Las dramáticas cifras del paro que registró España en 2012, con una tasa del 26% y casi seis millones de desempleados, han sido utilizadas por el PSOE, IU y los sindicatos, entre otros, para denunciar que la reforma laboral aprobada por el Gobierno no sólo está dando los resultados esperados sino que, además, está acelerando la destrucción de empleo. El análisis de los datos, sin embargo, desmiente esta teoría. Más bien al contrario, ya que la reforma, si bien es positiva, se queda corta a la hora de solventar la tragedia laboral que padece España, tal y como aseveró el lunes el comisario de Asuntos Económicos, Olli Rehn.
El paro ha seguido creciendo en España tras la plena entrada en vigor de la reforma laboral el pasado verano, pero lo ha hecho a un ritmo inferior al de 2011, lo cual es significativo, sobre todo si se tiene en cuenta que la economía nacional está nuevamente en recesión mientras que en 2011 experimentó un ligero crecimiento.
En concreto, tomando como referencia el segundo semestre de 2012 -plena vigencia de la reforma laboral-, el paro creció en 272.000 personas, un 40% menos que en el mismo período de 2011 (440.000). Y ello, pese a que el PIB cayó de media un 1,6% interanual frente al crecimiento del 0,3% registrado en los últimos trimestres de 2011.
En cuanto al nivel de ocupación sucede algo similar, ya que la economía destruyó 460.000 empleos en el segundo semestre de 2012, casi 35.000 menos que en el mismo período de 2011 (495.500), según los últimos datos de la Encuesta de Población Activa (EPA). La diferencia es aún más relevante si tan sólo se tiene en cuenta el empleo privado: 336.200 frente a los 414.000 empleos destruidos en la segunda mitad de 2011.
Por otro lado, el aumento interanual del paro se ha moderado por tercer trimestre consecutivo, pasando del 18% en el segundo trimestre de 2012 al 13% en el cuarto, al tiempo que la tasa de destrucción de empleo se ha mantenido estable, superando el 4,5% interanual, a pesar de sufrir una mayor contracción económica.
Asimismo, según remarcan fuentes del Ministerio de Empleo, a lo largo de 2012 han perdido su trabajo unas 400 personas menos de media al día que durante los cuatro años de crisis anteriores, informa Pablo Montesinos. Estas cifras vendrían a confirmar que, si bien la actual reforma no está logrando crear empleo neto ni reducir la tasa de paro, el mercado laboral habría sufrido un deterioro mayor sin su puesta en marcha. Ésta es, precisamente, la tesis que defiende el Banco de España, tras estimar que la reforma podría haber ahorrado más de un millón de parados si se hubiera aplicado antes, gracias a la mayor facilidad para descolgarse de los convenios colectivos y la prioridad de los convenios de empresa.
Tal y como recuerdan los técnicos del Ministerio que dirige Fátima Báñez, "las empresas que se enfrentan a situaciones de fuerte contracción de la demanda deben llevar a cabo ajustes para sobrevivir. En el ámbito del empleo, estos ajustes pueden realizarse vía precios (salarios) o vía cantidades (horas trabajadas y empleo). Cuanto mayor es la moderación salarial, menor es el ajuste necesario del empleo". En este sentido, la reforma está ayudando a moderar los salarios, evitando así despidos extra.
Además, otras vías de flexibilidad interna estarían contribuyendo, igualmente, a que la adaptación se produzca limitando los despidos. Hasta el pasado noviembre, el peso de las medidas extintivas fue del 17%, cuatro puntos menos que el 21% alcanzado en 2011. No en vano, la reforma articula opciones alternativas al despido, ya que permite modificar las condiciones laborales en caso de dificultades, adaptándose así con mayor celeridad a las nuevas circunstancias del mercado. Empresarios y trabajadores pueden pactar convenios de empresa y descolgarse de convenios contrarios a sus intereses. Casi 30.000 trabajadores se han acogido a esta última opción en el último año, lo que les ha permitido evitar ajustes de empleo.
No es una reforma ambiciosa
Sin embargo, la reforma laboral no está siendo todo lo eficaz que preveía el Gobierno, sobre todo, a la hora de crear empleo. La razón, en parte, se debe a que no elimina la dualidad que padece el mercado laboral español desde hace décadas, dividido en indefinidos y temporales.
Las empresas siguen mostrando reticencias a la hora de contratar indefinidos por el alto coste del despido. La reforma intentó suavizar esta situación reduciendo el coste del despido improcedente y delimitando más claramente las causas del despido objetivo (20 días con 12 meses de máximo), pero por ahora no está consiguiendo los frutos deseados. De ahí que las patronales de empresarios y la propia Comisión Europea hayan solicitado al Gobierno mayor flexibilidad laboral de la que permite la actual reforma para que se produzca un auténtico cambio de tendencia en las cifras de paro.