Hasta el Consejo Europeo del próximo 8 de febrero quedan largas jornadas de mucha negociación. En la reunión de noviembre, los líderes comunitarios fueron incapaces de cuadrar sus cuentas para los próximos años, y se dieron estos meses de plazo para limar asperezas. Pero el asunto sigue siendo "una bomba de relojería", admiten fuentes de la diplomacia española.
El principal problema es de base, y así se ha visto en las últimas horas con el cruce de declaraciones entre Mariano Rajoy y Angela Merkel, ambos asistentes a la cumbre UE-América Latina y Caribe. Allí centraron todas las miradas y las cámaras les siguieron cuando entraron juntos al salón de sesiones, o cuando se retiraron para hablar en privado.
Dos fueron los momentos que mantuvieron a solas, a pesar de que no tenían previsto ninguno de ellos formalmente. Fuentes gubernamentales se limitaron a informar de que abordaron el presupuesto comunitario y el proceso de integración europea. Las diferencias en ambos casos son muy grandes. Aunque, en la práctica, fue una toma de contacto -también una señal de que, pese a la confrontación, mantienen una relación afable- a la espera del despacho que mantendrán en Berlín el día 4. "Con la señora Merkel muy bien, muy bien", fueron las únicas palabras públicas del español.
No más de diez minutos por cada uno de los encuentros en los que se emplazaron, básicamente, a seguir hablando. Por ejemplo, en los pasos de esa integración europea que, a ojos de Rajoy, va demasiado lenta. Tanto que públicamente se ha quejado de los tiempos de la UE en ejecución de nuevos sistemas fiscales y bancarios, ralentizados por las pegas de Merkel y sus socios de la triple A.
Ya en Berlín, el presidente volverá a transmitir a su homóloga la tranquilidad de que España es un país serio, que cumple su parte del trato. Le expondrá, como buque insignia, las reformas financiera y laboral. También el esfuerzo por ajustar el déficit público, a pesar de que no se vaya a alcanzar la meta del 6,3%. Rajoy quiere dejarle claro que es un convencido de que "no se puede gastar lo que no se tiene", pero también de que la Unión Europea "significa sacrificio, pero también solidaridad", según la Moncloa.
Por ello, a pesar del acercamiento, y de las negociaciones frenéticas en curso, Rajoy no cambió su exigencia pública de políticas expansivas, contestada con sequedad por Merkel sólo horas después. "Quienes pueden permitirse políticas expansivas -las naciones más vigorosas económicamente- deben aplicarlas" mientras que los más perjudicados por la crisis "han de volcarse en la reducción del déficit", fue su argumento ante los mandatarios desplazados a Santiago, incluida la canciller.
Fue en la segunda jornada de plenos, a puerta cerrada. Rajoy también defendió la necesidad de seguir aprobando reformas estructurales, y rechazó políticas proteccionistas abusivas tanto en Europa como en Latinoamérica. En este sentido, España aplaudió con la llamada a la seguridad jurídica de la cumbre, después de los casos de Argentina o Bolivia.
El presidente tuvo una agenda de contactos muy intensa. Además de despachar con varios mandatarios de América Latina -se le acercó la argentina Cristina Fernández, que no fue al foro de Cádiz-, se reunió con el responsable del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, y de la Comisión, José Manuel Durao Barroso, con el que tiene gran sintonía. Unos despachos que sirvieron para evidenciar que todavía queda un arduo trabajo para sacar adelante los presupuesto de la UE.