El clamoroso fracaso que obtuvieron los sindicatos en la huelga general del pasado 14 de noviembre (14-N), tras registrar el menor seguimiento de la historia, fue un dato muy significativo, ya que apuntaba que algo está cambiando en España. Y, efectivamente, la evolución que presenta la conflictividad laboral a lo largo de las últimas décadas demuestra que España ha dejado de ser un país propenso a las jornadas de huelga, pese a sufrir en la actualidad una de las crisis económicas más graves y profundas del último siglo.
En 2012 tuvieron lugar un total de 1.284 huelgas, en las que participaron algo más de 3,9 millones de trabajadores y se perdieron 40,4 millones de horas de trabajo, según datos de la patronal CEOE. En este sentido, se trata del ejercicio con mayor conflictividad laboral desde que empezó la crisis. En concreto, el número de huelgas aumentó casi un 10% con respecto a 2011, las horas de trabajo perdidas un 187% y los trabajadores que las secundaron un 540% -frente a los 613.514 de 2011-.
Así pues, a primera vista pudiera parecer que 2012 fue un año especialmente conflictivo, tanto desde el punto de vista laboral (trabajadores empresarios) como, sobre todo, político (sindicatos contra el Gobierno). No en vano, cabe recordar que el pasado año los principales sindicatos (CCOO y UGT) convocaron dos huelgas generales (14 de noviembre y 29 de marzo), algo hasta entonces inédito, coincidiendo con la llegada al poder del Partido Popular.
Menor conflictividad que en otras crisis
Sin embargo, la cifra es engañosa. Y es que, pese a acumular el mayor número de huelgas y el mayor seguimiento desde que estalló la crisis (2007), el pasado ejercicio está muy alejado de los conflictivos años laborales de épocas pasadas. La recesión de 1992 y 1993, pese a ser más suave y corta, se saldó con más huelgas y un mayor seguimiento que hoy en día: en 1992, las huelgas casi rozaron las 2.000 (un 55% más), con cerca de 7,3 millones de trabajadores en huelga (un 87% más) y 88 millones de horas de trabajo perdidas (más del doble que en 2012).
Pero los datos son aún más llamativos en comparación con la crisis de los años 80, en donde el paro llegó a superar la tasa del 20% en varios ejercicios. Toda la década se caracterizó por una elevada conflictividad laboral: el mayor número de huelgas se registró en el 84, con un total de 3.091 (casi el triple que en 2012); el mayor seguimiento se alcanzó en el 88, con 8 millones de trabajadores (el doble); y, por si fuera poco, las horas de trabajo perdidas a lo largo de toda la década superó en mucho las registradas en la presente crisis, ya que oscilaron entre 60 y 120 millones al año (hasta tres veces más que en 2012).
Los sindicatos pierden apoyo
Estos datos vienen a confirmar que el apoyo y/o poder de convocatoria de los sindicatos ha ido perdiendo fuerza con el paso de los años. España está sufriendo en estos momentos la mayor destrucción laboral desde la posguerra y, pese a ello, las dos huelgas generales de 2012 han cosechado un sonoro fracaso. La huelga del 29-M tan sólo fue respaldada por 841.000 trabajadores, el 4,9% del total de los ocupados, según los datos oficiales de la Seguridad Social; mientras que la del pasado 14-N obtuvo un seguimiento incluso inferior, a la vista de las cifras de consumo eléctrico... Los peores resultados de la historia de las huelgas generales.
Huelgas políticas y en el sector público
Por otro lado, uno de los datos más relevantes es el referido a la conflictividad estrictamente laboral. Es decir, la que afecta tan sólo al sector privado (empresas), excluyendo por tanto las huelgas en servicios públicos y las convocadas por motivaciones extralaborales (las de carácter político, como las generales).
En 2012, este tipo de huelgas ascendió a 983, en las que participaron casi 240.000 trabajadores y se perdieron 7,8 millones de horas trabajadas. En ese caso, el número de huelgas aumentó un 14% con respecto a 2011, cifra récord en la presente crisis, si bien la participación de los trabajadores cayó un 47% interanual (451.000 en 2011).
Una vez más, se trata de la menor conflictividad, estrictamente laboral, que registra el país en un período de crisis desde que existen datos al respecto. Desde 2008 hasta 2012, la crisis se ha saldado con una media de 858 huelgas al año, con una participación de 223.000 trabajadores y 14,6 millones de horas de trabajo perdidas.
En la primera mitad de los años 90, el número de huelgas rondó las 1.500 al año (un 80% más), con un seguimiento medio de 1,25 millones de empleados (un 464% más) y 22,2 millones de horas perdidas (un 52% más). Por último, en la década de los 80, la de mayor conflictividad, se registraron de media casi 1.900 huelgas al año (más del doble que en 2012), con un seguimiento próximo a 1,6 millones de trabajadores (siete veces más que en la presente crisis) y unas 40 millones de horas anuales perdidas (casi tres veces más). En definitiva, el país atraviesa la peor crisis en décadas y sufre una conflictividad laboral baja, especialmente en el sector privado, a diferencia de lo que sucedía en el pasado o, actualmente, en países como Grecia.