y difícil. Se diseñan los presupuestos del conjunto de la Unión hasta 2020, y tienen que estar aprobados antes de que 2013. Fuentes gubernamentales advierten de que, estudiados los planteamientos de base, hay mucho que cuadrar. "No será una catástrofe no llegar a un acuerdo", se recalca desde la Moncloa. "Tiene pinta de que será una cumbre de mucho café y largas sesiones de trabajo", se advierte.

Mariano Rajoy se dio cuenta en Berlín de que las diferencias son muchas, si bien -dijo en público- no del todo insalvables. En su despacho con Angela Merkel, se declaró a favor de ajustar las cuentas siempre que no afecten a las partidas de cohesión y la política agraria común (PAC), amén de las políticas contra el paro juvenil. En público, todo fueron buenas palabras, en aras de llegar a un acuerdo que, recalcan antes de tomar el avión a Bruselas, no tiene por qué darse en las próximas horas.

De hecho, el Gobierno insiste en que "habrá modificaciones" con respecto a los papeles que ahora se reenvían de una administración a otra. Los contactos están siendo intensos, e incluso tensos, y por ello se pide calma: "Lo importante no es que haya un recorte millonario, lo importante es que no afecte a las partidas que nosotros consideramos clave. En eso estamos negociando", recalcan fuentes diplomáticas españolas, que se definen –para variar- alineadas con Francia e Italia.

Alarma en la UE: "Ahora o nunca"

En paralelo, en Bruselas ha cundido la sensación de que el ejercicio de cuadrar las cuentas para los próximos siete años se ha convertido en una cuestión de "ahora o nunca". Temerosas del caos financiero en el que aseguran podría sumirse la UE de no logarse un acuerdo esta semana, diversas voces alertaron este miércoles, horas antes de la habitual cena francoalemana con la que suele abrirse los prolegómenos de la cita europea, de la importancia de "limar diferencias".

Y las diferencias, desde luego, persisten y son significativas. De hecho, varios embajadores europeos ponían en duda estos días que se pudieran saldar, a la vista de lo abiertamente que ventiló el presidente francés, François Hollande, sus diferencias con Alemania en su discurso en la Eurocámara.

La guerra sigue librándose desde dos frentes bien diferenciados. Mientras que Reino Unido y Alemania se han apropiado del discurso a favor de que Bruselas, como las demás capitales, se apriete el cinturón, otros, en su mayoría beneficiarios de fondos europeos, pelean cada euro de las ayudas. El símbolo más visible de la batalla es la palpable falta de sintonía del eje francoalemán. El presidente galo, aferrado a la bandera del crecimiento, afeó esta semana a Angela Merkel su obsesión por la "austeridad sin fin". "Ahorro, sí; daño a la economía, no", sentenció el francés un día antes de sentarse a la mesa con la canciller alemana. Hollande llega con hambre a la cita europea, pero, según reconoció él mismo, podría quedarse con las ganas.

"Haremos de todo para alcanzar un acuerdo, pero las condiciones no se dan", admitió ante la prensa, durante una comparecencia junto a su socio italiano, Mario Monti. La cuidada coreografía de ambos líderes evidenció una vez más la simpatía entre París y Roma, en vivo contraste con la llamativa falta de química entre la recién estrenada pareja francoalemana.

De momento, según fuentes europeas, la batalla parece saldarse a favor de los ahorradores, en vista de que la propuesta inicial de la Comisión sufrió un hachazo de 80.000 millones en noviembre y que se prevé que esta semana Van Rompuy ponga sobre la mesa nuevos recortes de hasta 15.000 millones de euros. La cuestión crucial es de dónde saldrá ese dinero, pero varias fuentes apuntan a que, sin duda, puede esperarse un recorte en el polémico gasto administrativo (los famosos "eurócratas" con sus impopulares privilegios), así como una reducción del gasto en infraestructuras y telecomunicaciones.

Fuentes oficiales repiten hasta la saciedad, en claro guiño a los azotes del ahorro, que el presupuesto será "reflejo de estos tiempos extraordinarios" y estará en sintonía con los esfuerzos de consolidación fiscal exigidos a los países. Además, insiste la maquinaria propagandística desde Bruselas, quizá en un intento de templar gaitas entre Gobiernos, en realidad, "no se está hablando de grandes cantidades", sino de un presupuesto de "ni siquiera un billón de euros para siete años" (la cifra final que se maneja como techo de gasto es la de 955.000 millones).

Lo que se juega España

Con todo, España, que se juega mucho en que las partidas de cohesión y agricultura no sufran más recortes aún –ya se había producido un drástico hachazo de hasta 20.000 millones-, considera que "no saldrá perdiendo", después de haber recibido un sobre extra de 2.800 millones para cohesión y alrededor de 500 millones para agricultura. El propio Rajoy, al término de la pasada cumbre, glosaba el balance final con un "España sale mejor de lo que entró".

Temerosos de que la bronca entre los Veintisiete termine boicoteando las cuentas para el periodo 2014-2020, Comisión y Consejo se han sacado un as de la manga en las horas previas a la cumbre: una propuesta para paliar la "emergencia social" del paro juvenil. Con esta propuesta, de la que, por el momento, poco se sabe, el hábil negociador Herman Van Rompuy, pretende ganarse a Gobiernos, en principio, distantes, pero que están de acuerdo en que no es sostenible que más de la mitad de los jóvenes europeos no tengan trabajo ni perspectivas de futuro. 

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