Si Depardieu se ha decantado por Putin, Sarkozy ha preferido a Cameron. Cualquiera es bueno mientras que François Hollande y su impuesto sobre las grandes fortunas estén lejos. Y es que el expresidente galo Nicolás Sarkozy puede ser el penúltimo francés pudiente en huir de su país ante la entrada en vigor de un impuesto extraordinario sobre el 75% de las rentas que superen el millón de euros.
Londres es la ciudad elegida por Sarkozy y su esposa, Carla Bruni, para comenzar su nueva vida como exiliados fiscales. La pareja se mudará a South Kensington, el barrio de lujo por excelencia de la capital. Sus planes en la City pasarían por crear un fondo de inversión de mil millones de euros, según apunta Mediapart, un portal web de investigación de gran reputación del que se han hecho eco todos los medios internacionales.
Para crear el fondo y establecer contactos con la jet set de Londres, Sarkozy contará con la ayuda del empresario y asesor político Alain Minc. El expresidente galo ya ha tenido reuniones con numerosas personas influyentes del mundo de las finanzas en Qatar y en Londres. Sarkozy no ha querido pronunciarse sobre las informaciones de Mediapart, aunque ha calificado los encuentros de "construcciones intelectuales".
El cambio de nacionalidad del actor Gérard Depardieu se quedaría tan solo en una anécdota cuando el exjefe del Estado francés comience a pagar impuestos en un país que no es el suyo. Si el primer ministro francés, Jean-Marc Ayrault, calificó la decisión de Depardieu -que primero cambió su residencia a Bélgica- como "patética, poco patriótica y tonta, las palabras que le dedicará a Sarkozy no tendrían desperdicio.
Vladimir Putin concedió el mes pasado la ciudadanía rusa a Depardieu. No es de extrañar que el actor eligiese este destino para tributar, ya que Rusia tiene un impuesto fijo sobre la renta del 13%. Por su parte, el pasado marzo Cameron anunció una bajada de impuestos a los más ricos del 50% al 45%, reconociendo que subir los impuestos "fue un fracaso porque agudizó la evasión fiscal". El Gobierno británico explicaba que "el aumento de tipos apenas tenía impacto en las finanzas públicas, mientras que ahuyentaba la inversión". Un argumento de libro que todavía Hollande no ha entendido.