Según estos datos, el 34% de los contribuyentes (6,5 millones de personas) cobra menos de 10.000 euros al año, aunque el porcentaje se eleva al 66% si se tienen también en cuenta los ciudadanos que cobran hasta 20.000 euros (6,1 millones de personas).
Las personas con rentas de entre 20.000 y 30.000 euros ascienden a 1,6 millones y suponen el 17% del total. Al tener en cuenta estos tres colectivos, se deduce que el 83% de los 19,3 millones de ciudadanos que pagan IRPF cobran menos de 30.000 euros cada ejercicio.
En cambio, 7.000 contribuyentes cobran más de 600.000 euros y 16.000 ciudadanos perciben rentas de entre 300.000 euros y 600.000 euros. Los 3,3 millones de personas restantes –de los 19,3 millones de contribuyentes– cobran entre 30.000 y 300.000 euros al año.
A pesar de las diferencias de renta, ministro de Hacienda y Administraciones Públicas, Cristóbal Montoro, ha asegurado que el gravamen complementario que diseñó el Gobierno para el IRPF ha afectado a las personas que perciben las rentas más altas.
Este gravamen ha aportado 3.931 millones adicionales a las arcas del Estado, la mayor parte procedentes del IRPF (3.566 millones). El resto proviene de los otros impuestos en los que se aplica: Sociedades e Impuesto a la Renta de no Residentes.
El titular de la cartera de Hacienda ha asegurado que el 80% del coste del gravamen complementario lo han asumido el 20% de los contribuyentes, que son los que tienen rentas superiores a 30.000 euros anuales.
Según los datos, el colectivo que más ha aportado tras la aplicación de este gravamen complementario ha sido el formado por los ciudadanos que cobran entre 50.000 y 80.000 euros, que han asumido el 17% de lo recaudado por este complemento.
Los ciudadanos que menos cobran apenas han contribuido a la recaudación extra, mientras que los que perciben más de 600.000 euros al año son responsables del 10% de la cifra total que ha obtenido Hacienda tras este cambio fiscal.